A Antonio Castelló, gracias

El urbanismo y el tamaño de las ciudades influye en las costumbres de quienes las habitan, del mismo modo que sus vecinos pueden percibir en la convivencia social, la proximidad o la lejanía; en función del tipo de ciudad en que viven. Es curioso y contradictorio que en esta sociedad posmoderna de la inmediatez y la intercomunicación electrónica se produzcan frecuentes fenómenos derivados del aislamiento. El diseño de las ciudades es un factor determinante en el aspecto que mencionamos. Por ejemplo, el urbanismo del barón Haussmann (1809-1891) provocó en la reforma urbana de París, por encargo de Napoleón III, luces y sombras. Las entrañables calles medievales parisinas fueron transformadas en amplias avenidas. Entre los aspectos oscuros de esa reforma destaca la disminución de la sociabilidad y su transformación en una cohabitación anónima. Ese fenómeno provocó que numerosos artistas, poetas y escritores franceses del movimiento impresionista, acostumbrados a una vida apacible y comunicativa, abandonaran París para establecer su residencia en los pequeños pueblos de su alrededor. Alcoy, como ciudad, posee un tamaño ideal para la comunicación interpersonal, es frecuente encontrarse con amigos y conocidos cuando transitamos por sus calles; un saludo, un comentario, una breve conversación; rompe repentinamente ese ensimismamiento e introversión que actúa como envoltorio de nuestra interioridad, siendo un buen estímulo contra el aislamiento o soledad. En esos encuentros casuales, suelo decir con sorna e ironía a mis interlocutores: “si Alcoy tuviera tres millones de habitantes no nos veríamos tan frecuentemente, ni tendríamos ocasión de saludarnos y conversar; pero no es así y somos afortunados por ello”.

Con el amigo Antonio Castelló he tenido el placer de conversar, tanto en los encuentros casuales en las calles, como en nuestra coincidencia –casi diaria- en la Biblioteca-Archivo Municipal Central de Alcoy. En el intercambio de comentarios y opiniones siempre he tenido la percepción y certeza de estar hablando con una persona culta, inteligente, receptiva, moderada. Esas cualidades de mi interlocutor me han enriquecido como persona. Además, me desveló algo que desconocía, nuestro parentesco lejano a través de mi familia materna: “gràcies Antonio, per les xarraetes que hem tingut”, sobre temas diversos y variopintos, cargadas de agudeza y sentido común, que tanto me han ilustrado.

En relación al mundo de la cultura, Alcoy y los alcoyanos estamos en deuda contigo desde hace varias décadas. Por eso he sentido mucho no poder asistir presencialmente al homenaje que merecidamente se te ha realizado, por coincidencia horaria con una celebración familiar ineludible. Aprovecho estás líneas para manifestarte públicamente mi agradecimiento personal e incorporarme a ese reconocimiento colectivo. Muchas gracias y un fuerte abrazo.

JORGE DOMÉNECH ROMÁ. Exprofesor de la Universidad de Alicante y escritor

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