Veinte años desde que el Alcoyano silenció Pitín

Aniversario de un ascenso que marcó el resurgir de la afición y la apertura de una de las mejores etapas del club que culminó con un ascenso a Segunda División

En unos tiempos en los que la afición del Alcoyano busca rearmarse y demostrar que quiere que su equipo se quede en la ciudad, que no sea la “pata” más débil –Ayuntamiento, empresariado y apoyo social– sobre la que se edificar el nuevo proyecto blanquiazul, no está de más echar la vista atrás y recordar uno de los aniversario más recordados de la historia reciente del club, que en su momento representó un punto y aparte tras años de decepciones y con una grada dormida que de repente se reveló y comenzó a movilizarse ante la amenaza de desaparición.

SER FILIAL DEL HÉRCULES
Fue un 27 de junio, pero de hace 20 años, una fecha que muchos aún tienen guardada a fuego en su memoria por lo que se vivió en aquel histórico partido del estadio Pitín de San Javier (Murcia), que significó el regreso a la desaparecida Segunda B tras empatar sin goles frente al Mar Menor.

Los blanquiazules dejaban atrás años en penumbra, de muchas miserias deportivas, hasta el punto que el equipo estuvo al borde del descenso a Preferente –acabó decimoséptimo en Tercera División la temporada 1999/00–, algo surrealista en nuestros días, con el club sumido en una de sus peores crisis económicas, que llevó a que se aprobará en asamblea de socios el convertirse en filial del Hércules para así poder hacer frente a los 14 millones de las antiguas pesetas de deuda con los jugadores.

La situación llegó a ser tan caótica, que la plantilla decidió hacer huelga de entrenamientos como protesta por los tres meses que se les adeudaba. Hasta hubo amenaza de no presentarse al partido que el equipo debía de jugar el 3 de febrero de 2002 frente al Gimnástico. Aquello derivó en una movilización social, con un vehículo con megafonía recorriendo las calles de la ciudad, el entonces alcalde Miguel Peralta implicándose personalmente y una colecta popular con urnas petitorias en los accesos al Collao. Fueron dos semanas intensas en las que se recaudaron 25.390 euros, cantidad con la que se pudo hacer frente a los sueldos a una plantilla formada fundamentalmente por canteranos.

Apenas dos años después de aquel negro episodio vino el capítulo del estadio Pitín, que quedó para siempre grabado en el recuerdo colectivo de una afición que fue parte fundamental de aquel ascenso después de ocho temporadas consecutivas en Tercera División. El Alcoyano había eliminado por la vía rápida en la primera eliminatoria de play-off al Poblense (0-2 y 3-1) y quedaba la final frente al Mar Menor de Juan Ignacio Martínez. Los murciano, como campeones de grupo, iban a tener a favor jugar la vuelta como locales. El Alcoyano, entrenado por Pepe Aroca que había sustituido al cesado Roberto Granero en el tramo final de la competición, ganó 2-0 con más de 4.000 almas llevando en volandas al equipo en el Collao.

Aquella tarde, las Huestes Blanquiazules lanzaron más de un millar de servilletas de papel con el escudo del Deportivo. Sergio Floro, al borde del descanso, y Barselleta, con un gol en el minuto 89, encarrilaron muy bien el partido de vuelta. Los días posteriores fueron una auténtica locura. Nadie quería perderse el segundo partido de la eliminatoria y la afición empezó a movilizarse en busca de entradas.

LA MAYOR MOVILIZACIÓN DE AFICIONADOS
Al final se consiguió que un millar de seguidores blanquiazules pudieran acceder al estadio Pitín. Fue la mayor movilización de aficionados de la historia. Una hora antes de empezarse a jugar los aledaños del campo recordaban al Collao de sus mejores tardes. Después, con el partido jugándose, los cánticos de “¡Deportivo, Deportivo!” no pararon de escucharse. La afición blanquiazul empezó a ganar la eliminatoria antes de que empezara a rodar el balón en la vuelta. Sobre el terreno de juego, el Alcoyano fue muy superior al Mar Menor, pero aquella tarde el marcador no se movió (0-0). Cuando el malagueño, Campano Oliver, pitó el final se desató la locura. Hubo invasión de campo y Pitín fue blanquiazul.

RÚA Y BUS DESCAPOTABLE
Quedaba lo mejor, que fueron las celebraciones ya en la ciudad, con rúa por las calles de Alcoy en autobús descapotable y entrada por Santo Tomás a la Plaza de España, con La Bandeja a tope de público. Hubo de todo aquella noche, desde megafonía a fuegos artificiales y volteo de campanas en Santa María. También salida al balcón del Ayuntamiento.

Era medianoche y la fiesta se prolongó hasta casi las dos de la madrugada. Muchos llegaron a la mañana siguiente a sus puestos de trabajo habiendo dormido muy pocas horas o incluso hubo quien ni siquiera logró conciliar el sueño por la emoción de un día que para siempre quedó como uno de los más felices de sus vidas. Aquel retorno a Segunda B tuvo una enorme repercusión en el ánimo del aficionado en los siguientes años. El Alcoyano encadenó catorce temporadas en Segunda B y tocó el cielo en Lugo con aquel ascenso a Segunda División después de 42 años sin pisar la categoría de plata del fútbol español.

Fueron años en los que afición y equipo remaron otra vez en la misma dirección, con el Collao lleno los días de partido importante. Dos décadas después, el Alcoyano vuelve a estar en la misma casilla de salida y echar la vista atrás puede ser la mejor terapia para entender el momento actual y saber que en la historia del club hay ejemplos para poder agarrarse y con los que despertar a ese león dormito que es actualmente la afición blanquiazul.

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