Condena pública… o complicidad. ENRIQUE PEIDRO
Cuando se trata en las escuelas un tema tan delicado como el del acoso escolar, señalamos que siempre hay tres agentes participantes: víctima, agresor y observadores. En estos últimos, de manera indirecta, recae una gran responsabilidad a la hora de prevenir e intervenir en estos casos, ya que su tendencia natural es no implicarse en modo alguno, evitando así verse salpicados por el conflicto en cuestión. Sin embargo, es muy importante que comprendan que su obligación es actuar, bien denunciando los hechos si los ven o, mejor todavía, interviniendo y apoyando a la víctima para aislar al agresor. No hacerlo, les convierte en cómplices. Algo similar sucede en el entorno laboral, donde por desgracia también ocurren sucesos similares.
La pasada semana el concejal Marcos Martínez, ex miembro del grupo municipal de Ciudadanos, dio a conocer una serie de actuaciones que ha venido sufriendo desde el inicio de esta legislatura por parte de la portavoz de ese grupo político. Hechos tan lamentables como la ocultación de información, trato vejatorio, ninguneo o, el más grave de todos ellos, presunta falsificación de su firma en un documento oficial del ayuntamiento. Llegados a este punto, mi pregunta es… ¿pueden hacer algo los observadores para que estos actos no queden impunes?
En primer lugar, tenemos el papel de los medios de comunicación. Como es lógico, muchos de ellos no tardaron en llamar a la interpelada para conocer su versión de los hechos. Pero, sorprendentemente, no hubo ni una sola palabra acerca de las graves acusaciones que sobre ella se habían vertido. Las declaraciones de Rosa García se centraron en acusar a Marcos Martínez de tránsfuga y a exigirle que devuelva su acta de concejal apelando, paradójicamente, a criterios éticos. Unos principios que, curiosamente, ella ha demostrado no tener. En mi opinión, estos mismos medios de comunicación deberían insistir, volver a llamarla una y otra vez para demandar una explicación acerca de las duras palabras de Marcos Martínez. La opinión pública debe conocer todas las versiones, tenemos derecho a ello, y es misión de la prensa indagar, interrogar, insistir. Ojalá lo hagan, porque el tema es lo suficientemente serio como para dejarlo correr sin más.
También como observador se encuentra Ciudadanos, el partido al cual Rosa García representa en Alcoy. A nivel local tanto la anterior como la actual junta directiva ya se han manifestado claramente mediante un acto tan contundente como su propia dimisión. Con ella han demostrado su posicionamiento y no se han convertido en cómplices de tales abusos. Sin embargo, el resto del partido no ha estado a la altura, especialmente los responsables de la rama de acción institucional, quienes siendo conocedores de los hechos y no actuando para pararlos, no han cumplido con una labor tan importante como es la de mantener el orden y garantizar que se cumple escrupulosamente con la legalidad. Al parecer, su única preocupación era evitar que esto trascendiera a la prensa para evitar un escándalo mediático. ¿Qué autoridad moral tienen ahora para juzgar la decisión tomada por quien ha sufrido y denunciado una situación tan execrable durante varios años? Ninguna en absoluto, ya que con su silencio no solamente son cómplices sino también, en gran medida, responsables.
En una situación delicada se encuentra en estos momentos el alcalde de Alcoy, Toni Francés, tras comunicar públicamente el concejal Marcos Martínez los motivos de su
decisión. Recordemos que, entre otros muchos excesos, sufrió la presunta falsificación de su firma en un documento oficial del consistorio. ¿Tendrá el señor Toni Francés intención de tomar algún tipo de medida al respecto? Francamente, desconozco qué herramientas tiene y cuáles son sus posibilidades. Pero no hacer nada, ni siquiera manifestarse al respecto, supondría una decepción para muchos, ya que estamos ante un presunto hecho delictivo que ha sucedido bajo su gobierno y del cual, no puede negarlo, tiene conocimiento directo.
Es turno de expresar su opinión del máximo responsable del ayuntamiento de Alcoy, quien no debería tolerar que nadie cometa una presunta ilegalidad. Nadie exige grandes medidas, pero sí que actúe y haga todo aquello que esté en sus manos. Que busque pruebas de lo que se denuncia y, si las obtiene, no sería descabellado emitir una reprobación pública contra una conducta que, incluso, podría ser merecedora de una sanción mucho más dura. De lo contrario, callando, estaría amparando tal actuación, dando pie a que en el futuro cualquier otro concejal pueda cometer otros actos fraudulentos sin miedo a ser sancionados. Dejar esa puerta abierta sería muy peligroso.
No mire para otro lado, señor Francés. Esto no es una simple pelea entre antiguos compañeros de partido que se llevan mal. No es algo ajeno a usted. Es un hecho gravísimo que ha sucedido en una organización de la cual es usted el máximo responsable y que, por tanto, no puede ni debe amparar con su silencio. No se convierta en cómplice, con su silencio, de una de las mayores tropelías democráticas que se han realizado recientemente en nuestra ciudad.
Confiamos en usted. El honor de todo el pleno municipal está en juego.