Dies de molt, vespres de poc
Utilizamos la expresión Dies de molt, vespres de poc para indicar que los momentos de abundancia se alternan con los de carestía y que a todo tiempo de vacas gordas le sucede uno de flacas. Seguro que si la conocieran, muchos analistas la usarían en el actual contexto socioeconómico. Pero no se alarmen, no voy a castigarles con la crisis que nos acecha y lo mal preparados que volvemos a estar.
Me centraré, una vez más, sólo en el ámbito local, aunque en ese escenario la primera duda que nos asalta es a qué periodo de esplendor reciente nos podemos referir.
Bien sabido es que estas tres largas legislaturas de Antonio Francés no han tenido ningún período de bonanza. Lo único de lo que ha habido exceso ha sido de propaganda y de promesas, que han sido el santo y seña de un gobierno prepotente y vanidoso, un gobierno a la espera de que las subvenciones le sirvan de palanca como a Laporta (el presidente culé, no el mecenas local que rememoramos en estos días) y maquillen una desastrosa gestión económica puesta en duda por los técnicos de la casa, a los que utilizan a modo de escudos humanos para parapetarse de las críticas pero a los que ningunean en los asuntos de calado.
Y esos son justo los días de “mucho” que se nos avecinan: días, semanas y meses de muchos anuncios, de falsos compromisos de un alcalde cuyo mayor logro ha sido pasearse con chistera por el centro de Alcoy (por cierto, ¿es necesario ese exceso de protagonismo de las autoridades municipales en la semana modernista? ¿No tiene la sociedad local suficientemente acreditada la capacidad de organizar eventos grandiosos desde el anonimato?).
De aquí a mayo, el numeroso equipo de gobierno y sus voceros nos venderán un sinfín de proyectos (especialmente por realizar) y seguirán ocultando los datos sobre la peatonalización o los de encuestas sobre la pobreza en Alcoy (que pone los pelos de punta) o sobre la opinión que empresarios y trabajadores tienen de la administración de Antonio Francés.
Estos datos que el PSOE se afana en tapar evidencian que la paciencia de la ciudadanía ha llegado a su fin; aprovechando el reciente remake de Hombres G podríamos decirles aquello de “la cagaste Burt Lancaster”. Ya nadie os compra la moto. Tras casi 12 años mandando el estado actual de la ciudad les delata. Los parques y jardines están abandonados. De lunes a viernes las salidas de Alcoy son un reguero de trabajadores yendo a otras poblaciones. Los fines de semana buena parte de la población se va de compras o a dar un garbeo por Alicante o Gandia (lo único bueno que tuvo cuando estuvimos perimetrados fue que, menos el señor alcalde que se largó a Penáguila, las calles de la ciudad lucieron repletas de gente paseando). Cada generación de jóvenes que finalizan los estudios se va lejos a buscar su futuro. Son síntomas de una tragedia para el porvenir de todos nosotros.
Los alcoyanos ya saben qué sucede después de días de muchas promesas por parte del PSOE local: años de inacción, proyectos fallidos y decisiones arbitrarias. Nadie les desea que se retuerzan entre polvos picapica o que sufran como cantaba David Summers, pero su tiempo de pasarlo bien a costa de hipotecar el futuro de Alcoy ha llegado a su fin.
Los alcoyanos saben que este gobierno no cambiará nunca nada y que la ciudad no puede permitirse que estos días de mucha propaganda se conviertan en la víspera de una gestión pésima y de un futuro de poco: de molt poc. Después de 12 años ya no es momento de perder el tiempo en promesas y lisonjas vanas. Alcoy necesita recuperar la esperanza. Necesita un gobierno comprometido con la gestión del día a día. Un gobierno que gobierne.