Del fútbol al cine

El 28 de agosto pasado se cumplió el centenario de la inauguración del campo de “El Collao”, hubo “un brillantísimo festival deportivo”, organizado a beneficio de los soldados heridos en la guerra de Marruecos, amenizado por la banda del Regimiento Vizcaya, acto presidido por una gran bandera española, finalizando con la interpretación de la Marcha Real(1). Quico Carbonell y Antonio Reig en “El Nostre Ciutat” del 18 de diciembre último publicaron –Quico lo descubrió en 2017- que la primera exhibición de películas en Alcoy fue en el teatro Principal el 19 de diciembre de 1896, o sea hace ciento veinticinco años, un año justo después que los Lumière presentaran su invento, el cinematógrafo, y sólo tras seis meses de que se vieran en Madrid. En Europa coincidieron las exhibiciones de estos dos inventos, y la mayoría de sus ciudadanos decidieran los domingos acudir, a primera hora de la tarde, o por las mañanas, a ver competir a sus equipos de fútbol, y luego desinhibirse yéndose al cine a distraer el pensamiento, ya fuera riendo o llorando.

El fútbol y el cine tienen en común el ser un juego de ganar y perder. En ambos vemos violencia y nobleza, marcan la memoria, recuerdos y olvidos, con tintes de teatro. A los campos de fútbol y a las salas de cine concurren gentes de toda clase y condición.

El cine y el fútbol de mi juventud poco tiene que ver con los actuales. Nuestro Collao es el más parecido a los campos de entonces, nada de estadios, y las localidades eran casi todas de pie, en cuanto a las salas de cine en cualquier mediana ciudad había más de una. En Alcoy llegamos a tener ocho, sin contar los cines de verano. Del fútbol habrá quién recordará “el agua milagrosa”, “las palmas de tango” y los característicos gritos de cada equipo; en el Collao en los momentos en que bajaba el furor y acallaban las gargantas, de repente atronaba un vozarrón “¿y los leones?”, solía ser Bou, un indígena jugador del primer Alcoyano, y cómo no el recuerdo a D. Pedro: ¡Escartín, Escartín! Al tiempo, en los cines “el caramelero”, con una bandeja al cuello, recorría los pasillos pregonando: “Caramelos, bombones, pastillas de café con leche”.

En invierno el fútbol empezaba a las tres de la tarde. En la plaza de España y calle San Lorenzo se aglomeraba el gentío. A pie o en un autobús cacharrón, que paraba por el “Cantó del Pinyó”, más unos pocos automóviles particulares y taxis, –entonces llamados “coches del punto”–, todos entusiasmados al Collao; ¡Deportivo, Deportivo! Y al finalizar corriendo al cine, localidades numeradas, los había que iban a rematar el día al “Pasaboga”, salón de baile de la “Orquestina Iris”, carrer Caragol, donde actuaban Amanda Gisbert y Jimi.

Cerca de las diez de la noche, en la fachada del “Bar Ideal”, un camarero encaramado a una escala, en una pizarra rectangular, anotaba los resultados de los partidos de fútbol… El C.D. Alcoyano jugaba en las ligas grandes, y en nuestros cines se estrenaban las películas antes que en Alicante, concretamente Alcoy fue la primera ciudad de la región valenciana que vio “Los diez mandamientos”, y podemos afirmar que de toda la región se organizaban viajes para venir a visionarla.

¡Qué bien se dormía cuando el Alcoyano ganaba! Las empresas funcionaban a tope, y fútbol, cines, teatros y bares llenos siempre a rebosar.

El cine, más bien pronto, fue considerado el séptimo arte, y ahora, ya, el fútbol ha convertido al chut <la patada> en una de las bellas artes.

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