El juego límpio del PP de Alcoy
Faltan pocos días para que finalice la campaña de las elecciones del 28 de mayo y la impresión, ofrecida por la mayor parte de las candidaturas que concurren a los comicios, ha sido de buen talante y concordia, incluso entre los partidos más distantes en el arco ideológico. Lamentablemente, el único partido que ha desentonado en esta campaña ha sido el P.S.O.E. de Antonio Francés.
Han jugado la carta de la calumnia y el miedo. Nos han llamado a sus opositores, cobardes, delincuentes, corruptos. Han escenificado, de forma cómica, una falsa acusación contra la principal alternativa que tiene Alcoy a cuatro años más de inutilidad y prepotencia.
El Partido Popular ha sabido mantener el buen juego democrático. En ningún debate, en ningún medio, ha realizado alusión alguna a los comportamientos personales reprobables, en episodios excepcionales de nuestro pueblo, de miembros de la candidatura de Antonio Francés; ninguna consideración que pudiera vulnerar el principio de la presunción de inocencia o la dignidad de sus personas.
Hace poco leíamos unas líneas de la número dos de la lista del P.S.O.E., con referencias a la “descendencia por consanguinidad” (salvo la adopción, no conozco otra forma de descendencia que no sea la consanguínea, pero le quedaba bien la frase), en las que hacía un análisis detallado, personal y radicalmente equivocado, de la agrupación local del Partido Popular. Que hable de “consanguinidad” la candidata de una lista, sobrina carnal del cabeza de lista de otra candidatura, la de Ciudadanos, cuyo único objetivo es dividir el voto de centro, en una maniobra política torpe y fracasada de antemano, la pone más en evidencia si cabe. Al menos, en el mismo escrito, dice una verdad en su último párrafo: que la única alternativa de gobierno para Alcoy, es el Partido Popular. Convencida, al igual que la mayor parte de la sociedad alcoyana, de este hecho, no le queda otra salida que recurrir a invocar al miedo mediante la mentira.
Históricamente el miedo ha sido el mejor instrumento de los regímenes totalitarios para perpetuarse en el poder, construyendo si hacía falta el enemigo exterior o interior. Pero de nuevo, incluso en producir miedo, los candidatos socialistas demuestran su ineficacia. Otra vez, desentierran la Rosaleda, Serelles, el Calderón, el Bulevar, y cualquier persona sensata, si mira estas actuaciones que, entre otras muchas, siguen hoy abrumando con su presencia, la nada resultante de los doce años de gobierno de Antonio Francés, sabe bien que fueron positivas para la ciudad, más allá de algunos aspectos técnicos menores.
Como miembro independiente de la candidatura local del Partido Popular, si algo he aprendido en estos días de campaña que van tocando a su fin, es lo que es el juego limpio en política.