Artaban

Ya hemos empezado el nuevo año y la verdad y como era de esperar, no lo ha hecho con demasiado buen pie. La celebración del fin de año y por tanto, principio del entrante, no lo pudimos celebrar en ningún restaurante ni en ningún local donde pudiéramos bailar. Seguidamente nos confinaron y lógicamente nos quedamos sin nuestra amada Cabalgata de los Reyes magos. Ese trío de personajes que fueron a adorar al recién nacido Jesús, según cuentan los relatos bíblicos, aunque no está escrito que fuesen tres; sin embargo se supone que eran esa cantidad por los regalos de oro, incienso y mirra. Al igual que tampoco se dicen sus nombres y si los llamamos Melchor, Gaspar y Baltasar parece ser que fue por un mosaico que apareció sobre el siglo sexto. De todas maneras hoy quiero contaros una historia que realmente es una leyenda y al leerla me pareció muy interesante y aquí os la relato. Nos enseña lo que Dios espera de cada uno de nosotros, pero aunque no seas persona de fe, te puedo asegurar que también te vendrá muy bien.
“ Se cuenta que había un cuarto Rey Mago, que también vio brillar la estrella sobre Belén y decidió seguirla. Como regalo pensaba ofrecerle al niño un cofre lleno de perlas preciosas. Sin embargo, en su camino se fue encontrando con diversas personas que iban solicitando su ayuda. Este Rey Mago las atendía con alegría y diligencia e iba dejándole una perla a cada uno. Pero eso fue retrasando su llegada y vaciando su cofre. Encontró muchos pobres, enfermos, encarcelados y miserables y no podía dejarlos desatendidos. Se quedaba con ellos el tiempo necesario para aliviarles sus penas y luego procedía su marcha, que nuevamente era interrumpida por otro desvalido.
Sucedió que cuando por fin llegó a Belén, ya no estaban los otros magos y el Niño había huido con sus padres hacia Egipto, pues el Rey Herodes quería matarlo. Artaban siguió buscándolo, ya sin la estrella que antes los guiaba. Buscó, buscó y buscó…Y dicen que estuvo más de treinta años buscando al Niño, y ayudando a los necesitados. Hasta que un día llegó a Jerusalén, justo en el momento que la multitud pedía la muerte de un pobre hombre inocente. Entre el dolor, la sangre y el sufrimiento, podía ver en sus ojos el brillo de aquella estrella. Aquel que iba a ser ajusticiado era el Niño que por tantos años había estado buscando. La tristeza llenó su corazón y ya viejo y cansado por el paso del tiempo. Aunque todavía guardaba una perla, pero ya era tarde, pues aquel Niño se había convertido en Hombre y colgaba de una cruz. El Rey se quedó en la ciudad a la espera de su muerte, sin embrago pasados tres días una luz muy brillante, más que la estrella, iluminó su habitación. Era el mismísimo Hijo de Dios resucitado, al cual el Rey le ofreció la única perla que le quedaba. Jesús tomándole la mano lo animó diciéndole que nunca había fracasado, al contrario, le dijo que durante todos estos años lo había encontrado , tenía hambre y me diste de comer, desnudo y me vestiste, tuve sed y me diste de beber, preso y me visitaste. El Niño estaba en todos los pobres que atendió y sólo podía tener agradecimiento por tantos regalos de amor”.
Así que cada uno de vosotros saque su propia moraleja, sea creyente o no. Este año va a ser uno de esos en el que todos vamos a necesitar ayuda, empatía, comprensión y sobre todo mucho amor.

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