Pablo de Grado: Quien tuvo, retuvo

Quien fuera niño prodigio del squash con dos títulos de España sub’14 ha regresado con la mirada puesta en el Nacional máster

Fue un niño prodigio del squash noventero, cuando arrasaba entre los deportes a cubierto más practicados. Pero pasada aquella década, poco a poco fue apagándose su llama y terminar muriendo de su propio éxito, hasta el punto de convertirse en un deporte de minorias. Muchas ciudades, entre ellas Alcoy, que construyó pistas municipales al amparo de aquel boom de practicantes en toda España, acabó cerrando instalaciones por falta de usuarios.

El tenis, con la explosión del fenómeno Nadal, y la popularización del pádel, hasta entonces el hermano pequeño del squash, dejó en la mínima expresión a aquel deporte que nació en las cárceles de Londres del siglo XVIII, como parte del entretenimiento de los prisioneros que se dedicaban a golpear pelotas con raquetas a una pared.

Aquel tsunami dejó a muchas instalaciones, públicas y privadas, sin practicantes, entre ellas Olympia Alcoy, que llegó a organizar a finales de los 80 un Campeonato de España, y también arrastró a muchas figuras incipientes, entre ellos a Pablo de Grado, el fenómeno alcoyano que entre los 11 y los 15 años se postuló como una de las grandes promesas de este deporte a nivel nacional.

El niño Pablo de Grado fue tercero de España en sub’12, en un campeonato celebrado en Olympia a finales de los 80. Un año despues, en Mallorca, subió un peldaño y se proclamó subcampeón. Ese mismo año, 1989, disputó un sub’14, en el que acabó cuarto. El gran salto lo dio al año siguiente. En 1990 y 1991 se llevó el título de campeón de España sub’14 de squash tras acabar primero en los campeonatos celebrados en Oviedo y Barcelona.

Aquellos títulos convirtieron a Pablo de Grado en el niño prodigio del deporte indoor de moda. Una figura en ciernes que terminó apagándose sola, cuando sus padres le aconsejaron que se centrara en su futura carrera universitaria y su marcha a Madrid. “Allí llegué a jugar en el Club Squash Castellana, pero muy poquito. Estaba centrado en mis estudios como dentista y lo terminé dejando”, cuenta un Pablo de Grado próximo a cumplir los 48 años.

Paralelamente que decrecía su interés por el squash, crecía su pasión por otros deportes, principalmente por el motociclismo off road. Hasta que tres décadas después apareció una figura clave en su retorno al deporte que lo encumbró: Julio Latorre, director de Olympia Alcoy, además de un gran apasionado del squash, que ha logrado en poco tiempo que muchas de aquellas figuras que dejaron su práctica, hayan vuelto, a los que se suman las nuevas generaciones de la escuela que ha creado. “Ha conseguido en poco tiempo lo que parecía imposible y ahora seremos unos 60 compitiendo, surgidos de la nada. El squash estaba muerto en la ciudad y lo ha resucitado. Algo que le agradezco mucho, porque lo estoy disfrutando una barbaridad”, admite Pablo de Grado.

Su pasión motociclista le llevó a sufrir un accidente que le obligó a pasar por el quirófano. “Tenía difícil volver a jugar a squash porque una operación de rodilla es lo peor para este deporte”. Sin embargo, volvió y lo hizo más fuerte tras un buen trabajo de gimnasio. Una casualidad hizo que un día, de repente, se viera empuñando otra vez una raqueta después de 30 años. Empezó en noviembre de 2023, aunque en febrero de 2024, hace justo un año, otra caída en moto le llevó a romperse la clavícula.

Vuelta a empezar y ahora parece que ya es la definitiva. “Apenas llevo medio año en serio. Conservo la técnica, pero todo el trabajo de gimnasio me ha hecho más fuerte físicamente. Termino una competición y al día siguiente me duele todo, aunque contento”, confiesa.

“Al empezar de nuevo”, desvela, “no tenía ránking y a punto estuve de no poder participar en el autonómico. Hubieron unas renuncias y así pude competir en Segunda”, recuerda un Pablo de Grado, que hace unos días en Alzira volvió a saborear las mieles de la victoria, ganando el Máster Autonómico de Segunda, además con solvencia, recordando la clase y la elegancia que le hicieron llegar a lo más alto de su edad, además imponiéndose a rivales diez años menores.

Su feliz regreso le hace tener un plan, a dos años vista, que culminará en el Campeonato de España Máster, ya con medio siglo de vida. Ese plan incluye entrenamientos en otras ciudades para recuperar el ritmo competitivo y dar el salto a la Primera División autonómica esta temporada. “Tengo que pasar ese aprendizaje, es una cuestión de tiempo”, admite.

Pablo de Grado era un jugador “técnico” y “pillo” en sus tiempos mozos, que ha regresado a un squash “más físico” y “menos imaginativo”. “Lo bueno que tengo es que soy muy competitivo y mejoro en todo lo que hago. Me falta ese ritmo de competición que ahora me cuesta y debo recuperar”, desvela.

Habla del squash como un deporte “muy fácil de jugar mal” pero más complicado de hacerlo bien: “Carlos Sainz lo recomienda a todos los pilotos por la visión periférica que te da, por los reflejos y la rapidez de movimiento. Es un deporte muy explosivo que requiere de mucha concentración. A diferencia del tenis, que tienes al rival enfrente, aquí estás codo con codo con él. Además, cuenta mucho la estrategia, es fundamental ganar el centro para luego poder llevar a tu rival a las cuatro esquinas. Es media hora al límite, en el que tienes que olvidarte de todo lo demás para estar muy concentrado”, recuerda.