La Canal, 30 años después
El proyecto quimérico de La Canal comenzó a fraguarse hace ya 30 años. Alcoy necesitaba buen suelo industrial y lo encontró en las explanadas de La Canal, casi paradisíacas en comparación con el castigo divino del barranco de Cotes Baixes, elegido como polígono por los enemigos del sentido común. La Canal se anunciaba, además, con el valor añadido de una futura autovía central que dejaba excelentemente comunicada la zona. La delimitación del perímetro, el sondeo para la compra de terrenos, el consenso con empresarios y la promesa de una Generalitat Valenciana volcada en Alcoy, permitieron que el 3 de mayo de 1995, en el despacho de la alcaldía, el “magoalcalde” Josep Sanus y el conseller de Industria, Martín Sevilla, firmaran el convenio para crear un polígono industrial (entonces al pan se le llamaba pan y a los polígonos industriales, polígonos) de un millón de metros cuadrados y que podría inaugurarse a lo largo de 1996.
Faltaban solo 25 días para las elecciones municipales y autonómicas. Desde entonces se han celebrado muchas elecciones y, sobre todo, se han elaborado informes de todo tipo, tamaño, color y olor para desacreditar o magnificar la Canal. Aquellas elecciones de 1995 marcaron la cuesta abajo del “sanusismo” en Alcoy y la llegada triunfal de un tal Zaplana en Valencia, con su brujo, embajador local del lado oscuro, llamado Miguel Peralta. La Canal contaba con el respaldo de políticos, empresarios y sindicatos, incluido el portavoz del PP, Manuel Pérez Payá, pero el nuevo candidato, Peralta, satanizó los terrenos, invistiéndose como el más ecologista al lado de esta parte del planeta. Lo primero que aclaró Zaplana, asesorado, fue que el proyecto de la Canal era sobredimensionado para la demanda real industrial de Alcoy y el convenio con Martín Sevilla perdió su silla.
Como contraofensiva, Sanus impulsó una Sociedad de Inversiones con el empresariado comarcal, que no entendía el lenguaje de Peralta, y nació Parc Empresarial Alcoi, junto a otras sociedades que tropezaron con la muralla cainita de la política. Cuando en el año 2000 cambió la bandera en las almenas del castillo alcoyano, Peralta se quitó el disfraz de ecologista y se hizo cruzado de la Canal, trasladando su legado al caballero Jorge Sedano. La reacción del PSOE, ya sin Sanus, no se hizo esperar y convirtió La Canal en el averno y territorio minado. Por medio apareció La Española que pagó los platos rotos de la guerra santa entre PP y PSOE.
Y llegamos, ahora, al tercer ciclo en el calendario galáctico electoral. Y de nuevo es el PSOE quien tiene la sartén por el mango. Por mediación diferida resucita a La Canal, el nuevo “¡Lázaro levántate!”, utilizando a la Cámara y sus empresarios, como si Toni Francés se hubiese leído, por fin, las memorias de Pepe Sanus. En este ciclo, el PP se ha subido al carro de La Canal para debilitar las relaciones del PSOE con futuros socios.
Será la primera vez, en 30 años, que PSOE y PP andan juntos, de la mano, por la pradera de La Canal, aunque no se miren a la cara.
Hemos vuelto a la casilla de salida en este surrealista juego de la Oca del suelo industrial. Toca, inevitablemente, comenzar a realizar y encargar tropecientos informes a favor y en contra con los que dejar que pasen otros 30 años, para que siga siendo una quimera.
NO ERA LORENA
La semana pasada quemaban los móviles ante el bulo de que Lorena Zamorano, la Lorena, iba a encabezar una candidatura de Ciudadanos en Alcoy. Hay quien todavía se está riendo pero también quien aún no se ha repuesto. La posibilidad no tiene ni pies ni cabeza, aunque sí mucho hígado. Al final se ha sabido que era otro Zamorano, Rafa Zamorano, militante socialista de base, quien se ha dado de baja en el partido para, supuestamente, encabezar una candidatura que nadie se cree, ni los añicos de Ciudadanos. ¿Una operación montada para frenar el trasvase de votos al PP? ¿No era suficiente con la de Marcos Martínez?
LA NUEVA SEDE DEL PP
Carlos Pastor, el candidato del PP, está sorprendiendo con una actividad puerta a puerta, voto a voto, transmitiendo el mensaje del nuevo mundo de Feijóo. Y, además, ha dado cierto aire de seriedad y formalidad a su trabajo en el PP, abriendo una nueva sede, tras varios años en los que usaban los bares y restaurantes como centro de reuniones.
Y han reaccionado como en este pueblo hacen todos los que abren un local: han abierto sin licencia, a la espera de que los trámites derramen agua bautismal.
Los del PSOE, por aquello de dar ejemplo y que nadie les saque los colores, siguen sin abrir su nueva sede, sufriendo en carne propia el soporífero mundo administrativo, mientras se releen la novela “El proceso”, de Franz Kafka.