“Domus Vi se convirtió en la casa de los horrores”
El 14 de marzo de 2020, día en que se decretó el estado de alarma por segunda vez en la historia reciente del país como medida excepcional para la contención del coronavirus, es una fecha que quedará grabada para siempre para las cerca de 140 familias de residentes del centro geriátrico Domus Vi de Alcoy. Aquella jornada sería el inicio de una tragedia de magnitudes incalculables entonces y que en tres meses se ha llevado por delante la vida de 73 personas, de las cuales Conselleria solo reconoce 63 como directamente relacionadas con esta crisis sanitaria sin precedentes.
Sin precedentes, claro está, puesto que hasta ahora no había existido algo semejante, pero que según la plataforma de familiares de residentes, constituida ahora en asociación de cara al inicio de las acciones legales pertinentes encaminadas a depurar responsabilidades, “se veía venir que algo así pudiera ocurrir en Domus Vi y no en cualquier otro geriátrico de la zona”, asegura Juan Valls, componente de la junta directiva de la citada asociación de afectados. En este sentido, recuerdan que el año pasado la residencia registró hasta tres brotes de gastroenteritis en tan solo nueve meses: “Qué casualidad que todos los enfermos estaban en Domus Vi”, lamenta el familiar.
Y fue precisamente a raíz de estos episodios y el hecho de empezar a detectar deficiencias, especialmente falta de personal, que un grupo de familiares decide crear una plataforma e inician su andadura a finales de noviembre de 2019. Remontándose al origen de los problemas que denuncian, el portavoz de los familiares y ahora presidente de la asociación de afectados, Josele García, remarca que una cuestión que disparó todas las alarmas fue el grito de socorro de una parte de la plantilla de trabajadores sanitarios del centro, quienes en un momento dado “nos hacen llegar que están asumiendo funciones que no les corresponden, para las que no se sienten capacitados, y tienen miedo de cometer un error grave. Ellos mismos no se sienten preparados y se les está obligando a hacerlo por parte de la dirección del centro”, afirma Josele García, quien añade que algunos de estos profesionales deciden abandonar su puesto de trabajo, incluso.
“Ya por entonces se le entregaron dos escritos a la directora planteándole nuestra preocupación por lo que estaba ocurriendo”, sin que las quejas surtiesen efecto alguno, precisan los afectados.
De estas acciones que llegaron acompañadas de denuncias públicas en los medios de comunicación por parte de la plataforma y de los propios trabajadores de Domus Vi en la Comunidad Valenciana, hasta que se desencadena la crisis del coronavirus pasan apenas dos meses. El 7 de marzo, una semana antes de la declaración de estado de alarma, la dirección del geriátrico restringe las visitas a los familiares. Ya esa primera medida tomada “sin darnos ninguna explicación” genera desconfianza entre los miembros de la plataforma, que casi desde ese primer momento empiezan a hacer uso del grupo de whatsapp como única vía de comunicación fluida para intentar advertir que está ocurriendo en una residencia donde el Covid empieza a cobrarse víctimas mortales desde la primera semana de confinamiento.
A partir de entonces el goteo de fallecidos es incesante, “había días que dábamos dos, tres y hasta cuatro pésames por el grupo de whatsapp, la centralita estaba bloqueada, se llegó a estropear, o eso nos decían, lo cierto es que no había forma humana de saber que pasaba allí dentro, el hermetismo ha sido algo dramático para las familias”, subraya Juan Valls, al tiempo que repara en la “falta de criterio” en la toma de algunas decisiones, sobre todo hasta que Sanidad interviene el centro y toma las riendas de la situación.
- Resumen de la entrevista publicada en la edición de papel del pasado sábado 20 de junio.
Foto: Parte de la junta directiva de la recién creada Asociación de afectados, reunidos en los locales de La Mistera para hablar con nosotros. | XAVI TEROL