Bona excusa té el malalt
Una de las frases hechas que nuestra lengua nos concede para definir prácticas habituales de los casi diez años de Gobierno socialista de Antonio Francés es Bona excusa té el malalt. Se trata de una expresión que se utilizar para criticar a quien para disculpar sus fallos los atribuye falsamente a otro o a causas extrañas.
Es el modus operandi del equipo de Francés: una magnífica máquina de propaganda, de anuncios positivos con gran profusión de fotografías y capaz de desparecer de escena cuando pintan bastos. Pueden advertir que nunca hay un atisbo de autocrítica, ninguna mala decisión reconocida, ningún error cometido. Nada hace mal nuestro alcalde.
Ya no es sólo que el PP sea, ante sus ojos, el culpable de todos los males. Los pasados, los actuales e incluso los que vendrán. Ante cualquier crítica de Guanyar, en la réplica siempre aparece algún antiguo concejal de Esquerra Unida culpable de algo. Si es Compromís el que osa censurarlos, responden rápidamente que cuando compartieron gobierno ellos hicieron o dejaron de hacer tal cosa. Asistimos a una vergonzosa vuelta al patio del colegio con aquello de “rebota, rebota y en tu…. explota”. Toda una lección de responsabilidad y compromiso. Y de enorme nivel de discurso político.
El Gobierno de Francés no solo ha mostrado la (dudosa) virtud de atribuir sus fallos a otros, sino que también se aprovecha de causas extrañas para justificar los problemas. Un buen ejemplo son los derrumbes de edificios del Centro que, según su discurso oficial, fueron causados por la gran cantidad de agua caída durante la borrasca Gloria. Pese a que ni de lejos las precipitaciones fueron las peores que ha sufrido la ciudad y que incluso fueron menores que en municipios de nuestro entorno, Francés y los suyos se sirvieron de la extraordinaria precipitación para eludir la responsabilidad de años de inacción e incluso de incumplimiento de la propia normativa municipal sobre inspección técnica de edificios.
En la misma línea, el Gobierno se sirve de la desgraciada pandemia que sufrimos para justificar retrasos o aplazamientos en proyectos que se veía en marzo, antes de comenzar esta pesadilla, que no iban por buen camino. ¿De verdad creen desde el Gobierno socialista de Alcoy que no hacen nada mal? ¿Que después de una década gobernando todo lo (mucho) que no funciona es culpa de otros?
Mal vamos si es así. De esa falta de autocrítica y exceso de autosuficiencia ha dado buena cuenta el Síndic de Greuges. Ante la queja presentada por el Partido Popular de Alcoy la respuesta del defensor del pueblo valenciano no tiene desperdicio: catorce folios en los que queda patente toda la soberbia y falta de transparencia con la que actúa el Gobierno local.
A las palabras del Síndic se unen las de los trabajadores del Ayuntamiento, que han denunciado la “actitud prepotente y no negociadora” del equipo de Francés. O las de los familiares de las víctimas del geriátrico de Oliver, que reprocharon al alcalde su desatención durante la tragedia. Ya no solo protestan los grupos políticos de la oposición. Está empezando a hablar la sociedad, que lanza un mensaje claro: Alcoy necesita unos gestores responsables que se preocupen más por el trabajo y el futuro de la ciudad que por un buen titular al pie de su flamante foto.