Del Leeds al cielo

Su adaptación a la vida inglesa ha sido tan perfecta, que lleva unos pocos días entre nosotros y aún le cuesta expresar algunas palabras, sobre todo si están relacionadas con el fútbol. Durante la conversación, en ningún momento deja de esbozar una sonrisa que acaba siendo contagiosa, nada que ver con la tristeza del típico clima lluvioso y gris de las islas que le ha hecho refugiarse en la lectura, su antídoto a las interminables tardes donde la soledad de vivir en un país extranjero, con unas costumbres totalmente opuestas a las nuestras, le han terminado por generar un fuerte vínculo con los tres porteros del equipo, cosa que aquí en España no sucedía: “Es lo que pasa cuando estás fuera de tu país tanto tiempo. Aún así estoy encantado con esta experiencia y estoy muy agradecido al Leeds de haberme brindado esta oportunidad. En el equipo habían tres porteros, un alemán que venía del Weder Bremen, un inglés con más de 300 partidos en la liga inglesa y un irlandés joven, que era el tercero del equipo, pero que ha terminado jugando los doce últimos partidos y ha sido seleccionado por Irlanda. He tenido que luchar contra el cartel de tener 32 años y no haber sido profesional. Ante la barrera del idioma he tenido que ganarme la confianza utilizando el método de la confianza. Allí no existe la cultura del abrazo o del reconocimiento tras haber hecho bien un ejercicio con detalles como chocar una mano. Al final del año he logrado crear una atmosfera muy bonita entre nosotros por encima de si uno era titular o no. Es una de las cosas de las que más me enorgullezco y contento me siento”.

Quien así habla es Marcos Abad, un treintañero que hace unos años decidió dignificar la profesión de portero con su metodología y sistemas de entrenamientos hasta ese momento desconocidos. La oportunidad le llegó en la temporada 2009/10 como entrenador de porteros del Alcoyano. Aquel año ya vivió todo un máster de aprendizaje con Maestro y Dorronsoro, porteros de la vieja guardia, que veían aquellas sesiones como algo estrafalario. Fue Pepe Bordalás quien confío en la fuerza de aquel chaval con una ilusión enorme y se lo llevó al Elche. En tierras ilicitanas pasó siete temporadas, tuvo la experiencia de pisar durante dos campañas la Primera División, hasta que en febrero de 2017, y tras rechazar una oferta para marcharse a China, fichó por el Middlesbrough de Aitor Karanka para ocuparse de la preparación de Víctor Valdés y de Brad Guzan. La experiencia solo duró unas semanas, el ex del Real Madrid fue destituido, si bien aquel efímero paso por la Premier no quedó en saco roto y Víctor Orta, con quien coincidió en el Elche, le llamó para pasar a formar parte del staff técnico del histórico Leeds que iba a ser entrenado por el hispano-danés Thomas Christiansen, que los buenos aficionados recordarán porque Clemente le hizo debutar en la Selección jugando en el Barça B en Segunda División, un caso único dentro del fútbol español.

“Nada más llegar a Leeds, en el hotel donde me quedé aquellos primeros días, vino alguien de recepción y lo primero que hizo fue enseñarme su pecho donde tenía tatuado el escudo del equipo y se golpeó de la manera que lo hacen sus aficionados”, cuenta Marcos Abad, que nunca olvidará aquel recibimiento. “En la ciudad existe un sentimiento de pertenencia muy grande. A los desplazamientos suelen ir de 5.000 a 6.000 seguidores y en casa no bajamos de los 31.000 espectadores de media. Es el segundo club con más aficionados de la English Championship (Segunda División inglesa) y está entre los cien de toda Europa en cuanto a número de seguidores, creo que figura en el puesto 47. No solo me ha sorprendido la entidad, también la ciudad, es muy acogedora y se vive muy bien. El club hace todo lo posible para que el aficionado no le falta de nada, desde que nace hasta que se muere, aunque suene fuerte. Organiza toda clase de eventos durante el año, tiene su propia televisión en la que puede ver los partidos de fuera de casa vía streaming, antes de venirme celebró una cena en la que se dieron los premios al mejor jugador de la temporada y mejor jugador joven. Los fans, que es como llaman allí a los seguidores de los equipos, tienen la posibilidad de sentarse en la misma mesa de un jugador. También tienen muy presentes a sus jugadores más emblemáticos, son muy respetados sus leyendas, hacen que el futbolista que viene perciba la importancia que tiene el club. Es otra cultura, allí un partido no dura 90 minutos, comienza a primera hora de la mañana y se sigue viviendo después de terminarse, no importa si se ha ganado o perdido para continuar pasándoselo bien”.

