Derecha, 1 – Izquierda, 0
Parece que, definitivamente, en Andalucía van a disfrutar de cuatro años de jolgorio. La composición de Gobierno, y nuevo Parlamento andaluz van a ser trajinados (que, no gobernados) por la totalidad de la derecha de esa extensa región española… Y digo, no gobernados, tras la experiencia, a nivel nacional, de lo acaecido entre 2011 y 2018.
Supongo que en eso parece que consiste la democracia, en la pluralidad, y en la alternancia dentro de la misma.
Y así va a ser, pueblo andaluz, dixit.
Tras muchos años de políticas –más que estúpidas, torticeras– el pueblo andaluz ha tirado por los cerros de donde ya sabemos, y ha decidido que a ver qué pasa haciendo las cosas peor que hasta ahora… Y no lo digo por los que han votado, que están en su derecho de decantarse por quien quieran, sino por los que han decidido que estaban hartos de hacerlo, y se pasaron las elecciones por el forro.
Que esa Comunidad la gobierne la derecha, entra dentro de lo posible, y dentro de la alternancia que mencionábamos, y así ha acabado ocurriendo. Lo que no puede entrar dentro de lo posible, es que una gran parte del electorado se ausentara del escenario como si la cosa no fuera con ella. Decía, no recuerdo quién, ni cuándo, que… “La libertad no consiste en hacer lo que se quiere, sino en hacer lo que se debe”.
No es lo mismo que un territorio sea gobernado –por quién sea- porque obtiene el apoyo mayoritario de la población, que hacerlo según la aritmética, por mor de un incalificable absentismo de gran parte de los que van a ser gobernados.
La derecha, en todas sus vertientes, siempre acude, porque es consciente de que ha de seguir controlando todo lo que se mueve… En cambio, la izquierda, siempre enferma de falsa legitimidad, se mantiene desde siempre dispersada, enfrentada, confundida dentro de su pretendida excelencia.
No somos capaces de aprender, sino que nos empecinamos en seguir disputándonos un espacio que ES DE TODOS, no de unos que se dicen La Izquierda, ni de otros que LLEVAN MUCHOS AÑOS, YA, ni de otros que, por hacerlo diferente, ACABAN TENIENDO INFINIDAD DE SIGLAS… Hace unos días, una persona dijo una frase que no he entendido nunca… “Es que esos, son muy de izquierdas”
Le rogué que me explicara qué es eso de SER MUY DE IZQUIERDAS… ¿Uno es más de izquierdas por pertenecer a un partido en concreto? ¿O lo es por sentir más desprecio por personas concretas de partidos de derechas? Puede que lo sea por alzar más la voz al hablar de política… No sé, sigo sin entenderlo.
Esa soberana estupidez, esa dispersión de la izquierda de este país, nos lleva a la existencia de infinidad de partidos que suman poco, y que encima, cuando deben de unirse no pueden ni verse… Y así nos va de mal…
Como muestra, un botón… o varios, aprovechando que hablamos de nuestra izquierda…
El Psoe, tradicionalmente considerado de izquierdas (ellos se siguen llamando: La Izquierda), y que ha llevado a cabo políticas que coinciden muy poco con esa ideología. Se da el caso de que se encuentran con la posibilidad de gobernar, y se lanzan como posesos a cerrar un pacto con la derecha para dejar fuera de juego a otro partido de izquierdas. Tremendamente edificante.
Podemos, partido al que sí le hemos de agradecer que se haya removido un tanto la tierra, sufre un cisma desde su propia cúpula (pablistas y errejonistas), y es un conglomerado de grupúsculos (cada lugar tiene uno diferente) y que han de unirse para poder acceder a los organismos que ha decidido la gente que les vota.
Pienso que si en Andalucía Teresa Rodríguez y su gente, hubieran concurrido a las elecciones como lo que realmente son (y si no lo son, no les entiendo) o sea, como Podemos, no hubieran tenido que soportar el abandono de muchos de sus votantes.
Puede que ese sea el sino de nuestra izquierda, pero como persona muy simple, aunque tremendamente realista, pienso que no debería buscarse la excelencia, ni la pureza infinita, ni el mayor de los pedigrís, como componentes de esa izquierda. Bastaría, tan solo, con tener la voluntad de trabajar para poder lograr el acceso a los lugares que permiten la gestión de este país, de esta sociedad que ya está harta. Harta de ladrones, harta de sinvergüenzas, harta de que la engañen, harta de organismos e instituciones que solo se han distinguido en el saqueo y en el deterioro de esa misma sociedad.
Les supongo inteligentes, intuyo que sus esfuerzos van encaminados a trabajar para que esta sociedad española avance, para que toda ella, y no solo unos pocos, tenga una existencia más digna. No entiendo esas disputas, muchas de ellas, dentro incluso de un mismo partido.
Dicho esto, estoy convencido de que la derecha de este país (toda ella, aunque dividida también en varios partidos) sabe de la importancia de no enfrentarse, saben, de sobra, que al final todas tienen su parte del pastel. Un pastel que degustan mientras observan, plácidamente, como sus oponentes de la izquierda continúan con sus batallitas, con sus patéticas escaramuzas.
Puede que no tengamos suficiente con el ejemplo de Andalucía, puede que el acojone nos dure solo unas semanas. Lo que no deberíamos olvidar es que solo se ha perdido una batalla, sería terrible, que por seguir con las mismas de siempre, acabáramos perdiéndolo todo.