“No fui consciente de la meta que alcancé”

El murero Javi Lucas hace repaso a su imponente carrera profesional que incluye debut en la ACB y jugar con la Selección y en Europa

Con apenas 10 años, Javier Lucas comenzó su relación con el baloncesto casi por accidente. En una vida donde el fútbol y el tenis eran los principales protagonistas, su hermano lo invitó a jugar un partido de baloncesto. “Nunca había tocado un balón de baloncesto”, admite.
Sin embargo, ese día logró encestar su primera canasta. Por aquel entonces su altura ya lo destacaba sobre sus compañeros.

Javier Lucas, exjugador profesional de 2,08 de altura, recuerda con una mezcla de nostalgia y orgullo su carrera deportiva, una trayectoria marcada por el esfuerzo, las oportunidades inesperadas y la pasión por el deporte.

Fue en las Escuelas Deportivas de Muro donde comenzó a dar sus primeros pasos serios en el baloncesto. En un ambiente familiar y competitivo, participó junto a niños de su Muro natal, logrando resultados sorprendentes para un equipo de una localidad de apenas 8.000 habitantes.

En su primer año como cadete, un torneo cambiaría su vida. Su talento llamó la atención de clubes importantes como el Lucentum Alicante y Pamesa Valencia. Aunque probó con el equipo de la Fonteta, finalmente, tras un campus de verano, decidió unirse al Lucentum junto a varios amigos, dando inicio a una relación que duraría siete temporadas.

Consolidado en Alicante
En Alicante, Javi Lucas se formó como jugador en las categorías inferiores del Lucentum, progresando desde cadete hasta juvenil. Durante esas siete temporadas, el club le permitió crecer como deportista y persona.

A los 18 años comenzó a ser convocado con el primer equipo, que competía en la Liga ACB. En Alicante debutó en la máxima categoría del baloncesto español, cumpliendo así un sueño que pocos alcanzan.

El punto culminante de su carrera llegó cuando fue convocado con la selección española sub’20 para disputar el Europeo en 2007. Compartir vestuario con futuros gigantes del baloncesto como Sergio Llull y Pau Ribas “fue una experiencia inolvidable”.

En Nova Gorica (Eslovenia) y Gorizia (Italia), el combinado español alcanzó la final, donde cayó ante Serbia, logrando una medalla de plata. El murero describe aquel torneo como un premio personal. Sin embargo, admite que la presión y la falta de madurez física le impidieron rendir al máximo. “Era un jugador muy flaquito, y me costaba enfrentarme a rivales tan formados”, explica.

En las semanas previas al torneo, Javi Lucas había entrenado a gran nivel y hasta fue titular en el primer amistoso de preparación. Sin embargo, en ese partido no logró destacar como esperaba. “Sentía mucha presión. Jugué contra gente realmente buena y no estuve a la altura”, reflexiona.
Años después, reflexiona sobre la experiencia con una mezcla de gratitud y autocrítica. “Si volviera a ese momento, creo que podría haber sacado más rendimiento. En ese entonces, no sabía dónde estaba realmente”, confiesa.

Un golpe de realidad

Tras el Europeo sub’20, Javi Lucas esperaba que su carrera despegara definitivamente, sin embargo, la realidad fue distinta. Fue relegado del primer equipo del Lucentum, una decisión que le llevó a dejar el club al final de esa temporada. Pasó meses sin ofertas hasta que, en diciembre, fichó por el Ávila Basket. “Ahí descubrí que el baloncesto profesional es una selva. Solo quedaba jugar bien para sobrevivir”, recuerda.

El golpe emocional de ser bajado del primer equipo marcó un punto de inflexión en su carrera. El murero admite que tras el Europeo se relajó más de lo debido, un error que le costó muchas oportunidades. “Quizá no supe dar el paso adelante que necesitaba. Siempre he sido humilde, pero creo que me faltó ambición en ese momento crucial”, recuerda.

A pesar de ello, considera que su paso por el Europeo fue un aprendizaje invaluable. Reconoce que la experiencia de compartir vestuario con jugadores de talla mundial le mostró el nivel al que aspirar. “Pasé de no haber estado nunca en ninguna selección a sentarme junto a futuras estrellas. En ese momento, creo que no supe realmente dónde estaba”

Espinas clavadas

A pesar de los altibajos, el ala-pívot tuvo una carrera que muchos jóvenes soñarían con tener. Debutó en la ACB, jugó en competiciones europeas como la ULEB Cup (hoy EuroCup) y recorrió todas las categorías del baloncesto profesional español hasta la LEB Oro. Sin embargo, admite que siempre le quedó la espina de no habese podido consolidar en la ACB con un contrato estable.

El Lucentum Alicante, el equipo que lo formó como profesional, ocupa un lugar especial en su carrera deportiva. “Me hubiese gustado quedarme un par de años más y devolverles algo de lo que me dieron”, dice.

Hoy, Javier lanza un mensaje de esperanza y perseverancia para las nuevas generaciones: “Cada uno tiene su propio recorrido. Yo llegué a la segunda división con 25 años, una edad que ya no se considera tan joven en el baloncesto”, comenta.

Su experiencia demuestra que lo normal es asentarse a estas edades a un alto nivel y no lo que estamos viendo en tantos deportes donde nacen estrellas con tan solo 17 años o incluso menos.

El año pasado, con 37 años, Javi Lucas decidió colgar las zapatillas y dejar el baloncesto tras una última estación en La Roda, en LEB Plata. “Llevaba un par de años pensando en retirarme. Sentía que ya había dado todo”, explica. La transición no fue fácil, pero está agradecido por los valores y la disciplina que el baloncesto le ha inculcado.

“Cuando eres jugador profesional, estás metido en una burbuja que no refleja la realidad. Ahora estoy adaptándome a la vida real, pero siento que el baloncesto me ha dado las herramientas para enfrentarla”, confiesa tras haber pasado por varios de los clubes más prestigiosos del baloncesto español. Además de Lucentum y Ávila, el murero vistió las camisetas de Coruña (en dos ocasiones), Valladolid, Palma, Melilla, Tau Castelló, Estea y Gijón.

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