La única chica jugando entre chicos

Sheila Vila es la única mujer en la liga local de baloncesto, una competición masculina

El deporte popular no entiende de género, y un claro ejemplo es Sheila Vila Morales, quien, a día de hoy, es la única chica que juega en la liga local de baloncesto en Alcoy. A sus 27 años, y con una trayectoria deportiva que comenzó en 3º de primaria, Sheila siempre ha sentido una gran atracción por esta modalidad. “Siempre me ha gustado mucho el deporte. Antes del básquet probé otros deportes como el baile o el fútbol, pero al final me decanté por el básquet porque siempre me ha gustado mucho la dinámica ágil y de juego en equipo que se vive en los partidos. Además, el hecho de que se juegue con las manos me parecía más fácil y divertido a esa edad tan temprana en la que comencé, por lo que otros deportes como el fútbol no captaron mi atención”, explica Sheila.

Desde sus inicios, y a pesar de algunos parones debido a la combinación con sus estudios universitarios en Química, la baloncestista ha formado parte de equipos tanto femeninos como mixtos. Durante un periodo en la Educación Primaria, jugó en el equipo mixto de su colegio, el José Ranura, y luego en el de San Roque. En la etapa de secundaria se unió al equipo del Convent (Cocentaina) en la liga de cadete preferente femenina. Al finalizar esta etapa, y debido a la desaparición de este equipo, decidió inscribirse en el NB Alcoi, donde jugó en el equipo Junior femenino y en categorías superiores como refuerzo (Senior femenino nacional). Tras una temporada de inactividad, recuperó la ilusión por este deporte y se apuntó a la liga local de Alcoy, donde actualmente juega con el equipo Petromigar Sports Passion, siendo la única chica de la competición.

Cuando se le pregunta a Sheila sobre ser la única mujer en la liga local, responde con sentimientos encontrados. “Siento orgullo y empoderamiento por haberme decidido a jugar en la liga local a pesar de ser la única mujer, y que ese aspecto no haya supuesto un impedimento para poder disfrutar de mi deporte favorito. Entrar en una liga mixta siendo la única mujer puede demostrar que puedes competir al mismo nivel independientemente del género. Pero, por otro lado, siento frustración al ver cómo otras mujeres no deciden apuntarse a la liga local de Alcoy debido a la barrera de género”, confiesa.

En la realidad actual y concretamente en su equipo, pasa muchas horas entrenando y jugando partidos junto a sus compañeros, pero no nota ningún tipo de trato distinto por ser mujer. “Dentro del equipo no tengo muchos problemas. Durante la etapa de primaria siempre he jugado en equipos mixtos y cuando participaba en torneos de 3×3 siempre formaba equipos con chicos. La verdad es que a nivel personal siempre me he llevado bien y me ha resultado fácil establecer relaciones de amistad con los hombres. Sin embargo, hay una parte de mí que siente una pequeña presión al tener que rendir y demostrar mi valía constantemente. Además, parece que al ser la única chica debo destacar más que un chico para justificar mi papel en el deporte. Este aspecto se hace más notorio en la liga local, que destaca más por la fuerza y la astucia que por la calidad de los movimientos, la técnica del juego o las tácticas. En ese sentido, puedo llegar a sentirme algo más infravalorada en algunas ocasiones, ya que la representación femenina en esta liga mixta es nula, lo cual me obliga a adaptarme para competir con los chicos. A pesar de todo esto, mi equipo siempre me ha tenido en cuenta para los partidos y no me he sentido menospreciada por el género”, continúa. Eso no quita que los momentos de mayor camaradería en un equipo suelen ocurrir en los vestuarios. “Sí que es verdad que, siendo la única chica, a veces puedes sentirte un poco sola, sobre todo en los vestuarios, ya que no puedes compartir tus experiencias dentro del equipo. Aunque he de decir que esta liga no destaca por momentos de reunión dentro del vestuario”, justifica.

Aunque la jugadora no ha sufrido trato diferente en sus equipos, sí ha notado reacciones de sorpresa por parte de los contrincantes. “Dentro del equipo he notado incluso cómo se han sentido orgullosos de ser el único equipo con una jugadora entre sus integrantes. Sin embargo, sí he notado en general un sentimiento de sorpresa por parte del resto de compañeros de otros equipos al ver que hay una chica jugando. Es curioso porque, cuando te enfrentas a personas que no conocen tu forma de jugar, inicialmente noto que tengo cierta facilidad para moverme por el campo. La mayoría de las veces, al inicio del partido, me defienden muy poco o al menos no con la misma intensidad que al resto de mis compañeros; supongo que me consideran menos capaz por mi género. No obstante, conforme avanza el partido y demuestro mis habilidades y la capacidad para competir al mismo nivel, es entonces cuando me tratan como una rival más, incluso llegando a defenderme con más rigurosidad que a cualquier otro jugador. Incluso también he notado que al final del partido, cuando realizamos el saludo deportivo, algunos contrincantes me saludaban sorprendidos o incluso me daban la enhorabuena con más ímpetu que al resto de mis compañeros de equipo. Supongo que era porque no esperaban que, siendo mujer, tuviera ese desempeño en la pista”.

Más allá de las simples reacciones de asombro, hay un factor machista que, aunque minoritario, sigue presente. “Recuerdo en un partido que uno de los contrincantes llegó a decirle a un árbitro: ‘¿Qué pasa, que a ella no le pitas falta porque es una mujer?’ Desde aquí denuncio este tipo de comentarios machistas y me gustaría pedir que los árbitros y las entidades deportivas penalicen este tipo de acciones para que no se vuelvan a repetir. La verdad es que al escuchar ese comentario sentí frustración, rabia y pena al mismo tiempo. Frustración y rabia al observar cómo ese tipo de comentarios siguen latentes en nuestra sociedad y pena al darme cuenta de que esa persona se sentía infravalorada al ver cómo una mujer podía ser incluso mejor que él en un deporte como el baloncesto. Inconscientemente, aún tenemos muy arraigadas las diferencias de género en el deporte y se considera que, por el simple hecho de ser mujeres, somos menos válidas o competitivas en un deporte de contacto. Esto ha hecho que esta experiencia haya sido desafiante para mí, pero a la vez muy gratificante, ya que me ha dado la oportunidad de romper con los estereotipos de género y demostrar la habilidad de las mujeres en el deporte. A todas las mujeres que en algún momento han pensado en continuar con el baloncesto como deportistas amateur, les animo a participar en la liga local y les diría que no dejen que los estereotipos o el miedo a lo desconocido”, asegura con firmeza.

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