Carta única

La semana pasada fue ‘la hora de la verdad’ para muchísimos estudiantes en nuestro país con la Prueba de Acceso a la Universidad (PAU), también conocida como Selectividad.

Una ‘carta única’ en la que te juegas tu futuro, o al menos eso te hacen creer.

Más allá de tomar decisiones muy relevantes a unas edades en las que eres casi incapaz de escoger entre un pantalón u otro, es que tu vida como estudiante, tu esfuerzo, lágrimas, enfados y sentimientos tan encontrados como la euforia y la impotencia, se congregan en tres días.

Tres días para que se decidan muchas cosas de tu futuro más inmediato, porque aunque digamos que la vida es muy corta, en el camino, si hay suerte, hay muchos años que vivir y muchos cambios que experimentar, incluido, la trayectoria profesional.

El emprendedurismo ha estado siempre presente, teniendo ese nombre o sin tenerlo, porque cuando la situación aprieta, el ingenio se agudiza, si no, que se lo digan a esas personas que tienen que sacar a sus familias adelante sea como sea. Cada vez son más las profesiones que van surgiendo y que se abren camino en una sociedad acelerada.

El caso es que, pese a que hice la Selectividad hace ya más de una década, recuerdo perfectamente las sensaciones, las propias y las de mis amigos cercanos. Diría que en algunos casos era absolutamente insostenible vivir de la manera en lo que hacían algunas de las personas de mi entorno estudiantil.

La preparación a la PAU, tenía –no sé si continua siendo así ahora–, varios caminos preparatorios. Obviamente, el del marco académico, en el que te van explicando cómo serán las pruebas a las que te enfrentarás, pero también ese en el que la palabra Selectividad aparece en cada día lectivo, y hace su asomo en tus sueños o pesadillas.

Te dicen más o menos cómo será, te dejan claro lo que te juegas en esos días, pero nadie de tu centro educativo te acompaña, al menos a mí, en el proceso de comprender las emociones que sientes y saber digerirlas para no suponga un trauma.

De alguna manera, es una experiencia en tu vida, que ya deja ver más o menos el funcionamiento del sistema en el que nos encontramos, con la diferencia de que cuando haces la PAU, la edad que tienes, dista mucho de tener herramientas emocionales y, de perspectiva, para que ahora, 13 años después, yo siga escribiendo de esta vivencia.

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