En primera línea de batalla
No corren buenos tiempos para los trabajadores del ámbito sanitario. Son momentos de ocultación, de querer permanecer en el anonimato, de atreverse a dar la cara solamente frente al único enemigo: el coronavirus. Por eso, algunas de las opiniones y testimonios que encontrarán en este reportaje proceden de médicos, enfermeras y demás personal sanitario de los que no van a conocer nombre y apellidos. Aún así, sus historias merecen ser contadas, corresponde que sean sacadas a la luz por el valor que tienen, aunque no mencionemos a sus protagonistas. Tengan la certeza de que esos desconocidos son personas reales, profesionales que conviven y sufren las consecuencias de trabajar cara a cara con el Covid-19.
Una de ellas es una cirujana que nos relata en primera persona como están viviendo en el Hospital de Alcoy el drama de la falta de material: “Reutilizo la mascarilla durante una semana, cuando lo normal es desecharla en cada operación. Estamos llegando al punto de llevarlas a casa para lavar a mano, pero el tejido no está hecho para eso, y no son condiciones”. Tampoco les queda más remedio que adaptar material procedente de las donaciones, productos de otros sectores profesionales, como las batas de peluquería recibidas esta semana, que “agradecemos, ojo, pero no es de recibo que estemos trabajando de esta forma, expuestos al contagio”, lamenta.
Y junto a las batas de salón de peluquería, bolsas de basura para cubrirse el cuerpo, tal y como nos hace llegar una enfermera que también presta servicio en el Hospital Virgen de los Lirios; los sanitarios están trabajando en ocasiones con máscaras de pintor y hasta con gafas de esquí. “Cada uno se apaña como puede”, nos comentan.
Y apañarse como pueden incluye el momento de llegar a casa. “Me ducho con agua y lejía”, nos asegura una doctora, quien explica además que la ropa con la que acude a trabajar no puede tener contacto con la del resto de su familia, al igual que en el Hospital, toda precaución es poca: “Limpiamos a fondo los teclados y las pantallas, el ratón, mantenemos la distancia entre compañeros, no subimos juntos en el ascensor, hay que ir con mucho cuidado y aún así es muy fácil que nos contagiemos”, afirma.
Por eso, el problema para los profesionales sanitarios no es que haya más o menos ingresados en el Hospital de Alcoy por coronavirus –algo que tampoco puede saberse a ciencia cierta puesto que, como en tantos otros sitios de España, no disponen de tests para el diagnóstico– lo fundamental, opinan los trabajadores sanitarios, es que “la falta de medios materiales y humanos está haciendo que nosotros nos contagiemos, convirtiéndonos en un foco de transmisión que está haciendo que el virus se propague a la carrera”, denuncian.
Los sindicatos alzan la voz
Precisamente esta semana, los delegados sindicales del área de salud de Alcoy emitían un comunicado en el que criticaban las condiciones laborales de los sanitarios durante la crisis provocada por el coronavirus. Acusan a la Conselleria de “falta de planificación y responsabilidad” ante una situación que ha dejado “desprotegidos” a los trabajadores de los centros sanitarios y geriátricos.
Desgaste psicológico
Preguntamos también a este personal sanitario si en esta zona se están produciendo episodios dramáticos como los que escuchamos en televisión en el caso de Italia, incluso en otras partes de España ya se ha empezado a oír esta semana. Hablamos del dilema de los médicos en estos momentos: elegir qué paciente vive y quién muere por coronavirus. Y lamentablemente la respuesta es afirmativa. La limitación de medios y el colapso del sistema ante esta grave crisis sanitaria está obligando ya a los profesionales a que tengan que escoger a quién curar y a quién dejar morir. Así de duro.
Y esperan que la curva alcance su máximo de contagios y las atenciones se disparen a partir de este fin de semana, de modo que el personal se prepara para lo peor. “La gente está muy afectada, la saturación de recursos y trabajar en estas condiciones está llevándonos al límite”, lamentan.
Así que el miedo no solo se apodera de la población, por el temor a la infección. “En el hospital se vive la peor cara del coronavirus”, nos cuentan, a la vez que explican que este miedo al contagio entre los sanitarios es “normal” al tratar pacientes graves de Covid-19, ya que los leves suelen quedarse en su domicilio.
Cambios organizativos
Además, la necesidad de ser estrictos con las medidas de higiene y aislamiento han obligado a aplicar cambios organizativos, como la modificación de los turnos del personal, que ahora trabaja por ciclos de quince días, para que de esta forma puedan pasar una cuarentena en casa sin trabajar durante dos semanas, y evitar así ser foco de infección en el hipotético caso de haberse contagiado. De igual forma, se están llevando a cabo modificaciones en las plantas segunda y tercera del hospital para tratar de acotar la zona donde se encuentran ingresados los enfermos de coronavirus.
Es así como los profesionales del Virgen de los Lirios se preparan para el tsunami en que se ha convertido esta emergencia humanitaria sin precedentes que es el Covid-19. Están en primera línea de batalla contra la pandemia, trabajando a destajo y con un material de protección que escasea. Algunos, incluso, se separan de sus familias para no ponerlas en peligro. Por algo no dejan de recibir aplausos a diario.
Foto: Una trabajadora ante un perchero con batas de hospital.