El lento transcurrir de los años
Uno ya es mayor y siente como si el tiempo volara, al contrario de cuando era niño. Pero repasando las hemerotecas uno se da cuenta de cómo el tiempo puede volar o caracolear, según las prisas que tienes o lo acelerado que andas. Y con la muerte de Vargas Llosa me han llegado esas sensaciones del tiempo transcurrido. Pienso en “La ciudad y los perros” como compañía fiel en mis primeros días de servicio militar, lejos de casa, y pesa el tiempo muy lejano; recuerdo las caras de Patricia y Morgana, la esposa y la hija de Mario Vargas, en octubre de 1995, cuando después de la interpretación del Himne, coral asexual, de unión popular, se les explicó que no podían cenar la popular olleta, con su marido y padre, en la filà Marrakesch, porque aquí, en Alcoy, las fiestas eran así. Y parece que el tiempo vuela cuando la misma filà en la que Patricia y Morgana no pudieron cenar olleta va a estrenar estas fiestas, 30 años después, un cargo de alférez femenino.
Pues no. Estos 30 años han transcurrido para muchas mujeres festeras como si arrastraran pesadas bolas de plomo encadenadas a sus tobillos. Cuando Vargas Llosa estuvo en Alcoy, recién conseguido su Premio Cervantes de las Letras, todavía faltaban tres años para que Núria Martínez, a quien seguimos debiendo un gran homenaje, participara en la Entrada vestida con el traje oficial de los Alcodianos y el alcalde Josep Sanus, al pasar por delante del Ayuntamiento, saliera a la calzada para felicitarla y darle la bienvenida.
Por supuesto que en estos 30 años han cambiado las cosas, no solo en la Fiesta, sino en todos los estamentos y niveles de la sociedad, pero el tiempo sigue transcurriendo muy lentamente en algunas filaes donde parece que 30 años es muy poco tiempo para cualquier cambio, amarrados a un pasado, unas supuestas tradiciones y al latiguillo manipulador del que “ací tota la vida ho hem fet així”.
Echen las campanas al vuelo celebrando que Ana Gisbert Mira-Perceval desfilará en 2025 como alférez en la Entrada mora de Alcoy. Pero que esa alegría no nos empañe la mirada y dejemos de ver aquellos reductos en los que el tiempo no avanza, detenido en espacios donde los últimos 30 años apenas han hecho mella.
HAY MÁS TIEMPO LENTO
Veinte años, veinte, se han necesitado para que se acometa la rehabilitación del Instituto Andreu Sempere. ¿Ha sido lento el transcurrir del tiempo? No. Ha sido vergonzoso.
Y en las actuaciones de nuestros gobiernos, no importa su color, es donde mejor se puede evaluar el peso del tiempo. Parece que fue ayer pero el edificio que fue Juzgado en la plaza Al Azraq ya lleva ocho años cerrado, esperando que llueva del cielo alguna subvención…
Y se van a cumplir 20 años, el próximo 3 de junio, de la declaración del conjunto de fábricas del Molinar como BIC (Bien de Interés Cultural) en su categoría de Conjunto Histórico. ¿Celebrará alguien el aniversario? Más motivo para ruborizarse colectivamente en una ciudad que tanto mira hacia el pasado, aunque sea festivamente.
La declaración de BIC, es bueno recordarlo, se concede “para darle la máxima protección” a un bien. Miras al Molinar y la protección, ni máxima ni mínima, no se ve por ninguna parte.
Paciencia con el tiempo, como la que han tenido los empresarios del polígono Santiago Payá, durante trece años, y los que les quedan, para solucionar el problema del acceso. La administración pública está en otra zona horaria.
Y no sé si 105 días como entrenador del Alcoyano son suficiente tiempo para evaluar la gestión de un entrenador. Pero en el caso de Vicente Mir parece ser que sí. Los insultos y la pitada que sufrió el domingo vencieron al tiempo y Mir dimitió. En política es otra cosa y Mazón seguirá, pese a todo, un tiempo que se nos hace eterno.
RAMÓN CLIMENT. Periodista en reposo