La nueva vida de los “Jorges»
Jorge Moltó jugó dos temporadas en el Alcoyano y Jorge Pastor fue ciclista en la Fundación Contador. Ambos decidieron dejar el deporte a una edad muy temprana
Saberse retirar a tiempo, decir basta y más cuanto tienes veintipocos años y estás tocando con los dedos el viejo anhelo de niño, no es algo fácil, es una decisión con la que no todos saben convivir. Fue lo que hicieron Jorge Moltó y Jorge Pastor, uno futbolista y el otro ciclista, que han conseguido rehacer sus vidas y ahora con un sueño común al margen del deporte: el último local de moda de la movida alcoyana, recién inaugurado.
Hasta no hace mucho, los dos Jorges, Jorge Moltó y Jorge Pastor, pasaban por ser algo más que dos simples promesas de nuestro deporte. Uno le dio por seguir los pasos de su padre, que pasó por el juvenil del Alcoyano y estuvo cerca del debut en el primer equipo, mientras que el otro se inclinó por mantener la pasión familiar por las dos ruedas, aunque no montado en una moto como su primo Nico Terol, sino a lomos de una bicicleta.
Jorge Pastor reencarnaba la ilusión por volver a tener en Alcoy un ciclista en el pelotón profesional, algo que no sucede desde los tiempos del malogrado Blas Domingo Llidó. Con Jorge Moltó se retomaba la esperanza por ver un canterano siendo protagonista en la primera plantilla del Alcoyano, en un verano complicado después de la catarsis que supuso el descenso del equipo a Tercera División.
Para poder ver cumplido su sueño de niño, Jorge Pastor decidió hacer la maleta al terminar su etapa como juvenil hasta el corazón de esa gran fábrica de ciclistas que es el País Vasco, donde además de contar con una gran tradición que pasa de generación en generación, están los mejores equipos en edad formativa.
Hasta allí que se fue con apenas 19 años, sin conocer a nadie y con una idea fija: ser ciclista profesional. “Dejé todo, familia, amigos, estudios, en mi cabeza solo cabía una cosa: cumplir el sueño de ser ciclista profesional”, recuerda Jorge Pastor, que ahora tiene 28 años.
Las cosas parecían ir sobre ruedas, al menos aparentemente, puesto que terminó fichando por la Fundación Alberto Contador, posiblemente el mejor sitio para dar ese salto. Iban pasando los días, los meses y también los años, pero no llegaban los resultados. “Conseguí muchos top 10, incluso varios top 5 y top 3, pero en mi palmarés empezó a pesar que no hubiera una victoria”, revela.
De aquel equipo, la punta de lanza ha terminado siendo Juanpe López, actual ciclista del Lidl-Trek, que en el Giro de Italia de 2022 se dio a conocer al gran público después de lucir durante diez días la “maglia rosa” tras acabar segundo en la etapa que terminó en el volcán Etna. “Es muy amigo mío, ha estado en mi casa de Alcoy y hemos entrenado juntos por la zona”, asegura del lebrijano.
Entonces llegó el momento de la gran decisión. Tenía 23 años y esa temporada una lesión le había llevado por la calle de la amargura. “Ves que tienes potencial, pero al final por pequeños detalles, nunca estás en el momento adecuado”, admite Jorge Pastor, que tenía un año más de contrato con la Fundación Alberto Contador. “Elegir el momento ideal para dar un paso al lado y decir basta, hasta aquí he llegado, no es fácil. Yo creo que acerté y es algo de lo que no me arrepiento. Fue duro y difícil, los días posteriores fueron complicados, pero entre la familia, los amigos y los estudios lo terminé llevando bastante bien”.
Recuerda que “con 23 años me di de frente con la realidad, ves que delante de ti hay un embudo que complica mucho llevar esa vida que siempre había soñado. Era demasiado sacrificio para acabar peleando por contratos bajos. Fue cuando tomé la decisión de dejarlo y volver a casa”, donde lo primero que hizo fue retomar los estudios, ahora es licenciado en Dietética y Nutrición, aunque actualmente trabaja en la empresa familiar.
Rara avis futbolística
Jorge Moltó, por su parte, ha sido una “rara avis” dentro del mundo del fútbol, porque siempre ha dado la impresión de que era un ingeniero con cuerpo y cabeza de futbolista. Los estudios siempre fueron una prioridad para él, menos en la etapa del Alcoyano, en la que apartó los libros y quiso ver hasta dónde era capaz de llegar tras hacer un camino a la inversa, primero destacar fuera para ganarse el derecho a volver por la puerta grande.
Tras despuntar en el Huracán en su último año como juvenil en División de Honor, fichó por el Buñol de Tercera División, que fue su trampolín para recalar en el Atzeneta, donde con 20 años llamó la atención tras una temporada con muchos partidos a muy buen nivel. En el Alcoyano se dieron las circunstancias para que fuera uno de los fichajes más ilusionantes de aquel verano. El equipo acababa de bajar a Tercera, llegaron Josele González y Vicente Parras y se hizo una plantilla pensando en el regreso a Segunda B.
