En El Estepar se masca un buen follón

Todo viene de 1989, cuando se aprobó el vigente PGOU (Plan General de Ordenación Urbana) en el que se incluía, con vocación de legalizar y normalizar la urbanización de El Estepar, la calificación de una extensión de terreno virgen como suelo urbano añadido al ya construido irregularmente. Debía formar parte de la letra pequeñita, porque ya no se volvió a hablar de tema. Años después, en 2010, en plena batalla de La Canal, aparece un informe de la Confederación Hidrográfica del Júcar en el que recomienda que el Ayuntamiento elimine en la Canal la calificación de suelo urbanizable para construir un polígono y, además, que reconsiderara la ampliación de la urbanización del Estepar prevista en el PGOU. Pero en pleno aquelarre de La Canal nadie pareció reparar en el tema del Estepar. Y todo, una vez más, siguió igual.

Pero llegó 2023 y de nuevo surge el tema de La Canal, confluyendo en esta ocasión ondas tántricas coincidentes entre empresarios, gobierno municipal, oposición mayoritaria, Generalitat… y surge una Agrupación de Interés Urbanístico que, con la excusa de poner orden en El Estepar, quiere construir una primera fase de nuevas viviendas, para lo que hay que aprobar un Plan de Reforma que obligaría a los actuales propietarios de edificios en El Estepar a tener que pagar riñón y cuarto para legalizar la zona con todo tipo de servicios. Y llegaron las asambleas, las reuniones, el gobierno municipal escudándose con la legalidad de 1989, los vecinos enarbolando su lado más ecológico, la amenaza al Molinar, la tala de centenares de pinos, con La Carrasca a su lado.

Y el proceso continúa, los plazos siguen adelante, las notificaciones andan emboscadas en firmas electrónicas y buzones virtuales, calentando el ambiente y los ánimos, mascándose un conflicto de dimensiones imprevisibles en una urbanización de peso donde incluso hay un concejal del gobierno con terrenos afectados.

La estrategia de esperar a que la fruta madure tanto para que se caiga sola del árbol, sin ningún esfuerzo, tiene como inconveniente que se habrá podrido y ya no será comestible.

Otra fruta que está madurando muy rápidamente en el árbol de los conflictos es, una vez más, el Club Deportivo Alcoyano, propiedad en un 97% del empresario vasco Juan Carlos Ramírez. ¿Qué nos ha pasado? El Club de la moral, de mil historias heroicas, aglutinador de identidad colectiva, un icono de la ciudad… ha acabado siendo propiedad de un señor curtido en líos deportivos y de quien Google está lleno de referencias por su paso por el Castellón, el Elche y el Hércules.

Sube los precios de los abonos como si se tratara de tornillos o suelas de chanclas; se ignora algo tan sagrado como son los socios del Club y se desprende de cualquier sentimiento a lo que representa la entidad. Sin tener ningún conocimiento de fútbol, no puedo dejar de imaginar un futuro con sabor a almendras amargas para el Club Deportivo Alcoyano.

Carles Salvador i Llopis (de Compromís) es el nuevo concejal de salud pública. Preguntado sobre el cierre de los ambulatorios de Zona Alta y Batoi ha contestado de la manera más decepcionante: “No es un tema del Ayuntamiento, corresponde a Generalitat”. Aunque sea cierto, no es la respuesta que se espera de un concejal, del político más cercano que tenemos. Les elegimos para que mejoren nuestras condiciones de vida y si no es competencia suya da igual, defiendan a los suyos y hagan propio nuestro problema. Ya nos ruborizó bastante el alcalde cuando dijo que el problema en la Residencia Domus Vi de Oliver no era competencia suya. Y es que de los errores no aprenden.

Y si cesó el director del Hospital Verge dels Lliris, ¿quién dirige ahora el centro? Pues el mismo que teníamos, Quico Fenollar, quien compatibiliza ahora la coordinación del departamento de psiquiatría con la dirección del hospital, a la espera de que se produzca el nombramiento de su sucesor, del que en la cafetería del personal del Hospital ya se manejan varios nombres. Habrá que seguir esperando.

También habrá que esperar –igual están de vacaciones– para que la mayoría de concejales actualicen su información en el portal de transparencia del Ayuntamiento. Los hay que aún no tienen ni la foto colocada. Llama la atención que los tres portavoces de la oposición no ofrezcan ninguna información. Solamente sus sueldos.

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