Con difícil solución

No siempre la conversación, que te llega de forma fortuita, puede causar un impacto tan demoledor como la que tuve que oír, entre dos personas que, en una primera impresión, no parecían tan distantes.

Sostenía una de ellas que las sociedades del llamado tercer mundo están pasando verdaderas situaciones carenciales y que, la labor de las ONGs, con su participación, sacrificio y ayuda desinteresada, están paliando, en algún medida, una situación caótica y por más desesperada. Expuso a continuación una serie de acusaciones que empezaban incluyendo las catástrofes climáticas, pasando por una mala administración local, y un egoísmo general, para terminar con la insensibilidad y racanería de los países centrales para condonar la deuda de los países periféricos que están totalmente empobrecidos. Como solución apuntaba no sólo a que se perdonara la deuda externa, sino, el ir hacía un equilibrio, en el que esos países subieran su renta progresivamente…

–¿Hasta que alcanzaran la nuestra? – respondió el otro – Eso es imposible. Se hace, y de hecho se está ya en ello, justo al revés, nosotros tenemos que bajar nuestro nivel de vida mucho, y ellos subir un poco el suyo, para que la distancia entre los países ricos y pobres se vaya nivelando en lo posible.

– Ya veo, nivelar, sí, pero a la baja – contestó el otro con tono ya algo cabreado-

– Pues algo así. El nivel de vida que nosotros hemos alcanzado no puede ser alcanzado por nadie más, pues el planeta no puede soportar niveles más altos de contaminación que supondría una industrialización acelerada de esos países.

Para los que vivimos “tan bien”, en estos países centrales, esa “música” tiene connotaciones demoledoras y falaces.

Apuntó el personaje que las ONGs estaban permitidas por su función “parchista” (creo quería decir, de parche como los que se ponen a las ruedas para cubrir un agujero) y por la segunda función como espita, para paliar, en alguna medida, el descontento popular. Los politólogos estarán asombrados que la gente concienciada socialmente de esta área del planeta, esté siempre viva, activa y sensible y que abrigue la esperanza de cambiar las cosas (siguiendo la dinámica de Mayo 68, Transición democrática. participación social y ahora ONGs y manifestaciones antiglobalización). Sí, la sociedad se mueve, a pesar del criterio netamente regresivo que se intenta generalizar. Y no le queda otro remedio cuando el problema demográfico así se lo exige y una planificación de económica sostenida es la solución a la que se apunta todo proyecto político y social.

Para más estupefacción añadió : “ Nosotros somos los pobres realmente. Ellos tienen la materia prima, la energía tan imprescindible, digamos el petróleo y nosotros la técnica, hemos llegado a un equilibrio entre los dos mundos…

– (¿?)

.. pero, todavía mandamos nosotros. Si los países que poseen las materias primas alcanzaran nuestro nivel tecnológico pasarían de nosotros y los términos se invertirían, volveríamos a ser los realmente pobres y quedaríamos dominados por ellos. Así que no denoste tanto a esos Sres. del FMI y BM que a todos nosotros nos conviene que mantengan las cosas como están”. Desde luego no se le podía tachar de poco sincero.

Quizás yo no llegue a comprender nada de la geopolítica que exponía el interlocutor al que furtivamente escuché, pero mi instinto me dice que hay otra forma más justa y equitativa para organizar la sociedad, donde unos no tengan que morir de hambre ni los otros de saciedad y la sociedad está dando, de una forma u otra, una respuesta más humana, con ONGs, con manifestaciones, sentadas, huelgas o lo que sea. Prueba ineludible de que sigue viva, ahora le queda estar atenta.

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