La deuda del Alcoyano podría rondar el millón de euros
El ya expresidente entregó esta semana sus acciones y renunció al cargo en un comunicado de la SAD
Después de la tempestad, llega la calma. O al menos esa es la sensación que transmite estos días el Alcoyano tras la tensa semana pasada que tuvo su punto culminante este lunes con la cesión ante notario por parte de Juan Serrano de todas las acciones que tenía bajo su nombre –127.000 euros para ser más exactos– y su renuncia a la presidencia, vía comunicado de la SAD, en la que anunciaba el cese “en sus funciones institucionales”.
Una frase –como muchas de las que aparecen en el escrito de seis párrafos donde se anuncia la marcha de Juan Serrano tras doce años en el cargo– que ha provocado perplejidad, además de sorpresa e indignación a partes iguales tanto en el club como en la afición, cuando ahora mismo se necesita dar un mensaje de ilusión e unión y lo único que se ha conseguido es transmitir confusión y división.
Crea incredulidad cuando en el comunicado se habla de “cesar en sus funciones institucionales”, además en el primer párrafo del comunicado de la SAD, como generando cierta incertidumbre y dejando una puerta abierta, como si hubiera una cierta connivencia con el Consejo de Administración de la SAD de cara al futuro.
El resto del escrito tampoco aclara demasiado lo expuesto en esa primera parte del comunicado, con otros cinco párrafos que sitúan a Juan Serrano en una posición nunca vista hasta ahora en un mandatario blanquiazul, colocándole por encima de todos los presidentes de la historia del Alcoyano.
Frases como “procederemos con la búsqueda de un nuevo sustituto que pueda estar a la altura del hasta hoy presidente, don Juan Serrano, tarea que se presume no va a ser nada fácil” o “manifestamos el total apoyo en su gestión, tanto económica como institucional y, de la cual, no ha habido duda alguna durante su mandato”, para acabar exponiendo que “por último, desearle a don Juan Serrano, junto a los suyos, todo tipo de suertes en la nueva etapa de su vida, que va a dar comienzo tras su inmejorable paso por la dirección del CD Alcoyano”.
Mano amiga
El comunicado finaliza con un efusivo “de nuevo, señor Serrano, ¡Muchas gracias!”. En ningún momento aparecen nombres ni firmas de miembros del Consejo de Administración. No resulta extraño el contenido del escrito si se tiene en cuenta la persona encargada de la redacción, la cual es la misma que junto a Juan Serrano participó en una operación que al club le supuso una multa de Hacienda con seis cifras de cargo y multiplicado por cuatro que, años después, las arcas del Alcoyano aún no ha conseguido digerir y cada mes que pasa le cuesta a la entidad pagar un recibo bancario de más de 4.000 euros.
También es la misma persona, que al destaparse la caja de los truenos de la gestión de Juan Serrano, prefirió apartarse del camino, coger un atajo y ceder a la Fundación del Alcoyano los 127.000 euros en acciones, que precisamente no salieron de su bolsillo. Fue lo mismo que se le pidió a Juan Serrano, la diferencia es que el hasta el miércoles presidente blanquiazul quiso aferrarse a toda costa al cargo y solo cuando se vio acorralado y sin ningún apoyo, fue cuando decidió soltar la presidencia, aunque como se desprende del comunicado, tratando de marcar territorio y dando muestras hasta el último instante de ese comportamiento errático que ha caracterizado su gestión al frente del club de los últimos tiempos.
Como un aficionado más, Juan Serrano no dudó en coger su vehículo particular, desplazarse hasta Torrellano el jueves, ver en solitario el amistoso en una esquina del campo y marcharse ante la perplejidad de la mayoría de la expedición blanquiazul.
Transformación en SAD
Para muchos aficionados, Juan Serrano será el presidente que llevó al Deportivo de vuelta a Segunda División tras más de cuatro décadas. Eran otros tiempos, nada que ver con lo que vino después, sobre todo a raíz de 2014 cuando el club dejó de estar en manos de sus socios y pasó a ser Sociedad Anónima Deportiva (SAD). Tras la jugada maestra de convertirse en uno de los accionistas mayoritarios –el lunes tuvo que devolver íntegramente todas las acciones con el compromiso de que no saliera a la luz la forma como reunió el dinero–, pasó a manejar el club como si fuera una empresa suya, sin tener que dar cuentas porque sus compañeros de Consejo de Administración confiaban ciegamente en su gestión.
El resultado: un club cada vez más endeudado, hasta el punto de que ahora mismo nadie sabe a ciencia cierta la deuda real del Alcoyano, que fuentes cercanas sitúan en una cifra superior al millón de euros. Una cantidad irrisoria si tenemos en cuenta el agujero que había en el club cuando Juan Serrano aterrizó en la presidencia hace doce años.
Entonces llegó como salvador, era un acaudalado hombre de negocios, hecho así mismo, que cogió la entidad al borde de la desaparición. La diferencia es que entonces el Alcoyano estaba en manos de sus socios, había consciencia de club, tanto que instituciones como empresas le abrieron las puertas a aquel empresario textil con una creciente cartera de negocios. Su discurso caló de inmediato.
El club, una empresa
Ahora el club es una empresa y depende del bolsillo de sus accionistas. Con la adquisición por parte de un empresario de Elche de las acciones de Juan Serrano, esta persona pasa a ser el accionista mayoritario con un porcentaje aproximado del 40 por ciento, le sigue la Fundación sobre la que recayó la otra cesión que hubo tras destaparse la caja de truenos, estando un escalón por debajo otros cuatro empresarios locales.
¿El futuro más inmediato? Ahora mismo hay una calma fría tras diez días auténticamente frenéticos. Después de anunciarse a los cuatro vientos la candidatura de Toni Justicia, se hizo el silencio alrededor de esta posibilidad y ahora mismo la línea sucesoria de Juan Serrano parece un papel en blanco. Nadie habla, nadie dice nada cuando hace escasos días todos tenían una opinión.
Colaboradores directos
¿Y cuál es el papel en toda esta película de dos personajes claves: Fernando Ovidio y Josele González? Mientras que el primero ha vuelto a su halo de misterio que siempre acompaña su presencia en el club, el segundo se ha retirado a las trincheras tras su frase lapidaria de la semana anterior, cuando al ser preguntado por el relevo al frente de la entidad contestó que “es necesario un cambio”. Esta frase –y algunas más que pronunció– removió conciencias y también sillones presidenciales. Fue el empujón que necesitaba Juan Serrano para marcharse.
En todo este proceso, Josele González ha mantenido una posición bastante crítica. Todo lo contrario que Fernando Ovidio que ha tratado de repartir cartas a los dos bandos. Muchos aficionados le señalan como el gran cómplice de Juan Serrano, consintiéndole todos sus caprichos y no parándole los pies cuando fue necesario. Siempre tuvo claro que a Juan Serrano le gustaba verse rodeado de gente que le riera sus gracias. Ello derivó en un mandato cada vez más presidencialista en su recta final, en el que sobraban las voces críticas y solo se hacia rodear de colaboradores dispuesto a soportar sus constantes cambios de humor.