Bendita vejez

En la sociedad actual la población está experimentando un envejecimiento progresivo por lo que tenemos un mayor número de ancianos. Esto nos lleva a nuevos desafíos que afectan directamente al área de salud. Es normal que con el paso de los años, las personas mayores tengan una disminución en su capacidad física y mental, lo que evidentemente afecta a su calidad de vida y autonomía y en muchos casos a sus familias.

La fragilidad, la falta de memoria, enfermedades crónicas y otros problemas de salud son comunes en la vejez, lo que suele requerir cuidados especiales y atención médica constante. Y en algunos casos, en demasiados, sufren soledad y se sienten aislados. En términos sociales, la creciente población de ancianos plantea la necesidad de adaptar las políticas públicas y los servicios de salud para satisfacer las necesidades. La vejez, ese momento de la vida, que no a todos llega, pero los que lo hacen se merecen lo mejor. Un tiempo que parece que no va llegar pero que como una losa caída del cielo llega de golpe y provocando un gran estruendo.

Jamás pensaba que un día llegaría a casa y vería postrado a mi padre siendo un anciano. Ese que ha sido el pilar de la familia, mi mentor, mi amigo, el que ha estado siempre a mi lado, en las duras y en las maduras, el que traía el sustento a casa haciendo todas las horas posibles en la fábrica para que nada nos faltara, el luchador, el que siempre nos ha amado, el complemento perfecto de mi madre, ese gran hombre, íntegro, con principios, hombre de honor, de momento se ha convertido en un anciano dependiente de sus seres más queridos, de aquellos a los cuales ha entregado su vida. Bendita vejez.

Ahora somos nosotros a quienes nos toca cuidarlo y por supuesto a mi madre que lo sufre, como siempre, a su lado.

Creo que ya ha pasado por todas las plantas del hospital menos ginecología y pediatría, por poner unas notas de humor. Y sólo podemos dar gracias por todos los cuidados recibidos por parte de todos los profesionales, nos podemos sentir muy orgullosos de todo el personal del hospital de Alcoy. Su trato con tanto cariño, respeto, compasión y una gran profesionalidad. Lástima que haya falta de personal, se tienen que multiplicar para poder atender a todos los enfermos, lo hacen de manera que casi no se nota que son tan pocos trabajando, aunque duele ver su ajetreo. Y sobre todo me rompe el corazón ver a muchos ancianos que los dejan solos en sus habitaciones sin ningún tipo de compañía. Sin ningún familiar a su lado, oyendo sus gritos de día y mucho más de noche. Viviendo esos terribles momentos de enfermedad y vejez en soledad. Y ahí acuden auxiliares y enfermeras para suplir esa necesidad. En muchos casos ejerciendo de hijas o nietas. Se necesita más personal y familiares con compasión y amor. De esto están faltos los ancianos y el mundo.

Ya lo escribió David en el Salmo 71:9
“No me rechaces en mi vejez, no me dejes cuando mi fuerza se pierde”.

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