El padre del fútbol sala femenino local
Su gran pecado o quizás el gran acierto de Juanjo Valls, nunca se sabrá, fue moverse en un deporte como el fútbol sala que en nuestra ciudad estuvo a la sombra del fútbol que centraba todos los focos. En otro deporte socialmente mejor considerado, su reconocimiento hubiera sido otro muy distinto, por lo mucho que ha ganado y la calidad de lo que ha conseguido en más de tres décadas de dedicación.
Lo que nadie le quitará a Juanjo Valls es la consideración de padre del fútbol sala femenino local, donde fue todo un adelantado a su tiempo. Hace veinticinco años –veintiséis con la temporada en curso– puso la primera piedra de lo que es hoy en día el Santa Rosa, actual líder de la Liga Autonómica y durante una década uno de los estandartes de este deporte a nivel de la Comunidad Valenciana, con un ascenso incluido a Primera División no consumado por una impugnación con cierto trasfondo económico. Durante muchos años fue el vivero de equipos más poderosos con la promesa de becas para estudiar o de alguna pequeña compensación económica.
De su ojo a la hora de elegir y formar jugadoras surgieron nombres como los de Sara Navalón y Tere, que llegaron a vestir la camiseta de la selección española, o de Mónica Castillo, capitana durante muchos años del Universidad de Alicante, el mejor equipo valenciano de la actualidad y candidato al título liguero. Otros nombres que llegaron a jugar al máximo en su deporte fueron Neus Jover, Elena Collado o Ángela Mingot. Está el caso de Aitana Girbes, que por razones de trabajo renunció a fichar por clubes de superior categoría, o el de su propia esposa, al sempiterna capitana del Santa Rosa, Sandra Fuster, que jugó dos campeonatos de España con la Selección Valenciana.
Puede leer el artículo completo en la edición de El Nostre del sábado 19 de enero.
Foto: Actual plantilla del Santa Rosa que es líder de la Liga Autonómica.