¿La Tierra se autorregula?

¿Qué más hace falta que suceda para convencernos de que el cambio climático es una realidad? Lo sucedido durante la última semana en Valencia y sus municipios de alrededor supone un claro ejemplo de la realidad a la que nos enfrentamos. Nos encontramos ante una situación donde necesitamos adaptarnos lo antes posible a un nuevo modelo climático, pues los medios que tenemos para defendernos contra este tipo de catástrofes corresponden a un patrón que ya no existe.

La temperatura de nuestro planeta está 1,6º por encima de los niveles preindustriales y del límite de seguridad recomendado. Asimismo, en nuestro caso concreto, el mar Mediterráneo lleva años consecutivos incrementando su temperatura y colocándose 2º por encima del promedio marcado entre los años 1981 y 2000.

¿Por qué sucede esto? Pues el mundo en el que vivimos donde hemos hecho de los combustibles fósiles nuestra herramienta fundamental en nuestra cotidianidad, se ha contribuido a crear un efecto invernadero que repercute en la producción de precipitaciones nunca antes vistas.

Se sabe que van a venir más DANAS y fenómenos meteorológicos extremos para los cuáles no estamos preparados

El problema de todo esto es que no se trata de algo secuencial, sino que se sabe que van a venir más DANAS y fenómenos meteorológicos extremos para los cuáles no estamos preparados. A esto se ha de sumar también que tenemos unas infraestructuras y una ordenación del territorio para un clima que ya forma parte del pasado y que no existe. Ejemplo de ello es nuestro país, donde hay catalogadas al menos 26.700 km de zonas de territorio ubicadas en tramos de río altamente inundables. Casualmente, en las que presentan más peligro, viven alrededor de 2,7 millones de personas.

Está claro que el desorden urbanístico es evidente y se hace necesaria la instauración de políticas y estrategias que implanten medidas necesarias para evitar desastres como el presenciado en Valencia. Del mismo modo, también necesitamos figuras políticas convencidas del fenómeno al que nos enfrentamos, pues la naturaleza siempre será muy superior a nosotros ya que por su magnitud no está hecha a nuestra medida.

Necesitamos planes de gestión de conflictos de todo tipo, desde locales hasta internacionales, pues el modelo de acción política actual ha quedado totalmente obsoleto. Ya hemos visto cómo nuestros gobernantes se han visto completamente sobrepasados ante este tipo de fenómenos.

El cambio climático no espera. Está aquí, golpeando cada vez con más fuerza y frecuencia. La pregunta ya no es si podremos evitarlo, sino cómo nos adaptaremos y protegeremos nuestras comunidades ante sus efectos. Ha llegado el momento de actuar con la convicción y urgencia que esta crisis merece, porque el futuro –y la seguridad de nuestras comunidades– depende de lo que hagamos hoy.

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