Cuidado con la Rosa, tiene espinas

Llegadas y pasadas esta fechas, la tradición marca que todos el mundo debe comprar flores como señal de recuerdo y honra hacia los seres queridos muertos. Es una tradición secular que perdura y personalmente mantengo aunque quienes bien me conocen saben que cuando mi residencia definitiva sea el aireado Camposanto con vistas a nuestras montañas desearía que se honrase mi recuerdo sin flor alguna , a lo sumo con un simple capullo y así y todo creo que ni tan siquiera eso.

El ornamento floral digamos que luce, pero debemos decir que lo hace durante tres días en su máximo esplendor para posteriormente pasar por un proceso nada halagoso ni para la vista ni para el olfato. Ni por asomo pretendo convencerles de nada, pero ya me dirán ustedes donde radica la hermosura de cientos y cientos de ramos, centros y jardineras marchitas y desprendiendo ese característico olor a flor mustia. Pues para combatirlo se pusieron de moda las flores artificiales, dan el pego durante más tiempo, pero cuando ese sol que cae a plomo por esos lares ataca a su colorido, pues…..ya saben cual es el resultado.

Insisto, yo cumplo con la tradición y año tras año llevo las pertinentes flores a mis seres más querido que ya no están entre nosotros pero puesto a elegir como decía Joan Manuel Serrat, prefiero que “no”. Por otro lado hay que comprender a los que después de la “no deseada marcha” quedan o quedamos aquí y queremos o necesitamos ofrendar a esas personas queridas , al margen de una visita u oración solo queda poder llevarles las susodichas flores.

Está bien, pero no lo veo en mi fachada. Y pensando en quien teóricamente pueda desear honrarme con algo, he de recapitular y llegar a convenir conmigo mismo en la autorización moral de permitir esa efímera ofrenda de un simple pero representativo capullo que por otro lado y todo sea dicho de paso, igualmente perderá esa tersura propia de su juventud para convertirse en una rosa abierta y pocha de las que tanto reniego pero que teniendo en cuenta mi estado más que vegetativo poco me importará pero tendré que advertir de los peligros de tal acción, “cuidado con la rosa que tiene espinas”, porque esa es otra, no es que la pochez afeará y romperá la pulcritud de mi lápida, sino que esa delicada y aparente belleza para salvaguardar en primera instancia su virginidad como capullo y en posterior estado a modo de revancha y venganza por su deteriorado estado, va provisto de unas espinas de las que todos somos sabedores y a pesar de ello antes o después llegamos a sufrir en nuestras carnes o dedos.

Sí, sí ,ahí están, erguidas, impasibles y sin perder jamás su compostura, ahí están como vigías siempre alertas a salvaguardar en cualquier momento a su doncella en primer término, a su señora en posterior etapa y a la anciana de labios pintados de fuerte carmín en el rápido ocaso de su vida. Ella se irá pero las defensas propiciadas como sus guardianes perdurarán a modo de recordatorio de “quien tuvo retuvo”a pesar de su efímera existencia incluso después de su fenecimiento.

Recuerda cariño por si sigues en el empeño de ofrecerme esa ofrenda, ¡cuidado con la rosa, pincha porque está llena de espinas! y si lo que quieres es darle algo de vida a mi fría fachada gris prefiero una rama de tomillo o romero que son duraderas en el tiempo, nadie la tomará prestada y no alteran su color ,pero la dichosa florecita es pura apariencia, con una vida extremadamente fugaz . Hazlo por mí , prefiero la elegancia y sobriedad de mi traje gris, eso siempre quedará, mientras que de los adornos nadie se acordará. No, la rosa no, prefiero tu recuerdo y una sencilla oración. Pero…..todo queda en tus manos.

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