Enseñar en vacaciones es “el mejor regalo de mi vida”
David Tormo, diez años como profesor voluntario en Colombia
David Tormo Sánchez es un profesor alcoyano, de 47 años, que ejerce en los Estados Unidos, en la Escuela Primaria de Sherlock (Illinois) y que, desde hace poco más de una década, dedica gran parte de sus vacaciones a un proyecto de carácter solidario en Colombia, donde imparte, como voluntario, clases a pequeños grupos, realiza tutorías y programas de inglés extracurricular. Llega, cada año, con maletas y mochilas llenas de material escolar, libros y ordenadores con los cuales equipar las aulas. Además impulsa campañas en los Estados Unidos para la recaudación de fondos con los cuales sufragar proyectos que mejoran las instalaciones de los centros escolares a los que acude en verano. “Estas experiencias son el mejor regalo que me ha dado la vida”, asegura.
La amistad establecida con una familia colombiana que conoció al llegar a los Estados Unidos, hizo posible un viaje hasta Medellín. “Me llevaron a una escuela con alumnas y familias con problemas sociales y de drogas. Quedé impactado y al llegar a casa pensé volver para ayudar y hacerlo en un lugar donde hubiera gente muy necesitada”. Volvió al año siguiente para encontrarse con historias “en el límite emocional”, subraya. “Los niños te acaban contando situaciones, vivencias muy duras, pero que para ellos son absolutamente normales. Encajarlo no es fácil para gente que vivimos en ‘otro’ mundo”.
Medellín, Popayán y en los últimos años San Andrés de Pisimbala, una comunidad rural que incluye una reserva indígena, han sido sus destinos. Está tan volcado en la causa, que ha convertido esta labor voluntaria en una necesidad. De un mero profesor de apoyo ha pasado a visitar a las familias de los estudiantes “para transmitirlos la importancia del aprendizaje. Algunos realizan trayectos de horas, a pie, desde sus casas en las montañas. Viven prácticamente solos, porque sus padres pasan el día trabajando lejos del hogar. Estas dificultades hacen que, en muchas ocasiones, los niños y niñas no acudan con regularidad en las aulas y, en consecuencia, presentan graves carencias en el aprendizaje”.
David Tormo se ha propuesto mejorar todas estas carencias. “Sé que no podré cambiar muchas cosas”. Se refiere a cuestiones tan básicas como los derechos de las mujeres o los niños o al propio sistema educativo del país, cuestiones agravadas en una zona donde todavía se rigen por normas y códigos propios en una comunidad indígena. “Pero por poco que ayudo a mejorar la formación y la vida de estos niños, ya es suficiente. La recompensa emocional por mi trabajo allí es muy grande”, argumenta.
Su implicación le ha llevado a organizar cada año, en Cicero (Estados Unidos), una cena en el que recaudar fondos para impulsar proyectos. “La gente en los EE. UU. es generosa. Cuando viajo a Colombia cada año pregunto qué necesidades tienen y con el dinero que se obtienen se financian mejoras en las escuelas”. Así ha dotado de cocina y otros servicios el centro al cual acude en Pisimbala, donde también ha llevado ordenadores y sufragado la instalación de internet. “Esto ha permitido que un grupo de estudiantes pudiera desarrollar un proyecto educativo que, sin los ordenadores, hubiera sido imposible llevar a cabo”, ha explicado.
David Tormo no tiene ninguna duda que continuará acudiendo en los próximos veranos a Colombia para continuar enseñando como voluntario y aportando su granito de arena con las ayudas que gestiona y que espera poder mantener. “Cualquier colaboración, por pequeña que sea, siempre es muy bien recibida”. Y aporta su dirección electrónica: davidtorm@hotmail.com y su teléfono/whatssapp (+ 1 8153822235) para atender e informar a cualquier persona o entidad que quiera, como él, ayudar a los estudiantes colombianos. “Me gustaría que mucha más gente aprendiera, como haya yo cada verano con estas experiencias, el enorme poder que tenemos como individuos para hacer el bien en este mundo”, concluye.