El utillero que huyó de un régimen presidencialista
Mario Mba dejó Guinea Ecuatorial, donde nació, y ha rehecho su vida en nuestra ciudad gracias al Alcoyano
Pocas veces el fútbol había ayudado a rehacer una vida y la de su familia como en el caso de Mario Mba. Su biografía parece sacada de una película o formar parte de esos relatos que por desgracia cada vez nos resultan más familiares y que hablan de historias desgarradoras, de gente que huye de su país por temor a posibles represalias de los regímenes totalitarios que todavía hoy en día abundan a África y que acaban encontrando refugio a Europa.
Mario Mba es una persona cálida, tremendamente educada, que ha hecho de la discreción el mejor aval. En su Guinea Ecuatorial natal, antigua colonia española, bandera del régimen franquista, era una persona considerada, con estudios universitarios en la vecina Camerún, capaz de hablar perfectamente en francés y en inglés, además de español, y que desde 2013 trabajaba como agente comercial para la compañía aérea estatal.
Una ocupación que le llevaba a viajar cuatro veces en el año hasta los EE. UU.. Esas visitas continuas le llevaron a tener visado propio para entrar sin ningún tipo de restricciones en el país de las barras y estrellas. Hasta que todo empezó a torcerse en 2019, cuando el hijo del presidente de Guinea Ecuatorial entró a dirigir la compañía aérea del país. Mario Mba empezó a sentirse vigilado, hasta que el día a día llegó a ser insostenible, lo cual le llevó a replantearse seguir en África y buscar otra vida en Europa.
Fue entonces cuando surgieron una serie de casualidades que impulsaron aquella idea. Un familiar suyo estaba en Alicante, era pareja de un alcoyano, Juan Carlos Priego. Primero dejaron el país su mujer y su hija, que se establecieron en un piso de la Zona Nord que había dejado este conocido para instalarse en la capital de la provincia. Después fue él, aconsejado por su padre, el único vínculo que le quedaba en Guinea Ecuatorial, quien marchó de su país, previa firma de una carta de renuncia en la frontera. Ocurrió justo antes de la pandemia. Su idea era instalarse en Francia, donde emigraron tres amigos suyos con los que había estudiado en Camerún.
Pero acabó en España y en Alcoy. Estuvo trabajando unos meses en labores en el campo en Zaragoza y después en Murcia. Llegó a irse a Francia, pero la desconfianza de su mujer por posibles malas compañías le hicieron volver. De vuelta a nuestra ciudad tuvo que recurrir a Cáritas, hasta que estando aquí le hablan de la Fundación Novaterra, que trabaja mucho en personas y grupos sociales desfavorecidos, a los cuales forma y ayuda en su inserción laboral. Es cuando conoce a Gemma, su ángel de la guarda en aquel momento, el vínculo que le llevó a conocer a Toni Justicia y el Alcoyano. “Me preguntan si me gusta el fútbol. Claro que me gusta el fútbol. Soy del Barça y me encanta ver sus partidos”, exclama Mario Mba. En aquellos días, el Alcoyano estaba buscando ‘utillero’, encargado del material.
“En una primera toma de contacto, me dijeron que no, que no daba el perfil que estaban buscando. Entonces fue cuando les dije que me tuvieron a prueba unos días y que después decidieran”, recuerda. Ese viernes ya le llamó Fernando Ovidio, entonces gerente, para decirle “que me quedaba”.
Ha pasado algo más de un año desde que Mario Mba forma parte de la familia alcoyanista. Un maestro de la profesión de ‘utillero’, el añorado Manolo Cano, cuando se le preguntaba por el secreto de haber durado tanto en un mundo tan inestable y particular como es el fútbol, siempre decía el mismo: ver, escuchar y callar.
Cuenta Mario Mba que aplica ese consejo rigurosamente en su día a día. “Lo que se habla en un vestuario se queda allí dentro”, afirma sin dudar. No es muy mayor, nació en 1987, por lo tanto, tiene 37 años, pero perfectamente podría pasar como el padre de muchos de los jugadores del Alcoyano, la mayoría con veinte-y-pocos. “Muchas veces tienes que comportarte como un padre con ellos. Son jóvenes, muchos se creen que están por encima de ti, pero también les entiendo y trato de comprenderles no tomando muchas cosas en cuenta”, asegura para después aflorar su lado más reivindicativo: “Es una lástima que la Federación no nos tenga en cuenta y nos valore como el que somos, una parte más del fútbol. El de ‘utillero’ es un puesto de trabajo clave”, se lamenta porque los encargados del material de los equipos de fútbol carecen de convenio laboral.
Puede leer el reportaje completo en El Nostre del viernes 13 de diciembre.