Una forma de vivir los partidos que también se traslada a los terrenos de juego y que hace que el fútbol inglés sea tan distinto al que se practica en Europa: “Allí la afición hace que el fútbol se juegue tanto en las dos áreas, el box to box que ellos dicen, en el que la finalidad es llegar lo más rápido posible a la portería rival. El ‘tacklie’, el meter el pie en cada acción es innegociable, al balón parado se le da mucho valor y cualquier córner se celebra como una ocasión de gol. Tanta intensidad hace que se genere mucho desorden, con la llegada del entrenador extranjero ha cambiado la tendencia, se ha mejorado en el análisis de los partidos. El entrenador inglés no profundiza demasiado en el conocimiento del juego. Lo que ha hecho el entrenador europeo ha sido aprovechar la parte competitiva del jugador inglés para añadirlo a una mejoría táctica del juego. Ahora nos encontramos que ningún equipo del Top-6 de la Premier está dirigido por un inglés. La llegada de entrenadores como Guardiola, Mourinho o Pochettino ha tenido un fuerte impacto en la Premier. Han demostrado que hay cabida para otros caminos hacia la victoria. Es encomiable la recepción que tiene el futbolista inglés a la hora de realizar esfuerzos en un entrenamiento. Su entrega es absoluta, nunca hay la más mínima queja cuando se pide mayor intensidad o la sesión tiene que alargarse, el respeto es máximo hacia las decisiones del mánager”.

El Leeds, pese a ese peso que marca su historia, terminó por quedarse en el camino y acabó muy alejado de los puestos de ascenso. Durante las veinticuatro primeras jornadas estuvo ahí, incluso fue líder en más de una jornada, pero su desplome final le llevó a terminar decimotercero: “Tuvimos seis expulsados seguidos y tres lesionados de gravedad, entramos en una espiral negativa de resultados, el equipo era muy joven y ni con el cambio de entrenador logró reponerse. Tengo un año más de contrato con ellos, pero lo que nunca olvidaré será la oportunidad que me han ofrecido, abriéndome la mente a experiencias que antes pensaba que eran imposibles. El lenguaje del fútbol es universal y cuando realizas una tarea con pasión y profesionalidad como he intentarlo hacerlo yo, es difícil que no se te valore sea en Inglaterra, España o en China. A nivel de mi trabajo ha sido una temporada muy enriquecedora. En lo personal ha habido momentos difíciles, el clima es muy diferente, esa falta de luz al salir a la calle condiciona mucho el día a día. He descubierto la lectura, me ha servido para evadirme de esos momentos de soledad, creo que habré devorado más de veinticinco libros en todos estos meses. Cada visita que tenía era como un golpe de aire fresco. Me ha hecho valorar mucho la familia y los buenos amigos”.

En la lejanía no ha olvidado sus dos amores, el Elche que fue quien le catapultó a nivel profesional, y el Alcoyano, el equipo de su niñez y con el que soñó tantas veces ser algún día su portero titular: “Me alegro con cada victoria de ellos y sufro cuando pierden porque son dos clubes que los siento mucho. El Elche no se merece estar en Segunda B, su sitio está más arriba y confío que termine subiendo, está obligado a ello. Igual pienso del Alcoyano, por afición y ciudad espero que vuele pronto hacia arriba. El último ha sido un mal año, por eso creo que es muy importante tener una buena estructura de club, porque cuando las cosas no salen bien una temporada teniendo una estructura sólida te puede ayudar y al año siguiente volver otra vez donde estabas. Para un profesional es muy importante llegar a un club donde sea atractivo jugar, que todo esté perfectamente organizado desde el utilero hasta la secretaria, que tenga un sitio en condiciones para entrenar, no depender de si tiene que ir a un lado u otro. Eso hace que el futbolista quiera jugar en ese equipo. Creo mucho en esa forma de trabajar porque a la larga acaba marcando diferencias con respecto a esos clubes que no están tan bien estructurados”.

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