El árbol de los problemas
¿Quién no tiene problemas? Pueden ser de mayor o menor importancia , más o menos envergadura , transcendentes o intranscendentes , pero la verdad es que , cada uno de nosotros los tenemos. ¿Qué hacer con ellos? ¿Vamos a dejar que nos amarguen la existencia o dejarnos la piel intentando resolverlos?
Leyendo uno de los habituales devocionales cristianos , encontré el siguiente relato que quiero compartir con todos vosotros:
Un carpintero al que contraté acababa de terminar un día horrible en el trabajo. Un pequeño golpe le dejó sin furgoneta durante un par de horas, la sierra de calar dejó de funcionar en el momento más inoportuno. Y para colmo encuentra una rueda pinchada a la hora de volver a casa. Le llevaba a su casa cabizbajo y pensativo. Una vez allí, me invitó a conocer a su familia. Al acercarse a la puerta de entrada , se paró por unos instantes junto a un pequeño árbol que había en la calle y tocó con las yemas de sus dedos las hojas de las ramas.
Al abrir la puerta cambió su semblante, su cara triste y amargada se transformó sorprendentemente. Se dibujó una sonrisa en su rostro, sus hijos vinieron corriendo a abrazarlo y su esposa le estampó un gran beso en su mejilla.
Después de cenar y tener una pequeña tertulia me acompañó al coche, al pasar junto el árbol, despertó mi curiosidad. Y no pude evitar el preguntarle el porqué de sus caricias al árbol. Me contestó, que ese era su árbol de los problemas. Como no hay manera de evitar los problemas en el trabajo , intento que no lleguen a mi casa, ellos no son parte de mis hijos ni de mi familia. Simplemente cada noche al llegar a casa cuelgo los problemas en ese árbol y les encomiendo mis problemas a Dios. Después por la mañana, no hay tantos problemas como dejé colgados la noche anterior.
Hizo caso de lo que decía el salmista: “Echa sobre el Señor tu carga, y espera en Él y Él hará”.
Como comento al principio , es verdad que vivimos en una vida problemática , se nos acumulan a lo largo del día, pasamos más tiempo fuera de casa que con nuestra familia, y lo que es peor, en muchas ocasiones no podemos evitarlo. Lo que sí podemos evitar es que esos problemas entren por el umbral de nuestra puerta. Deja los problemas fuera, sé feliz con tu familia, comparte las alegrías y , claro está , habla de los problemas, , pero que estos no dominen vuestras vidas. Yo os aconsejo que tengáis un árbol de los problemas y que dejéis los problemas a Dios. Como dijo el Señor Jesús : Venid a Mí todos los que estáis trabajados y cargados, que Yo os haré descansar.
Este es mi consejo , que de una manera u otra, pero dejad los problemas para ser felices.