El poder de convocar

Parece que acudió menos gente que otros años a la manifestación del Primero de Mayo. No porque estemos todos en una situación excelente y ya no necesitemos reivindicar nada, ni muchísimo menos, sino que hay quien atribuye esta merma en la participación al hecho de coincidir con un puente festivo.

Intentar saber con exactitud por qué los ciudadanos no salieron a la calle en mayor medida es prácticamente imposible. No creo que nadie tenga en sus manos esa capacidad y por lo tanto no puedo cuestionar si la culpa fue del puente festivo, que llevó a los alcoyanos a otras tierras y restó participación, o no. Pero sí puedo reflexionar y pedir lo mismo a los sindicatos. Como mínimo, si yo fuera sindicalista me plantearía si se está en el camino adecuado, y si siguen sabiendo conectar con la sociedad, con los trabajadores más jóvenes, con los mayores que se han dejado la piel y con todos aquellos que día a día luchan por un puesto de trabajo.

Tenemos claros ejemplos de recientes movilizaciones que han contado con amplísimos seguimientos, siendo la propia sociedad la que las ha promovido. En mi memoria sigue muy presente esa multitudinaria manifestación en el Día de la Mujer, que nació del movimiento feminista y fue después cuando se sumaron los sindicatos, así como esas jornadas en que gente de todas las edades se concentra en la Bandeja –sin convocatoria sindical– para reivindicar unas pensiones dignas, ganadas con el sudor de su frente.

Mucho se habla desde hace tiempo de lo alejada que está la política de la sociedad y del desencanto hacia ella, algo que se refleja en las urnas con una alta abstención en los diferentes comicios. Y al hilo de esta situación, me pregunto si podría suceder algo similar con los sindicatos, si se les ve próximos o si caldrían nuevas fórmulas para una nueva y cambiante sociedad, pero en la que su papel es necesario, sin duda.

Creo que todos debemos plantearnos qué estamos haciendo. Que no se salga a reivindicar cuando se tiene motivos, y que no se consiga movilizar cuando se debería son hechos más que suficientes para reflexionar.

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