Un museo de bordados en casa

La alcoyana Julia Bou descubrió su pasión por los bordados hace más de 20 años

Un museo de bordados a casa
Julia fotografiada ante algunas de sus obras. | QUIQUE REIG

¿Quién le iba a decir a Julia Bou que el que un día empezó como una simple curiosidad impulsada por una amiga acabaría convirtiéndose en un hobby diario? Nadie, absolutamente nadie, ni siquiera ella misma, lo tenía previsto en sus planes. Sin embargo, así fue: del dicho al hecho, nació su pasión por el bordado. Veinticuatro años después de su primer bordado, puede presumir de más de veinte piezas que adornan su hogar, transformándolo en un pequeño museo alcoyano del bordado.

Antes de descubrir su pasión, Julia se dedicaba a las artes gráficas, lo cual siempre le mantuvo próxima al mundo del arte. Sin embargo, no fue hasta que se jubiló y una amiga le mostró un bordado que descubrió el que se convertiría en su nuevo pasatiempo.

El año 2000, ya jubilada, Julia se animó a realizar su primer trabajo, un diseño simple de una hada representando la primavera tomado de un libro de bordados. Este primer proyecto le abrió las puertas en un mundo lleno de creatividad y precisión, y pronto se encontró completando las cuatro estaciones.

Hoy en día, la casa de Julia es un auténtico museo de sus obras, un recorrido visual que sorprende a cualquier que la visite. Desde la distancia, sus bordados parecen fotografías, una ilusión que se desvanece solo al acercarse y observar los minuciosos detalles tejidos con hilo. En las paredes de su casa cuelgan 20 cuadros realizados a lo largo de 24 años, cada uno con una complejidad diferente y una historia propia.

Un museo de bordados en casa
Uno de sus trabajos que luce en las paredes de su casa. | QUIQUE REIG

Entre sus obras se encuentran retratos personales como fotografías del DNI de ella misma, de su marido y de sus nietos, imágenes del Papa, y paisajes como El Salt. También ha recreado obras de arte emblemáticas, como David de Miguel Ángel, y fotografías de mascotas, todos con un nivel de detalle sorprendente.

Las piezas más grandes y complejas de Julia incluyen un cuadro de Sorolla, no expuesto en ningún museo, que representa a Clotilde, la esposa del pintor. Este bordado, de tonos rosáceos y dimensiones de 1.27 x 90 cm, le llevó cuatro años completar. Otro de sus bordados más notables es un retrato de la Archiduquesa de Austria, que se encuentra en el Museo del Prado. Este cuadro, de tonos oscuros y detalles complicados, fue un reto que Julia consiguió bordar y que ahora se encuentra en el recibidor de su casa.

El proceso que sigue la alcoyana para crear estas obras es más complejo de lo que parece. Primero, elige la foto o cuadro que desea bordar. Su hija la ayuda a encontrar la plantilla adecuada en internet, y una vez conseguida, Julia se dispone a adquirir todos los colores necesarios. Incluso el cuadro más simple puede requerir hasta 100 colores, mientras que los más complejos pueden superar los 200. Con todos los hilos en mano, Julia empieza a trazar el cuadro desde la parte inferior derecha, completándolo despacio hacia arriba. Cada sombra, cada detalle, es representado por un color específico que aparece en la plantilla con símbolos diferentes que recuerdan a un jeroglífico, requiriendo una precisión extraordinaria. Su lugar de trabajo es su mesa, donde, con plena concentración y sin distracciones, Julia borda cada nueva puntada. Ahora, esperando que pase el calor del verano, se prepara para empezar un nuevo proyecto en octubre, ampliando así su colección que nació de una pasión inesperada.

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