Pero Jorge Moltó nunca acabó siendo un soldado de la guardia petroriana de Parras. Era un jugador diferente, con un fútbol más asociativo y de toque que no terminó de encajar en aquel Alcoyano de los récords al que solo la pandemia detuvo. Tuvo su particular momento de gloria en la temporada siguiente, ya con el equipo de vuelta en Segunda B, con aquel gol a seis minutos del final que supuso la eliminación del Huesca, que entonces militaba en Primera División, propiciando la famosa eliminatoria frente al Real Madrid.
Aquella noche histórica jugó unos minutos y después fue titular en la eliminatoria contra el Athletic, que acabó con el sueño copero del Alcoyano. “Disfruté mucho aquellas dos temporadas. No jugué lo que me hubiera gustado o creía que me merecía, pero también sé que estaba complicado jugar en aquel Alcoyano con tantos nombres y jugadores de mucha experiencia”, admite.
Jorge Moltó volvió al Atzeneta. Fue como el regreso del hijo pródigo. Estuvo dos temporadas, en ambas se armó una plantilla para ascender, de hecho disputó dos play-off para subir, en el primero les dejó fuera el Saguntino y en el siguiente año, el obstáculo fue el Torrent. “El primer año jugué bastante, no así el segundo. Fue cuando me planteé si verdaderamente valía la pena seguir de aquella manera”, explica. Por aquel entonces había terminado la carrera de ingeniería mecánica y había realizado dos másters que le capacitaban para encontrar un buen empleo en caso de dar el salto a la vida laboral.
“Me cabreaba mucho cuando no jugaba. Al principio me lo tomaba bastante mal, pensaba que tenía que jugar más, pero llega un momento que empieza a darte todo igual y es cuando te das cuenta que no tienes la ambición de antes y empiezan a surgir las dudas de si vale la pena seguir en esas circunstancias”, confiesa Jorge Moltó.
Esos momentos en los que su carrera futbolística no termina de despegar, coinciden con su periodo de prácticas en Aitex y de empezar a trabajar en una Consultoría. El carpetazo definitivo llega cuando en marzo pasado le ficha el BBVA para su departamento de finanzas, que le obliga a pasarse al menos tres días a la semana en Madrid.
“Es muy duro al principio, estas acostumbrado a una rutina diaria que de repente se acaba y pasas a ser una persona normal, con un horario laboral y unas responsabilidades. No fue fácil. Al principio echas de menos muchas cosas: el jugar, ir a entrenar, el ambiente de un vestuario… Ahora ya lo tengo asumido, aunque los recuerdos aún están muy frescos”, apunta Jorge Moltó, que decidió colgar las botas con 25 años.
Otro rumbo
Unidos en la adversidad de no haber hecho realidad su gran sueño de niños, el destino ha terminado por unirles en un ambicioso proyecto que con un notable éxito vio la luz el pasado fin de semana, una vez que consiguieron rehacer sus vidas al margen del deporte. Hace dos años, en octubre de 2022, junto a otros dos amigos, ahora socios, Luis Moltó y Rafa Gisbert, decidieron embarcarse en hacer realidad una vieja idea de abrir un pub en la ciudad.
“Creo que sin los valores que me inculcó el deporte desde de pequeño, de no bajar la guardia, de crecerse ante la adversidad, de valorar el camino recorrido, de tener esa disciplina que te marca el entrenamiento diario, no hubiera sido capaz de llegar hasta aquí”, sostiene Jorge Pastor, quien cree que “el deporte te pone en alerta a diario, cada día es un problema nuevo que tienes que saber resolver y es algo que me ha venido muy bien ahora y después cuando dejé el ciclismo. Valoro mucho lo que hice y todo lo aprendido me ha permitido exprimir más todo lo que ha venido después”, resuelve.
La movida alcoyana tiene desde el pasado viernes un nuevo local de ocio en el corazón de la ciudad. Más de un centenar de metros cuadrados surgidos de la nada, en un solar “que solo tenía cuatro paredes y ni luz ni agua”, en el que a través de los hermanos Piñero se ha buscado poner un toque “muy alcoyano”, con una pared en la que se reproducen portadas y páginas de deportes de El Nostre Ciutat, en la que también aparecen entrevistas y reportajes de nuestros dos protagonistas.
En la planta de arriba se puede ver un plano con el callejero de Alcoy de 1925. “Hemos buscado diferenciarnos. Ahora estamos muy contentos de la respuesta que hemos tenido, pero han sido dos años de auténtica locura en los que hemos aprendido a base de darnos tortas constantes. Llegamos a pensar que nos habíamos tirado a una piscina sin agua, pero luego nos dimos cuenta que sí, había agua”, reflexiona Jorge Moltó.
El nombre de Pícaro también tiene su historia, surgió de un viaje a los Dolomitas italianos, donde afloró la famosa picaresca española. “Teníamos varias alternativas, pero surgió lo de pícaro, empezó a gustar y ya se quedo para siempre”, confiesan los dos para terminar.