La segunda juventud del squash local

Julio Latorre ha recuperado un deporte que estaba desaparecido en la ciudad y que fue un grande en la década de los 80 y los 90

En un encuentro que ha llevado a cabo esta semana con alumnos de Sant Roc, a su pregunta inicial de si alguien conocía el squash como deporte, se encontró que solo unos pocos, que se podían contar con los dedos de una mano, sabían algo, el resto desconocía por completo su práctica.

Lejos de frustrarse, como si de un apostolado se tratara, comenzó una exposición que forma parte de una tarea que comenzó hace unos meses en las pistas y que ahora sigue en las aulas.

Todo por una causa, su causa podría llegar a decirse, la de Julio Latorre, que hace aproximadamente un año comenzó una particular cruzada, una especie de desafío personal, centrado en recuperar el squash para Olympia y por extensión. en nuestra ciudad.

Ha sido como el despertar del león dormido, el estado que ha acompañado a este deporte en los últimos cinco lustros, cuando en su momento llegó a mirar a la cara al tenis, el rey indiscutible de los deportes de raqueta, después que a finales de la década de los 80 y principios de los 90 vivió su particular eclosión a nivel local, aunque lamentablemente para sus practicantes no supo digerir la prominente irrupción de otras prácticas en instalaciones cerradas.

“Veo dos razones fundamentales para aquel batacazo”, razona el propio Julio Latorre. “Una fue que se disparó la oferta deportiva a cubierto con deportes entonces emergentes como el spinning, el pilates o el yoga, por poner solo unos pocos ejemplos, cuando antes solo existían las pesas con barras hierros y el aerobic de Eva Nasarre. También el efecto que se generó, después que muchos patrocinadores que apostaron por el squash terminaron retirándose al ver que comenzaba a perder repercusión mediática”.

El squash empieza a practicarse en nuestra ciudad a principios de la década de los 80 en las instalaciones del desaparecido Squash Alcoy que estaba en L’Alameda. Sin embargo, es a raíz de abrir sus puertas Olympia en 1985 cuando el squash se convierte en uno de los deportes de moda en la ciudad.

Vicente Cerdá llega formar parte del Top-20 nacional y Pablo De Grado consigue varios títulos de campeón de España en categorías formativas. A su lado crece una generación única –Rafa Juan, Paco Gracia, Isra Paya, Jacobo Montava, Manolo Candalija, Paco Miró, Carlos Santamaría, Jorge Sempere y él mismo, entre otros– que convierte a nuestra ciudad en una potencia a nivel de Comunidad Valenciana.

Olympia llega a abrir cuatro pistas dentro de sus 2.500 metros cuadrados de instalaciones deportivas. Otros gimnasios de la época crecieron incluyendo el squash. El despegue llega a tal punto, que a la iniciativa privada se suma la pública y el Ayuntamiento construye dos pistas en los bajos del pabellón Mutualidad de Levante, desde hace años en desuso por falta de demanda. Olympia hace lo mismo y las cuatro pistas de squash pasan a ser salas polivalentes.

Hasta que todo cambia en víspera de las Navidades de 2022. Julio Latorre, que acababa de regresar de Barcelona, observa que Olympia apenas ofrecía eventos a sus abonados. Es cuando decide juntar en una cena a toda aquella generación de grandes jugadores locales.

La excelente respuesta obtenida le hace ir más allá y para marzo decide organizar el Torneo de Leyendas. “La mayoría, como era mi caso, llevaba más de veinte años sin empuñar una raqueta”, recuerda Julio Latorre, miembro de la familia propietaria de Olympia.

A raíz de aquel torneo, su hijo Rafa le pide que le enseñe a jugar. “Es cuando pienso que si puedo dedicar un tiempo a mi hijo, también puedo hacer lo mismo con más gente. Y ahí comienza mi reto y mi gran objetivo, que no es otro que recuperar el squash para Alcoy y ahí sigo, realizando un trabajo de pico y pala, del que no te puedes separar ni un día”, admite.

El camino recorrido en este último año ha sido más que productivo. “El squash era un niño que estaba en la UCI pero que hemos conseguido recuperar a base de mucho esfuerzo. No me gusta hablar de ir poco a poco, sino de paso a paso, de tratar de que el squash sea cada vez más visible en la ciudad y para ello es fundamental crear una base sólida. El futuro de este deporte pasa por acercar a los niños y jóvenes su práctica, de lo contrario todo lo que hemos avanzado en poco tiempo se caerá como un castillo de naipes”, explica Latorre.

Hace poco se celebró una jornada de puertas abiertas para escolares entre 7 y 17 años con el respaldo del Centre d’Esports. Se ha creado una escuela infantil y se dan clases clases gratuitas para aquellos que quieran iniciarse. “Lo primero que les digo es que vengan y prueben”, esgrime. No solo se ha experimentado una evolución a nivel de base, también la creación de un equipo federado ha hecho que nuestra ciudad vuelva a ponerse en el mapa del squash a nivel de Comunidad Valenciana.

Se ha formado un grupo de washap con 75 jugadores locales. Se ha creado una liga social para elevar el nivel interno. Recientemente Olympia fue sede del campeonato de la Comunidad Valenciana de veteranos que se saldó con dos títulos para el equipo federado. Y Robertino Pezzota, que es un jugador profesional argentino que pasa largas estancias en nuestro país, se ha convertido en un asiduo colaborador del club con constantes visitas a nuestra ciudad para impartir clases y cursos. Además, el club está permanentemente representado en el circuito de la Comunidad Valenciana.

“Estoy muy satisfecho del camino recorrido, de ver que muchos que dejaron de jugar han vuelto y cada vez hay más chavales que están empezando, pero no me conformo con lo conseguido y estoy convencido de que el squash tiene aún mucho recorrido por delante”, explica Julio Latorre, quien a la hora de defender las bondades de su deporte, enumera unas cuantas: “No tiene edades. Para aquellos que tienen una vida muy ajetreada y necesitan desconectar de lo cotidiano, el squash es perfecto. Te olvidas de todo, porque al ser un deporte muy explosivo, necesitas de una atención permanente, no solo para ver dónde esta la bola, también el rival y fijar las distancias. La Inteligencia Artificial habla que un jugador llega a quemar entre 600 y 1.000 calorías en una hora de juego. Además, muscularmente tonifica mucho el tren inferior y la parte abdominal. Es intenso y exigente a la vez”, conviene.

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