Lo conseguimos… el niño ya es funcionario
Maruja y Juanma, amigos desde la infancia, se reencuentran después de muchos meses en la sala de espera del ambulatorio. Se abrazan, se besan, se escudriñan en vertical y horizontal y Maruja, que es más atrevida y espontánea, acaricia el rostro de su amigo para catar el grado de tersura de la piel, no vaya a ser que se haya inyectado botox sin decirle nada. No se han preguntado por el motivo de estar en el ambulatorio. Eso da igual.
Juanma ha tomado la delantera a la hora de hablar, pero no vocaliza, solamente susurra un sonido casi ritual de victoria ancestral, mientras sujeta las dos manos de su amiga. Ella, Maruja, abre los ojos de par en par y le responde con el mismo gruñido de felicidad y un código verbal que solo ellas entienden…
– ¿En serio? No puede ser. ¿Yaaa?
– Sííí, ya está, lo hemos conseguido. (Responde Juanma con los ojos vidriosos y la voz entrecortada) Sííí. Ya está. El niño ya es funcionario. Ha aprobado las oposiciones.
Una enfermera que pasa casualmente les pide orden y silencio. Maruja y Juanma se han vuelto a abrazar, pero esta vez compartiendo el gozo de haber alcanzado un pedacito de cielo. Son muchos años esperando este momento, muchos esfuerzos, academias, libros, siempre pendientes de la web de contratación, de las convocatorias oficiales. Pero ya está. El hijo mayor de Juanma ya es funcionario. No hay que preocuparse por él ni temer por su futuro.
Según una encuesta de ADECCO, el 74 por ciento de los españoles quisiera ser funcionario y el 63% de los menores de 25 años tienen clara su elección profesional: ser funcionario.
En los países occidentales, alrededor de un 25% de la población en edad laboral se encuadra en los distintos estamentos del funcionariado de sus países. La definición es la misma para todos: un funcionario es quien desempeña profesionalmente un empleo público.
El Ayuntamiento de Alcoy da trabajo a 622 personas. Y el Área de Salud (Hospital y Centros de Salud) a un total de 1.698 personas. Y luego están los adscritos a los diferentes niveles de la Enseñanza, con el Campus de la Politécnica al frente de las ofertas en el sector. Son la nueva burguesía alcoyana. Los funcionarios son quienes están haciendo que esta ciudad, aunque sea al ralentí, siga siendo activa, con restaurantes llenos, actividades con espectadores, comercios vivos, grandes superficies de todos los colores.
Y como reserva dinámica, sin renunciar a nada de la maltrecha sociedad del bienestar, están los jubilados que han cotizado sueldos medios durante 40 años y respiran a pleno pulmón sin hipotecas ni préstamos, que en la Comunidad Valenciana cobran de media 1.159 euros.
¿Por qué esa vocación surgida en la última década por el funcionariado? Según los expertos son tres las claves que han empujado a nuestros jóvenes a huir de la iniciativa personal y el seguro autónomo: la seguridad en el puesto de trabajo, los horarios y las facilidades para la conciliación familiar.
Visto lo visto, cuando ya arrastras 70 años viendo lo que ha habido que trabajar para llegar a final de mes y sigues en un ay por el final de mes de tus hijos, comprendes a Juanma y a Maruja y lamentas no poder exclamar lo de “¡Ya está, el niño ya es funcionario!”
Y envidia uno, envidia insana, lo confieso, la capacidad inagotable de muchos colectivos funcionarios para seguir mejorando sus condiciones laborales y económicas, aderezadas además con seguros dentales, bonos para ópticas, seguros de vida, planes de pensiones… Y bien que hacen si se dejan.
Lo preocupante es que todas esas prebendas del funcionario tengan, como mano santa que las concede, a políticos de turno que bastante tienen con lo suyo como para encima crearse enemigos, si ellos, además, en ocho o doce años acaban y se van a casa. Y no les ponen demasiados peros, que han de convivir todos los días con ellos y de ellos dependen, porque los políticos son aves de paso y el funcionario gallina vieja. Y aprenden los políticos, que en cuanto te descuidas te los ves también opositando para ser funcionarios.
Lógico que Maruja se alegrará por el amigo y su hijo, el nuevo funcionario. Con envidia.