Inválidos, la tumba de Napoleón… y Franco
Tengo un nieto que lleva un par de meses completando sus estudios de química en la Sorbona de París así es que un grupo de familiares pasamos un fin de semana con el muchacho, visita que al final resultó una gozada para todos. Volver a la capital francesa significa repetir las visitas a Notredam y su cercano Barrio Latino, el Sena, Montmatre, Versalles, la Torre Eiffel, el Trocadero y aproximación al Moulin Rouge aunque cena a 200 euros por persona obligue a huir a toda prisa. El Louvre tuvo que aplazarse porque tres días corriendo por los laberínticos pasillos del metro, también por autobuses, tranvías y tren no daban para más.
Pero, aunque la legendaria capital de Francia sea conocida por medio mundo siempre queda algo por conocer y esto nos permitió admirar, aunque fuera de pasada, tanto la zona de las distintas facultades universitarias, ubicadas en pleno centro de la capital, como la Ciudad Universitaria, formada por la agrupación de grandes edificios construidos en las afueras de la ciudad por numerosos países para acoger a sus estudiantes. Mi nieto reside en la Casa de España, en habitación individual que paga –sus padres, claro– ochocientos euros mensuales con derecho a desayuno. La casa aloja alrededor de un centenar de universitarios españoles.
También fuimos al Museo de la Armada, conjunto de unos veinte grandes bloques arquitectónicos más conocido en París como Hotel Nacional de los Inválidos, un inmenso espacio patrimonial situado en pleno centro de París creado por Luis XIVen 1670 para acoger a los soldados franceses que quedaban inválidos en el curso de las guerras que habían participado defendiendo a su país. El espacio calculo que podría ocupar sesenta mil o más metros cuadrados y está rodeado de un foso.
En Inválidos la tumba de Napoleón tiene su edificio propio, con una cúpula impresionante y el mausoleo se sitúa en el centro de la magna construcción. El sarcófago de quien fue proclamado emperador es de pórfido rojo, una clase de roca que es dificilísima de encontrar e imposible de modelar y está rodeada por algunos de los importantes mariscales de Francia, también otros militares y grandes hombres. La bandera republicana y las célebre leyenda revolucionaria “Liberté, Egalité, Fraternité” brilla con fulgor en todo el edificio.
Mientras duraba la visita no pude evitar pensar si la tumba de Napoleón estaría en lugar tan destacado si este militar hubiera promovido un levantamiento, en España llamado por algunos “ Glorioso Alzamiento Nacional”, guerra civil que el general Franco provocó con el resultado de cientos de miles de muertos, miles de exiliados y la ruina del país, además de dividir la nación, antaño denominada “Una, Grande y Libre”, entre otras desgracias, en dos grandes bandos. El glorioso mariscal francés tuvo su más y sus menos con sus paisanos pero aunque murió confinado en una isla los franceses no dudaron en crearle un monumento para acoger y honrar los restos de un militar que asombró Europa.
Pienso que Napoleón nunca habría sido enterrado rodeado de miles de hombres y mujeres que murieron por una guerra provocada por haberse rebelado contra su gobierno, delito cuya magnitud sólo puede liquidarse pasando por el patíbulo. Y en el supuesto que esa tumba la hubiera ordenado en su testamento gracias a sus poderes absolutos, tras su desaparición los franceses no esperarían cuarenta años para enviar sus restos a cualquier otro cementerio.