El legado infinito del tiro con arco local
Luisa Palmer conoció este deporte de manera casual y a los 41 años con tres hijos pequeños, siendo ya viuda
Empezar una práctica deportiva a una edad avanzada puede parecer una barrera para muchos, pero para Luisa Palmer no fue un impedimento. Con 41 años, una edad en la que la mayoría ya ha definido su camino, Luisa encontró una nueva pasión que la convirtió en una figura icónica dentro y fuera del ámbito competitivo. Este viaje comenzó casi por casualidad, cuando un día en su trabajo se encontró con un regalo inesperado con el que había soñado desde pequeña: el tiro con arco.
“Trabajaba en el Hospital Virgen de los Lirios como auxiliar de clínica y yo desconocía que había un campo de tiro con arco en Alcoy o por los alrededores. Hicimos grupo de empresa donde podías apuntarte a diferentes deportes y cuando vi tiro con arco me extrañé, porque pensaba que aquí no había campo”.
Sin pensarlo, probó a tirar en el campo de tiro de Cocentaina, porque el tiro con arco era lo que más le había gustado toda la vida. “De pequeña yo hacía arcos con cañas de árbol y los tirábamos en los bancales de la calle Perú. Lo probé y dije: esto es lo mío”.
Ese momento marcó un antes y un después en su vida. Viuda y con tres hijos, la vida de Luisa Palmer cambió por completo. “Ya no iba del trabajo a casa y de casa al trabajo, ahora tenía algo más. El sábado íbamos al campo, tirábamos, y el domingo igual”. Así es como comenzó a compaginar el tiro con arco con su profesión, la de auxiliar de hospital.
En el ‘Arch Contestà’, donde fue tiradora durante unos años, eran más mujeres que hombres, lo que la convirtió en una pionera en el deporte femenino local. En Alcoy, no había apenas monitores de tiro con arco y se lo propusieron a Luisa, quien aceptó sin dudarlo el reto. Así pues, marchó a Madrid a hacer un curso y empezó a compaginar la enseñanza con la práctica de tiro, cuando aún no existía la escuela.
Sin embargo, esa vertiente paralela no llegó a cuadrar del todo. “Empezamos a ir a campeonatos y mientras yo tiraba, los alumnos me preguntaban cosas y necesitaban mi atención, pero claro, yo no podía porque también estaba compitiendo. Entonces llegó un momento en el que era tan común esa situación que tuve que decidir entre enseñar o ser arquera. Y como me gustaba mucho, decidí enseñar”, afirma Luisa.
Tras la desaparición de los clubes de ‘l’Arch Contestà’, que posteriormente sería el ‘Club de Arqueros del Serpis Alcoy’, así como con la ayuda de Eduardo Latorre, Palmer se quedó aportando su granito de arena en el Club Deportivo Santa Lucía, donde estuvo ejerciendo como monitora hasta el 2018, cuando se retiró con 85 años.
Como arquera no destacó, sin embargo, su involucración como maestra y divulgadora fue abrumadora. Durante toda su trayectoria, ha recorrido todos los pueblos de la provincia de Alicante dando clase a la gente y difundiendo el tiro con arco.
Además, desde que comenzó a practicar este deporte, no solo ha destacado por su habilidad y precisión, sino también por su carácter y determinación, ofreciendo siempre una sonrisa contagiosa allá por donde va.
Ese carácter y entrega absoluta por su deporte le llevaron a conseguir toda clase de reconocimientos, no solo locales, también a nivel autonómico y nacionales. Luisa Palmer recibió en 1982 el Arco de Oro de la Real Federación Española de Tiro con Arco (1982). Ese mismo año fue elegida mejor deportista femenina de nuestra ciudad, después en 1999 recibió la insignia de Oro y Brillantes otorgada por el Centre d’Esport, para en 2005 ser distinguida con el Arco de Oro de la Federación de Tiro con Arco de la Comunidad Valenciana y en 2015 recibió el Arco de Oro y Brillantes de la Federación de Tiro con Arco de la Comunidad Valenciana.
Sin embargo, probablemente el reconocimiento más emotivo que ha recibido recientemente es dar nombre al Campo Municipal de Tiro con Arco. “Un día me llamó Alberto Belda, el concejal de deportes, para decirme que iban a poner mi nombre al campo de tiro. Me puse muy contenta, pero a la vez muy nerviosa”. Luisa Palmer era consciente de que habría alguna sorpresa, pero no se esperaba en absoluto la magnitud del evento. “Había mucha gente con la que había tenido contacto y hacía mucho tiempo que no la veía. Vinieron niños que los tuve en la escuela que ni reconocía de lo que han crecido. Me acompañaron muchos amigos, familia, miembros del club, etc. Fue muy emotivo, y a mi edad parece que emociona mucho más”.
Y en un evento pleno de emociones, Luisa Palmer, que tiene 91 años, recibió el merecido reconocimiento después de un largo camino dedicado al tiro con arco y que ha podido compartir con sus tres hijos: “Siempre me han apoyado y siguen apoyándome. Son mi vida”, confiesa emocionada.
El tiro con arco le cambió la vida y le dio una nueva. “El tiro con arco me ha aportado mucha serenidad. Es una actividad donde tienes que ser sereno, pensar mucho las cosas. Es un deporte muy especial. Eres tú solo, no compites contra nadie, solo contigo mismo. El único objetivo es el centro de la diana, y tú tienes que competir contra ese centro. Es como el universo y tú compites contra él. Es una modalidad muy bonita para los que nos gusta, pero si la gente pensara bien lo que es, es tranquilidad, sosiego, estar pendiente de muchas cosas a la vez. He sido muy feliz con el tiro con arco”, concluye Luisa Palmer.