‘La cadira de l’artista indòmit’ o la historia del pintor rebelde

Manolo Solbes Arjona es el protagonista de la última novela de la periodista y escritora Ester Vizcarra, que narra con detalle las pasiones, amistades y traiciones que rodean la vida real del singular artista

'La cadira de l'artista indòmit' o la historia del pintor rebelde
Ester Vizcarra y Manolo Solbes Arjona, la pasada semana en la casa-estudio del pintor de la calle Sant Josep. QUIQUE REIG

Manuel, un joven enamorado del expresionismo abstracto, siente que tiene que dejar su ciudad, el Alcoy de los años 60, para desarrollarse artísticamente. Con este objetivo se traslada a Madrid, Barcelona, València y Las Palmas de Gran Canaria, donde se une a grupos influenciados por el surrealismo y la contracultura. Pinta en Venecia y vive la Nueva York de la élite artística del momento, donde llega a coincidir con Dalí y Warhol. Les sonará la historia…

Efectivamente, la novela habla del pintor Solbes Arjona, uno de los personajes más singulares de los que corren por las calles de Alcoy. “En el periódico Ciudad se publicó hace muchos años una carta en el director de Eduardo Segura donde decía que Arjona es parte del entorno físico, del ecosistema de esta ciudad. No es la primera vez que se dice de una persona que si no existiera alguien tendría que inventarla para que cumpliera su función. La de Manolo fue, durante mucho tiempo, servir de revulsivo dentro del panorama cultural y estético alcoyano”, explica la periodista y escritora Ester Vizcarra sobre los motivos que hicieron que lo eligiera como protagonista de su novela ‘La cadira de l’artista indòmit’, publicada por Edicions del Bullent, con la colaboración del Ayuntamiento de Alcoy.

No se trata, sin embargo, de una biografía como tal. “He bebido de la prensa escrita y unos pocos documentos, pero me he basado sobre todo en la memoria del protagonista. La memoria es una cualidad maravillosa del cerebro humano, permite reconstruir los hechos, pero también es muy volátil. La novela está compuesta con datos pasados por el filtro de su memoria y mediatizados por mi propia percepción, por eso prefiero decir que es una novela con protagonista real. Aquí hemos trabajado él y yo para construir un relato”, señala la autora.

Significa esto que puede haber desplazamientos temporales, licencias literarias y algún personaje marginal necesario de más, como cualquier novela. Para escribirla, Vizcarra grabó un total de veintidós entrevistas a lo largo de todo un año.

En cuanto al espacio temporal de la narración, a pesar de que hay algunas referencias a la infancia y un último capítulo lo presenta ya viejo, la escritora se centra en el periodo que va desde la adolescencia a la madurez de Manuel Solbes. “Pensamos que antes de hacer el servicio militar, ya había hecho tres estancias a Madrid, en absoluta precariedad, y había vivido cuatro años en Barcelona. Después de la mili se va brevemente a València y después se establece en Las Palmas, desde allá empieza a hacer estancias de seis meses en Venecia, y más tarde se añade Nueva York. La narración se sitúa en una gran diversidad de ciudades y esto implica también traslados, viajes, transiciones… Y habla de Alcoy, no nos lo dejamos, porque también está muy presente”, destaca Vizcarra.

En la novela se describe la vida de la ciudad a principios de los años sesenta “con cierta nostalgia –subraya– por los olores y el comercio genuino y locales como el Trianón y el Ciri. Manolo se movía por Alcassàres, la Alameda y el centro. Siempre ha sido un enamorado de Alcoy, pero en aquel momento le echaba la incomprensión del arte que él quería hacer. Siempre ha tenido adeptos, como sus compañeros de la Escola de Belles Arts, pero eran una minoría y su misma juventud le impulsaba a escaparse. Este también ha sido un verbo clave de la vida de Manolo, porque no solo se escapó de Alcoy, sino que escapaba de la familia y de la mujer”, revela.

En cuanto al título de la obra, el significado de la “silla” lo tiene que descubrir el lector. “Prefiero mantener el misterio, a cambio, explicaré porque describo al artista como un ser indómito: Manolo se enamoró muy joven de la abstracción y del color, consideraba que el arte tenía que romper con la figuración y su carácter le impulsaba a hacerlo explorando la riqueza cromática. Marchantes, clientes y amigos le aconsejaban lo contrario, acercarse a la figuración para rentabilizar su arte. Él solo ha consentido hacer concesiones para pagar facturas, enseguida que se recuperaba económicamente, volvía a su obra genuina, a su personalidad más extremada. Nunca ha hecho caso de los que querían reconducirle”, asegura la escritora.

Por su parte, Solbes Arjona no solo se reconoce en este personaje que, al fin y al cabo, es de ficción, sino que, además, se siente satisfecho por el proceso de introspección y reflexión que ha hecho gracias a reescribir su vida, de la mano de la periodista, a la que muestra su agradecimiento por haberle ayudado a hacer visible su causa, que no es otra que la de mantener un espíritu indomable y seguir escandalizando con su siempre atrevida apuesta artística, una obsesión que no le abandonará nunca.

La presentación del libro está prevista para el próximo 19 de noviembre, en el Centre Cultural Mario Silvestre. Se acompañará de una exposición de obras del artista, que ha pintado expresamente para la ocasión.

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