Apretar i engolir
Es probable que todavía recuerden cuándo escucharon por primera vez la expresión apretar i engolir. Seguramente fue de niños, delante de algún jarabe imbebible que nos obligaban a tragar. Años después nos sirve para describir la actitud con la que Antonio Francés gestiona Alcoy: conformarse y afrontar con resignación las adversidades. No obstante, se da el curioso caso de que al equipo de gobierno local se le puede aplicar tanto en pasivo como en activo.
Ante sus superiores socialistas en Madrid y en Valencia, Francés y sus concejales son el niño que tiene que tomar la medicación. Se resignan y no quieren molestar con peticiones por mucha falta que hagan. Estos días, entre entradeta y Fira de Tots Sants, ¿habrá tenido tiempo el señor alcalde de hacer un “Biden-Sánchez” y explicarle a Ximo Puig las necesidades del área de salud de Alcoy? ¿Se ha asegurado que existe la partida presupuestaria para la rotonda norte? Esa infraestructura hace falta ya. No podemos esperar a las elecciones de 2023.
En cambio, en Alcoy el gobierno de Francés se convierte en la mano que aplica el bebedizo. En la mano dura que todo quiere imponer por las bravas, obligando a los alcoyanos a no rechistar ante su prepotencia.
La exigencia de crear zonas de bajas emisiones, por culpa de nuestro trazado urbano, puede resultar difícil de aplicar en el centro histórico. Pero en lugar de trabajar en fórmulas imaginativas y consensuadas con vecinos y comerciantes prefieren tirar por la calle de en medio (nunca mejor dicho) y cerrar el tráfico: es lo que hay. ¡A tragar!
Les es más cómodo prorrogar los contratos, como los del autobús, residuos, agua o el teatro Calderón, que licitar nuevos y renovar los servicios. Si por ello hay que pagar alguna multa, pues se paga y a otra cosa. Ale, cap a dins!
Si los vecinos se quejan de la proliferación de palomas, pues se contesta que están trabajando en ello y a otra cosa. Si el PSOE proclama que ese problema no existe es que no existe. Si los colectivos con movilidad reducida se quejan del resultado de las obras que realiza el Ayuntamiento se les dice que no tienen razón. Sólo falta que algún día contesten con un “está todo bien, ¿pasa algo, tío?”.
La década de gobierno de Antonio Francés es un mar de conformismo y resignación, propaganda y grandes anuncios sin contenido de calado. Siempre esperando que nos traigan la subsede de algún organismo público para poder presentarlo como la panacea a todos nuestros males.
Al mismo tiempo, recelan de la iniciativa privada que fue la que puso a Alcoy en el mapa industrial de España y del mundo. Celebraron hasta que el único proyecto empresarial de los últimos años acabara desistiendo. Cierta parte de la gauche divine local sigue anclada en una eterna asamblea universitaria de la Complutense tardo franquista, con posters del Che y toda la caspa de la que la “progresía” es capaz de mostrar. Con esa mochila es muy difícil aplicar las políticas que hicieron de Europa occidental un lugar libre y próspero y que fue el espejo en el que nuestra ciudad se miró en el pasado
Alcoy progresó con ambición, iniciativa, imaginación, esfuerzo, trabajo constante e importando lo mejor de fuera de este valle. Con la actual política gris, conformista, basada en la espera de ayudas y subvenciones nunca hubiéramos llegado a ser la ciudad moderna, culta e industrial que fuimos. Si el espíritu de los alcoyanos del pasado hubiera sido el del equipo de gobierno de Antonio Francés todavía estaríamos pintando cuevas en La Sarga y ahora sólo nos quedaría la Prehistoria para rememorar. Muy complicado tendríamos poder presumir del pasado porque con taparrabos sería más difícil ocultar las vergüenzas que con chistera y levita.
KIKO CANTÓ. Concejal del PP en el Ayuntamiento de Alcoy