¿Qué perdemos estando de moda?
Parece ser que Alcoy es tendencia. Puede ser que seamos una de las ciudades con más gimnasios por habitante de España, un hecho que sin duda nos repercute positivamente. Sin embargo, Alcoy está de moda y al mismo tiempo se sitúa en el mapa como víctima de la inflación inmobiliaria.
El problema es general, está claro. La tendencia al alza de los alquileres es una lacra que viene golpeándonos desde hace tiempo. Por otro lado, los precios de los inmuebles también se sitúan por las nubes llegando a umbrales nunca antes vistos. Un escenario que además se acentúa en la Comunidad Valenciana situándose como una de las principales comunidades de nuestro país donde más se han incrementado los precios, casi un 14% en el pasado semestre de 2024.
Tal vez no nos demos cuenta, pero invito a levantar la cabeza cuando paseamos por el centro de nuestra ciudad y mirar hacia los edificios. Podremos atender a un escenario insólito ya que la mayoría de los inmuebles los veremos con las persianas bajadas y con pocas luces alrededor.
Cierto es que la crecida de la comunidad universitaria en la ciudad es un factor que dinamiza el sector inmobiliario. Sin embargo, no sirve de excusa para justificar un incremento en los precios que a fin de cuentas acaba afectando a los de siempre; a las familias que tienen que apretarse el cinturón o a los jóvenes que se ven incapaces de echar raíces más allá de las cuatro paredes de su habitación.
La especulación inmobiliaria desahucia el alma de nuestras calles. Los precios imposibles terminan con el paisaje vecinal que aquí pesa hasta en las palabras: “els de tota la vida”. Quizá sea necesario preguntarnos si queremos un modelo de desarrollo insostenible y cortoplacista, en el que se prioriza el beneficio inmediato sobre la construcción de una comunidad sólida y cohesionada. Las persianas bajadas que vemos no son solo ventanas cerradas, sino el reflejo de un sistema que fragmenta.
Por todo esto es imperativo que las administraciones tomen cartas en el asunto. Políticas de vivienda que regulen los precios, incentiven el alquiler asequible y penalicen la especulación son esenciales para devolver a ciudades como la nuestra un equilibrio. Pero no todo depende de las instituciones.
Dentro de mí sé que el mercado y la ley de la oferta y la demanda actúa de manera despersonalizada. Sin embargo, creo que es necesario parar y marcar una pausa que analice este modelo insensato y poner en valor a las personas que al final son las que generan una ciudad próspera y mejor.
JORDI PASCUAL. Periodista