El año del despegue de Maia Llácer

Hace un año, pocos confiaban que Maia Llácer terminara de subirse a ese tren de alta velocidad que son ahora mismo las Olimpiadas del próximo verano en París y que tenía parada obligatoria en el Mundial de finales de octubre de 2022 en Liverpool. Haciendo un imposible, minimizando al máximo los efectos de una lesión de tobillo que le obligó a pasar hasta dos veces por el quirófano y que a punto estuvo de llevarle a arrojar la toalla, la gimnasta alcoyana disfruta del mejor momento de su carrera, muy segura de poder cumplir aquel sueño de niña, cuando con apenas 11 años, tuvo la oportunidad de vivir una Olimpiada como espectadora, fotografiándose con alguna de las estrellas de aquel momento, los Juegos de Londres 2012.

“Es momento de ilusionarse. Sé que está complicado pero hay que seguir soñando. Es lo que vengo haciendo desde que era muy pequeña y veía a las gimnastas de la Selección e imaginaba con ser algún día como ellas. Ese sueño lo he visto cumplido. He estado en Internacionales, Copas del Mundo, Europeos, Mundiales, Juegos del Mediterráneo y vengo de disputar unos Juegos Universitarios en China. Ahora voy a por el premio gordo, que para mí sería competir en una Olimpiada”, desvela Maia Llácer, en plena explosión deportiva, después de un 2023 para enmarcar, pero al que quiere poner la guinda, que pasa por las próximas semanas y ser una de las cinco componentes del equipo nacional que en octubre próximo buscará en la localidad belga de Amberes el billete para París 2024.

La alcoyana aterrizaba a comienzos de la pasada semana en Palma de Mallorca, donde reside desde hace unos años, cuando decidió completar su formación como gimnasta de élite en el Centre d’Alt Rendiment Illes Baleares bajo las enseñanzas de Pedro Mir, uno de los “gurús” de la artística española, con el que la alcoyana ha crecido exponencialmente en los últimos años y ha logrado abstraerse de todo aquello que representa muchas veces ir contracorriente por no ser una gimnasta becada por el CAR de Madrid.

Su tarjeta de presentación está ahí y ofrece poca discusión. Por méritos deportivos durante 2023 merece estar en la lista definitiva, pero habrá que esperar a conocer los criterios de la seleccionadora en el momento cumbre de la temporada. Maia Llácer, que ahora tiene 20 años, viene de liderar la representación española en los Mundiales Universitarios de Chengdu (China), una competición reducida para deportistas universitarios y si bien se encuentra un escalón por debajo de un Mundial o un Europeo, ha reunido a varios medallistas olímpicos y mundiales y ha atraído a más de 20.000 espectadores en las finales.

La alcoyana volvió a repetir la medalla de bronce por equipos que obtuvo en los Juegos del Mediterráneo de Omán (Argelia) y logró plaza en la final individual del All Around (el concurso completo de los cuatro ejercicios), mientras que por aparatos fue finalista en paralelas y suelo y quedó como reserva en barra y salto. Al final fueron tres días de máxima exigencia, con lo que ello significa, puesto que representa mucha tensión, además de un gran desgaste físico. En el ejercicio completo del All Around acabó quinta, en suelo finalizó pagando el esfuerzo de tres días de competición, y se quedó con la miel en los labios en paralelas, donde concluyó a menos de dos décimas de colgarse la medalla de bronce, que hubiera significado una inmensa alegría para la alcoyana.

“En cualquier caso, estoy muy contenta. Disfruté como hace tiempo que no lo hacía. Fueron unos Mundiales muy bien organizados, con mucha expectación en las gradas y de un nivel muy alto. En la sala de calentamiento tuve a mi lado a un campeón olímpico. He vuelto de China muy satisfecha de mi actuación. Está siendo un año muy especial para mí. Tanto a nivel personal como deportivo me siento muy a gusto con lo que hago. Le daría un 10 a este año, ahora espero poner la guinda y estar dentro del equipo que acudirá a los Mundiales de Amberes”, explica.

Puede leer el artículo completo en la edición de El Nostre Ciutat del sábado 12 de agosto de 2023.