La crisis económica y social se ha cebado con las mujeres

La Covid-19 y sus efectos económicos y sociales asociados estarán presentes en la conmemoración de este año del Día Internacional de la Mujer, que se celebra este lunes 8 de marzo. Analistas y expertos sociólogos coinciden en señalar que la pandemia ha puesto de manifiesto las desigualdades de género estructurales en todos los ámbitos, ya sea el económico, el sanitario, o la seguridad y la protección social.

“Las mujeres son uno de los colectivos que más está sufriendo las consecuencias económicas y sociales de esta crisis sanitaria, con implicaciones significativas para su salud en sentido amplio”, se afirma en un informe de Acción Contra el Hambre que se ha dado a conocer con motivo del 8M. Junto al desempleo femenino y la creciente brecha de género laboral, la situación de vulnerabilidad social de muchas mujeres se ha visto agravada a partir de la crisis sanitaria.

Así lo confirma la concejala de Políticas Inclusivas e Igualdad de Alcoy, Aranza de Gracia, quien explica que “lamentablemente la pandemia ha hecho que empeore” una circunstancia que ya se venía dando, y es que los demandantes de ayuda en servicios sociales son mayoritariamente mujeres. “Tristemente es así”, recalca.

Y es que además de situaciones particulares que afectan directamente a mujeres, la pandemia ha subrayado la dependencia que la sociedad tiene de las féminas en el hogar y su peso en relación a la responsabilidad familiar. Así, durante la crisis, las mujeres han liderado los cuidados de mayores y niños mientras cubrían trabajos esenciales. “Han estado al frente del trabajo de cuidados, encargándose de la limpieza de hospitales, son auxiliares de enfermería, enfermeras, médicas, farmacéuticas, dependientas de supermercados, etcétera. Las mujeres son las principales cuidadoras de la infancia y de las personas mayores. Y somos las que mayoritariamente atendemos la intendencia de la casa y sus múltiples tareas”, declara Lorena Hernández, portavoz de Acción contra el hambre.

Al mismo tiempo, los trabajos precarios e informales, que están encabezados por mujeres, han sido los más perjudicados. Especialmente grave ha sido el caso del empleo doméstico, reducido drásticamente desde el confinamiento. “Estos sectores, copados por mujeres, han dejado de reportar ingresos”, señalan desde la organización humanitaria.

También desde entidades como Cáritas Alcoy, que junto a Cruz Roja colaboran con los servicios sociales municipales para suministrar alimentos y ayuda de emergencia, constatan que el empobrecimiento de las familias que solicitan este recurso se ha incrementado con la crisis del coronavirus, al tiempo que ha aumentado el número de usuarios debido a la crisis económica. Además, observan que en muchos casos, “sea por circunstancias particulares o culturales, si pertenecen a una determinada etnia, son ellas, las mujeres, las que acuden” y sobre las que recae la responsabilidad de demandar sustento para la familia, explica Santiago Garrido, responsable de Cáritas en Alcoy.

BRECHA DIGITAL Y ANSIEDAD
La situación de confinamiento influyó hasta el punto de limitar el acceso de las mujeres a los medios digitales por razones de ocio o de formación online, bien por falta de tiempo al tener que dedicarlo al cuidado de la familia, o bien porque el ordenador o dispositivos electrónicos se encontraban en manos de otros miembros de la unidad familiar, sobre todo los hijos que tenían que seguir las clases online. Esto, según se ha dado a conocer, se traduce en que se ha acabado produciendo una brecha digital femenina y los expertos creen que de mantenerse en el tiempo, las mujeres estarían todavía más expuestas a caer en exclusión social.

Por otro lado, se ha detectado que los problemas económicos y el desempleo han originado más ansiedad en mujeres que en hombres. Un malestar psicológico causado por la pandemia que ha sido mayor en mujeres jóvenes, especialmente aquellas con menores a su cargo.

Asimismo, la Covid no solo ha impactado en la salud mental de las personas desempleadas, sino que ha traído consigo que “muchas de ellas, las más vulnerables, abandonaran la búsqueda de empleo por miedo al contagio, por considerar que las oportunidades de encontrar un empleo en esas circunstancias eran escasas o por no poder conciliar su vida familiar y profesional”, señalan desde Acción contra el hambre.

RECRUDECIMIENTO DEL MALTRATO
Y si de hablar del impacto de la Covid sobre las mujeres se trata, resulta imprescindible abordar el tema de la violencia de género, donde el confinamiento ha comportado un recrudecimiento de los casos. Se tiene constancia de un descenso de las denuncias por malos tratos durante el estado de alarma, pero esto no significa que haya habido una menor incidencia de la violencia de género, sino que a la víctima “se le ha hecho aún más difícil” a la hora de denunciar su situación, agravada además por la convivencia forzosa de la víctima con su maltratador, señalaba Mónica Corbí, letrada responsable de la Oficina de Atención a las Víctimas del Delito (OAVD) de Alcoy, el pasado mes de noviembre con motivo del 25N.

La valoración era compartida por su compañera en la OAVD, la psicóloga Alicia Sarabia, quien resaltaba que como consecuencia del estado de alarma, el confinamiento durante las primeras semanas y, en general, todas las restricciones que ha desencadenado la crisis del coronavirus “los obstáculos son infinitos y todo esto paraliza a la víctima”, indicaba.

Aún así, en 2020 la OAVD de Alcoy registró 109 nuevos casos de violencia de género, frente a los 189 del año anterior. La diferencia, como decíamos, viene derivada de las limitaciones que impone la pandemia, impidiendo muchas veces que las víctimas puedan solicitar ayuda en los recursos disponibles.