Borja Martí: un canterano en Yecla
Formado en la Escuela del Alcoyano, es hijo de Ramón Martí y nieto de Rojo, toda una leyenda blanquiazul
Al activar una consulta digital sobre Borja Martí no hay ni rastro de su alcoyanía ni que su formación futbolística fue en el Alcoyano y en cambio aparece la lejana Jerez de la Frontera como lugar de nacimiento. Todo se debe al devenir familiar de un hijo de futbolista y nieto de una leyenda del alcoyanismo como es Rojo, que por circunstancias profesionales de su progenitor, fue a nacer a casi 700 kilómetros de nuestra ciudad hace 20 años.
La historia arranca en la temporada 93/94 en el Alcoyano, con Juande Ramos como entrenador. Aquel verano llega al Collao un prometedor portero que había hecho una gran campaña en el Llíria, por entonces equipo de Segunda B. Era Ramón Martí. Solo jugó un curso como blanquiazul. Cosas de la vida, conoció a Natalia, hija de Rojo, todo un mito del Alcoyano con el que llegó a jugar seis temporadas.
Aquel noviazgo terminó en boda y Ramón Martí acabó haciendo carrera, primero en el Levante, donde jugó cuatro cursos, y después en el Jerez, en el que estuvo seis, quedándose un año a las puertas de ascender a Primera División con Schuster, luego en el banquillo del Madrid.
En ese largo periodo en tierras gaditanas vinieron al mundo sus dos hijos, Sergi y Borja, en cuyas partidas de nacimiento figura Jerez como lugar en el que vinieron al mundo. La carrera futbolística de Ramón Martí tuvo precisamente una última estación en el Sabadell, con una fatídica cita, que fue la visita al Collao, donde con 35 años sufrió la lesión de rodilla más grave que puede sufrir un futbolista.
Fue su último partido profesional. Su siguiente paso: fijar su residencia en nuestra ciudad y abrir un negocio de vestuario profesional en pleno corazón del barrio de Santa Rosa. En una familia con tantos precedentes futbolísticos –su tío Raúl también jugó una temporada en el Alcoyano– era normal, hasta lógico, que los dos vástagos de Ramón Martí crecieran con un balón en los pies. Sergi, el mayor, en el SB Ontinyent, fue quien arrastró al hermano pequeño hacia El Clariano.
Sin embargo, antes de ese episodio hubo uno clave que marcó para siempre la carrera futbolística de Borja Martí. Fue su abuelo Rojo, por entonces entrenador de la Escuela, quien lo llevó al Alcoyano.
En aquellos inicios, tras empezar en Paúlas, era jugador de campo. Hasta que Dani Molina, al final de una temporada y tras verle desenvolverse en muchos entrenamientos, le propuso empezar la siguiente campaña como portero. Pasó el verano hasta que el día antes de empezar la pretemporada, Dani Molina le preguntó si había meditado su propuesta y fue en ese momento cuando dijo que sí, que quería ser portero.
Dani Molina, con su intuición, cambió para siempre la carrera de Borja Martí, igual que después Roberto Bas, otro exjugador del Alcoyano, fue un entrenador que marcó también su carrera formativa, como después Rafa Carbonell cuando regresó a la Escuela del Alcoyano para jugar en el Cadete B.
Existe un cuarto técnico que fue el encargado de impulsar definitivamente su carrera. Se trata del murciano Adrián Hernández, actual entrenador del Yeclano, quien creyó en él desde un primer momento para ocupar en el futuro la portería de La Constitución.
Borja Martí fichó por el Yeclano como juvenil en Liga Nacional con un proyecto a largo plazo. Sin embargo, al curso siguiente La Nucía, que acababa de ascender a División de Honor Juvenil, le propuso fichar y en La Constitución no pusieron ningún reparo a que diera ese salto de categoría.
A la siguiente temporada, volvió a Yecla y siendo aún juvenil dio el salto al filial de la Preferente murciana. Sus buenas actuaciones le llevaron al primer equipo en el pasado curso, con 19 años, con el que vivió un ascenso a Primera Federación y siendo titular en cuatro partidos. El pasado verano renovó contrato y esta temporada ya se ha estrenado como titular en Primera Federación, hace un mes en casa del Betis Deportivo, partido que finalizó 2-0. Mañana, como diría Alejandro Sanz en la canción que le lanzó al estrellato, tendrá el corazón partido.