El peluquero de nuestros amigos más fieles
Amando Peidro es peluquero canino de competición. Su afición por este desconocido mundo, le llevó a dedicarse profesionalmente
Los perros se han convertido en los reyes de la casa. Por eso, cuando Amando Peidro se quedó sin trabajo después de la crisis de 2012, no dudó a dar un paso adelante en su idea de dedicarse profesionalmente a un mundo que siempre lo había apasionado, el de la peluquería canina. Y es que la conciencia de las familias en la hora de tener en cuenta todas las curas de su mascota, es cada vez mayor. “El cambio ha sido enorme. Tengo la sensación que ahora los propietarios saben de la importancia de cuidar la higiene de su perro, en concreto del pelaje. La higiene es el pilar de la salud de los perros y esta empieza por el pelo, su primera protección”, explica el estilista, que es, además, juez en exposiciones caninas. Se trata de certámenes donde un jurado especializado evalúa que bien conformado se encuentra un perro en comparación con el estándar racial.
Se especifica cómo tiene que ser el cuerpo, las proporciones, la cabeza, el pelaje, los colores, las extremidades y cualquier otra característica importante para cada raza. “Pero no son concursos de belleza al uso, se busca la mejora de la raza, hay que tener en cuenta que muchos defectos físicos del animal, incluso algunos que a priori pueden parecer estéticos, como pueda ser un ojo de color diferente, por ejemplo, podría desembocar en problemas de salud, de aquí la importancia de la morfología del animal y del propósito de las exposiciones caninas”, destaca Amando.
Como peluquero canino, se ha presentado a numerosos campeonatos cosechando varios premios, el último, hace unos años en Valencia, donde quedó segundo clasificado con Luggi, “un cocker spaniel, con esta raza es con la que mejores resultados he obtenido compitiendo, el año pasado lo hice en el Artero Grooming Eslam, el campeonato internacional de peluquería canina de Barcelona, de los más importantes ahora mismo. Me gustaría clasificarme allí, pero de momento no ha sido posible”.
El secreto de un buen peluquero canino es “tener mucha paciencia. El tiempo lo pone el perro, no tú”, afirma Amando, que recientemente ha puesto en marcha un negocio propio en el cual ofrece sus servicios como estilista de perros. “Hasta ahora trabajaba en clínicas y tiendas de mascotas, pero hace un tiempo pensé en montármelo por mi cuenta y aquí estoy”, comenta el propietario de Amandog, el juego de palabras –donde mezcla su nombre y perro en inglés– con que bautizó la peluquería.
Además, Amando ha querido utilizar un concepto de peluquería canina diferente al que estábamos acostumbrados en Alcoy, apostando para trabajar de manera abierta y enseñarle a los peatones que pasan por el escaparate de la tienda, su arte con el cepillo y las tijeras. “Tenerlo montado de este modo es para dar confianza a la gente, no hay nada a esconder, y para que los clientes vean también el trabajo que hay detrás, en qué consiste y, sobre todo, que sepan que lleva su tiempo. Hay que tener en cuenta que hay que quitar posibles nudos, bañar, secar y cortar, pero también el tamaño y el estado en el cual se encuentre cada perro, hay veces que el servicio puede durar toda una mañana”, remarca.
El peluquero reconoce que su sector está en auge, a causa del aumento de las mascotas en los hogares, pero sobre todo al hecho que los propietarios han tomado conciencia no solo de la importancia de la higiene: “Nos obliga a estar en el día de todas las modas y tendencias, el mundo del estilismo canino ha evolucionado mucho, ha pegado un salto enorme, ven cosas en Instagram y me las piden”. Según cuenta, los países asiáticos suelen marcar tendencia con arreglos de caretas y similares, y aquí la estrella es, sin lugar a dudas, la raza caniche, por sus numerosos y diferentes tipos de cortes y estilismos, dignas de una revista de moda.