Herencia y pasión por el atletismo
Jorge Gisbert Hinojosa, que llegó a ser cuarto en un Mundial de duatlón, guía ahora la prometedora carrera de su hijo
Alcoy, una ciudad rica en tradición deportiva, tiene entre sus filas a una familia destacada: Jorge Gisbert Hinojosa, Hinojosa como es conocido en el mundillo, y su hijo, Jorge Gisbert. Comparten no solo el nombre sino también una gran pasión por el deporte, específicamente al atletismo. A lo largo de los años, ambos han encontrado en la actividad física una fuente de inspiración, esfuerzo y superación, aunque cada uno con sus propias metas.
Gisbert Hinojosa es una figura crucial en la historia del duatlón en nuestra ciudad. En los años 80, cuando el concepto de combinar atletismo y ciclismo todavía era algo novedoso a nivel local, junto a su amigo Enrique Jordá, se aventuraron a practicarlo.
Fue una época difícil, en la que ambos tuvieron que hacer sacrificios personales y económicos para poder continuar. Con los primeros mundiales de atletismo como contexto, la pasión de Gisbert Hinojosa por el deporte fue creciendo, llevándolo a especializarse en duatlón, una disciplina que practicaría de forma constante hasta el año 2010.
Hinojosa ha destacado lo gratificante que fue esa experiencia. Aunque los recursos eran limitados, el compromiso y la dedicación lograron sacar adelante esta pasión, convirtiéndolo en un pionero que inspiró a otros en la ciudad.
Su palmarés es impresionante, destacando el cuarto puesto que alcanzó en el Mundial de Duatlón en Guernica en 2005, un logro que, a pesar de no culminarse con una medalla, le llenó de orgullo. “Es una espinita que se me quedó no lograr medalla”, confiesa, quien a pesar de su excelente rendimiento, en ese momento no era consciente de lo bueno que realmente era.
Para Gisbert Hinojosa, el amor por el deporte no surgió de inmediato. De hecho, a los siete años su padre lo apuntó a judo, una disciplina que él mismo admite haber odiado y en la cual participó hasta los doce.
Sin embargo, mientras entrenaba en judo, comenzó a acompañar a su padre en sus salidas a correr, y poco a poco, el deporte fue atrapándolo.
Esta cercanía con su padre le permitió ver el compromiso y la satisfacción que él experimentaba, despertando una curiosidad que más tarde se convertiría en pasión.
Además del duatlón, también compitió en maratones, alcanzando éxitos notables como la victoria en la Maratón de Valencia en la categoría junior, el bronce en el campeonato autonómico, y una destacada octava posición en otra edición de la que está considerada como la mejor maratón de España. En larga distancia, su mejor puesto fue un quinto lugar, demostrando que su rendimiento era competitivo en varias disciplinas.
Siguiendo los pasos de su padre, Jorge Gisbert Moral, comenzó a entrenar formalmente hace apenas tres años. Si bien su interés en el deporte creció gradualmente, siempre estuvo rodeado de la atmósfera de esfuerzo y disciplina que su padre le inculcó.
No hubo imposiciones, sino un proceso natural de atracción hacia el deporte, y en especial hacia el atletismo. Hoy en día, Gisbert Moral compite en campeonatos de España, un logro que él mismo considera importante, aunque sus metas van más allá de la mera participación.
Es un atleta ambicioso y exigente consigo mismo. Para él, llegar a un Nacional es solo el primer paso, puesto que una vez allí, su objetivo es dar el máximo y competir por llegar a las finales y, si es posible, lograr una medalla.
“La mentalidad competitiva es esencial”, afirma, y reconoce que el camino hacia los campeonatos es uno de los aspectos más complicados. Alcanzar la marca mínima para clasificarse en cada competición es una tarea que requiere no solo de entrenamiento físico, sino también de un enfoque mental sólido.
Para los Gisbert, el aspecto mental del deporte es clave. Gisbert Moral ha experimentado en carne propia las dificultades de la presión psicológica en las competiciones. En el campeonato de España del año pasado, se vio superado por la magnitud del momento y llegó a cuestionarse su presencia en una competición de tan alto nivel, al compararse con otros atletas.
Esta inseguridad le jugó una mala pasada, haciendo que se quedara atascado en la salida, aunque, afortunadamente, la salida fue declarada nula, dándole una segunda oportunidad.
Situaciones como esta le han enseñado la importancia de trabajar su confianza y su enfoque mental durante los entrenamientos, convencido de que la preparación mental es esencial para alcanzar el máximo rendimiento.
La práctica deportiva no es solo una meta para los Gisbert, sino un estilo de vida. Gisbert Hinojosa considera que el deporte le ha dado mucho más que logros personales: “El deporte me ha dado la vida”, confiesa, afirmando que le brinda una forma de liberación y bienestar que pocas cosas pueden ofrecer.
En su juventud, cuando empezaba a correr, eran muy pocos los que se dedicaban al deporte y aquellos que lo hacían solían ser vistos como “locos”. Hoy en día, ambos celebran el auge del deporte en la sociedad, y valoran profundamente la accesibilidad que existe en la actualidad.
Para Gisbert Moral, el deporte le ha permitido empujarse a sus límites y creer en su potencial, algo que reconoce como una fuente de crecimiento personal y autoconfianza.
Ambos deportistas tienen un claro enfoque en sus metas. Para Jorge G. Hinojosa, su amor por el deporte sigue intacto. Continúa corriendo y entrenando, y su ejemplo sigue siendo una fuente de inspiración para su hijo.
Jorge G. Moral, por su parte, está determinado a continuar su camino en el atletismo, y a alcanzar nuevos logros en los campeonatos de España, siempre con la vista puesta en dar lo mejor de sí. Ambos demuestran que el deporte es una herramienta poderosa para superar los límites personales, y han encontrado en él una forma de vida que los llena de satisfacción.