La Cruzada del Alcoyano

Estos últimos días me duele Alcoy más de lo habitual. Lo del Club Deportivo Alcoyano no hay paracetamol que lo suavice. Reconozco que los himnos, las banderas y los desfiles uniformados, aunque sea con bufandas, nunca me han apasionado, pero ver a mi alcalde en plan épico, a lo Cid Campeador y mirada de Braveheart, dispuesto a no callar aunque le demanden o le arranquen las uñas, porque el Club Alcoyano, amenazado por las fuerzas oscuras del mal, capitaneadas por Ramírez Darth Vader, es como el santo grial que encierra las esencias de la alcoyanía y hay que defenderlo por tierra, mar y aire, me sobrepasa.

Es la hora de la Cruzada del Alcoyano. Y yo aplaudiré, sin ninguna duda, a los aficionados, devotos blanquiazules, que desde la tierna infancia son socios, suben lloviendo en invierno y con el sol del cambio climático, esos socios de toda la vida que rompieron sus huchas o pidieron un préstamo a la suegra para comprar acciones y salvar de la quiebra al Club patrimonial y que está a punto de ser declarado Bien de Interés Cultural. Olé a los socios y a los aficionados.

Pero que la primera y casi seguro que la única vez que todos los partidos políticos del Ayuntamiento de mi pueblo, desde que se organizó la manifestación de “Salvem el tren”, se han puesto de acuerdo, unidos como una piña, codo con codo, desde Guanyar a Vox, me causa rubor y dolor alcoyano que sea para evitar que se vaya a La Nucía el equipo del Alcoyano, en el que ya no juega nadie de Alcoy, que se ha consentido, mirando hacia otro lado, que se convierta en una sociedad anónima, propiedad privada de un señor vasco afincado en Alicante, dedicado a negocios de todo tipo, con los que declara unos 12 millones anuales de beneficios.

Los cinco partidos políticos que ahora se unen en la Cruzada del Alcoyano, son los mismos que no son capaces de unirse para defender o salir a la calle juntos por la sanidad pública, con un hospital que hace tan solo dos años y medio se nos moría; los cierres de los ambulatorios de la Zona Alta y Batoi, la muerte de 74 ancianos en el DomusVi, las obras pendientes en los institutos, la situación del teatro Principal, la falta de plazas geriátricas públicas, la falta de suelo industrial, el tortuoso PGOU, los problemas de Cáritas o Cruz Roja para atender toda la demanda que tienen… Pues no, ha tenido que llegar Ramírez Darth Vader y su amenaza de trasladar la sede social de su empresa, el Club Deportivo Alcoyano SAD, en la que asegura llevar invertidos tres millones de euros en 20 meses, para lograr el milagro, respaldando un eslogan a lo jedi: “La moral no morirá”.

Nuestros políticos se lo tendrían que hacer mirar. Y si gestionan la declaración de Bien de Interés Cultural para una empresa privada como es ahora el Alcoyano, deberían abrir ya una lista de espera de otras empresas alcoyanas que se merecen la declaración, desde La Española a AITEX, el Bar Ideal, el Restaurante Lolo, Manolo Arjona o Licores Sinc, por poner solo algunos ejemplos.

El Club Alcoyano, con sus glorias y emociones, es también una historia de fracasos y vergüenzas, llena de tantas páginas de oro como de chatarra. ¿Saben cuántas veces ha estado a punto de desaparecer? ¿Saben cuántas quiebras se han camuflado?

En 1990 un jovencísimo presidente de 30 años, Agustín Giner, se encontró con que el Club debía por la Seguridad Social y el IVA un total de 60 millones de pesetas. Y todo dios pasó, porque todos los clubes estaban igual; en 1991 se embarga el Collao por deudas de 85 millones con Hacienda, al añadirse los recargos y las costas judiciales y en 1993 la Dirección Provincial de la Tesorería de la Seguridad Social sacaba a subasta pública el Collao por 15 millones, lográndose parar con una operación en la que estaba detrás el gobierno de Pepe Sanus y su mano derecha en el deporte, Paco Bustos.

El 19 de mayo de 1995, hace 29 años, el Pleno del Ayuntamiento de Alcoy, con solo los 16 votos del PSOE, acordó comprar el Collao por un importe total de 305 millones de pesetas, el mismo Collao que dos años antes había salido a subasta por 15 millones. Con los 305 millones se aseguraba que no se pagaba el terreno sino que se salvaba al Alcoyano y se abonaban todas sus deudas. Se salvaba un patrimonio local. El Alcoyano comenzaba desde cero limpio de deudas. El PP, que lideraba Manuel Pérez Payá, con seis concejales, se abstuvo y Esquerra Unida, con los tres de Paco Valor, votó en contra.

Dieciséis días después de esta compra del Collao, se celebraron elecciones municipales y el PSOE perdió cinco concejales.

Hay literatura para ir y volver sobre cómo iban a ser las cosas en el Alcoyano, a partir de esta fecha. Pero el “ave fénix” era en realidad un pato cojo. El proyecto de basarse en el fútbol local y generar una cantera duró apenas 10 minutos y a la vuelta de la esquina se volvió a las andadas, los sabios, los vividores, gastarse el dinero que no había, la búsqueda de complicidades empresariales, cada vez más difícil y complicada, y generar un agujero negro, cósmico, que desembocó en moral y victoria para terminar en la moral no morirá.

Esta vez, eso sí, con todos los partidos políticos unidos como una piña. La Cruzada.

Esta tarde, lo sé, Alcoy me dolerá más de lo habitual. Es un dolor que no tiene cura.

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