Fórmulas de décadas que siguen endulzando
La confitería Capri es una de las pocas que quedan, con Francisco y María José Gracia al frente
De forma artesanal, siguiendo las fórmulas de hace décadas, pero también innovando e introduciendo nuevos productos. Así trabaja la confitería Capri, una de las pocas que quedan en la ciudad, y que cuenta con 56 años de historia, puesto que abrió sus puertas en 1968 en la calle Joaquín Sorolla, el mismo lugar en el que continúa a día de hoy.
Los hermanos Francisco y María José Gracia Cantó están al frente de este negocio familiar, siendo la segunda generación, tras tomar el relevo a sus padres, Francisco y Pepa, que fueron quienes levantaron por primera vez la persiana de esta tradicional confitería hace más de cinco décadas.
«Continuamos la manera de trabajar de mis padres, con fórmulas de hace 60 o 70 años», señalan los responsables del Capri. Y es que, los fundadores, previamente a tener su propio negocio, comenzaron en El Campanar y estuvieron posteriormente en Corbí. De ellos, sus hijos destacan sus técnicas e instinto a la hora de trabajar: «lo tienen de cuna», señalan.
Francisco y María José llevan toda su vida en la confitería, con varias décadas a sus espaldas dedicándose a ello como profesión, tiempo en el que «hemos evolucionado e ido absorbiendo aprendizajes» y afirman que, aunque durante estos años han ido introduciendo cosas nuevas, como tartas de diversos sabores, «la base que funciona no puedes tocarla».
Es el ejemplo de seguir haciendo todos los ingredientes de los productos que elaboran, como la crema o la yema «todo es nuestro», señalan, tanto en lo relacionado a los dulces como la bollería o el pan.
Y es que, una de las imágenes más típicas de los fines de semana es ver largas colas a las puertas de esta confitería, y escuchar la frase: «una bandeja para seis», haciendo alusión al número de dulces que se disfrutarán en la sobremesa.
En cifras, los responsables de esta confitería detallan que en Semana Santa pueden elaborar casi 2000 monas de Pascua, semanalmente hacen unas 40 tartas y el resto de dulces se cuentan en centenares: «de hojaldres llegamos a vender 150 en un fin de semana».
Así, llevando la artesanía por bandera, reconocen que se trata de un trabajo muy sacrificado, que en la actualidad sacan adelante un equipo de seis personas, el cual dispone, desde hace alrededor de tres años, de una mejor infraestructura, puesto que han incorporado el local de al lado. Con él, han sumado más espacio de trabajo: «trabajamos en mejores condiciones», apuntan.
En cuanto a posible relevo, ninguno de los dos cree que lo haya, pero por ahora, todavía quedan varios años para seguir disfrutando de su tradición y artesanía.