De la doble cara al señorito andaluz
Está visto que el Alcoyano de esta temporada tiene una capacidad ilimitada de sorprender. No solo es capaz de jugar bien como lo hizo hace quince días frente al Roda, sino también de emocionar, algo que no está al alcance de muchos. Su última media hora frente al Paterna fue para guardar y recordar durante mucho tiempo, en especial en los últimos diez minutos, a raíz del penalti fallado por Jony Ñíguez, que resultaron antológicos. Hacía mucho tiempo que no se vivía algo similar en el Collao.
De un Alcoyano que era un tostón, hasta empalagoso durante muchos minutos, se pasó a otro trepidante, incisivo y vertical, con un Ruba que muchos se preguntan cómo un jugador de ese nivel, estuviera echando malvas en el equipo de su ciudad y no hubiera nadie que apostara por un futbolista descomunal para la Tercera. El burgalés se ha ganado el derecho a ser el nuevo ídolo del coliseo blanquiazul.
La cerrada ovación con la que la afición agradeció su exhibición del segundo tiempo cuando fue sustituido a dos minutos del final habla de lo mucho que ha calado en la grada del Collao. Para el recuerdo quedará su amague con el que dejó sentado a un defensor del Paterna en un palmo de terreno. Si lo de Ruba fue para quitarse el sombrero, no menos fascinante resultó lo que hizo José Juan en el descuento.
El gallego está demostrando que es un profesional como la copa de un pino. Su fichaje pudo levantar alguna sospecha, no solo por sus 40 años que doblan la edad de más de un compañero suyo de vestuario, sino que después de una carrera labrada a pulso en el fútbol profesional, verle de repente en Tercera a más de uno le chirrió. Sin embargo, no solo esta demostrando que a ilusión no le gana nadie y ahí están sus ya famosas carreras desde su portería para sumarse a la celebración de un gol del equipo, sino con el penalti parado en el descuento constató que está hecho un chaval.
En cada partido está dejando una parada decisiva y ante el Paterna demostró que también suma puntos para el equipo. Mañana vuelve el fútbol entre semana al Collao, ese que tanto gusta a la afición y tanto disfruta. Viene el Castellón de Óscar Cano, un técnico que en su corta etapa en el Deportivo se dedicó a pasar factura y dividir un vestuario que no aceptó la intromisión de la planta noble del club convirtiéndose en el brazo ejecutor de una cúpula dirigente que siempre tuvo celos de lo que allí se gestaba.
Aquello terminó con el adiós de César Ramón y poco después el ‘señorito andaluz’. como algunos llamaban al técnico granadino, fue cesado tras una bochornosa derrota en casa del colista.