Entre el uso y abuso de la tecnología durante el confinamiento

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24 horas al día, 7 días a la semana, estamos conviviendo con nuestra familia. Familias muy variadas: algunas con hijos e hijas pequeños, otros sin ellos, familias monomaternales o monoparentales, familias de un solo miembro, familias de ancianos, parejas, algunos con mascotas, otros sin, otros con hijos e hijas adolescentes, otros con mayores a su cargo, otros esperando hijos e hijas que están en proceso de gestación, etc.

La variabilidad es tan grande, casi como hogares hay en el país. Y la convivencia no siempre resulta sencilla, porque no tener nuestros espacios ni que nos dé el aire a lo largo del día, no lo facilita. Igual que no lo facilita la sobre información y la ansiedad o preocupación que nos puede crear. Ni tampoco los estados emocionales que se derivan de esta situación. En algunas familias también encontramos personas en rehabilitación, como ya comentamos.

Esta convivencia puede ser más complicada con la presencia en casa de hijos e hijas, sobretodo adolescentes pero también en el período de la infancia. Para tener una convivencia sana es importante que respetemos nuestros espacios, como el espacio se limita al propio hogar, a la casa, estos van a ser las habitaciones. También habrá que tener en cuenta la edad de la persona y el nivel madurativo, lo que hará más o menos complicado ese entendimiento de la situación. No podemos estar todo el día juntos en el comedor o la cocina. No podemos o no debemos porque sencillamente no estamos acostumbrados a ello y porque todos, absolutamente todos necesitamos nuestros espacios de intimidad en los que poder realizar aquello que más nos llene o nos ayude en el momento que estamos pasando.

Cada persona es diferente, las experiencias y la interpretación del mundo nos hace únicos, y por lo tanto también es una la manera de vivir la realidad. Tal vez haya personas que no necesiten tanto como otras estar solos un rato, pero todos necesitamos estar con nosotros mismos, dedicarnos a escribir, leer, pintar, escuchar música o simplemente reflexionar mirando el techo, porque si algo produce esta situación, es la necesidad de pensar en ella y en cómo afrontarla lo mejor posible.

El Instituto Desconecta, encabezado por el psicólogo Marc Masip, recomienda estas pautas para una mejor convivencia familiar (Ver infografía 1)

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La tecnología nos está ayudando mucho en esta situación, está permitiendo que pese a no poder tocarnos, podamos sentarnos en la misma mesa a cenar con los amigos, cantar ‘cumpleaños feliz’ por videollamada, visitar a la familia sin salir de casa, etc. Nos está ayudando a no sentirnos tan solos en la soledad. También nos permite seguir trabajando desde casa, hacer ejercicio con monitores o instructores online, escuchar conciertos, visitar museos, ver películas sin ir al cine o jugar una partida al monopoli con la familia cada uno desde su Tablet o móvil, y un sinfín de cosas más.

Todo esto está muy bien, pero ¿hasta qué punto esto es un uso y cuándo alcanzamos el abuso?

Si antes ya estábamos todo el día conectados y enganchados al móvil esta situación nos ha llevado aún más al extremo. Por esa necesidad de conexión con el otro, de estar informado y de realizar tareas que antes realizábamos fuera de las pantallas. Esto lo observan los pequeños de la casa o los adolescentes y lidiar con que dejen de jugar con el móvil o la tablet o dejen de mirar el televisor, a veces puede resultar complicado cuando no salimos de casa. Habrá que innovar y buscar mil actividades alternativas que nos les hagan plantearse como escapatoria la tecnología y también regalar espacios de aburrimiento, que les permitan potenciar la creatividad.

Este incremento del uso puede acercarnos al abuso y por este motivo, también desde el Instituto Desconecta recomienda: (Ver infografía 2)

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