Moral y derrota
Es muy probable que el Alcoyano desaparezca. Parece una pesadilla, pero es algo completamente real. Como para tantas otras personas, el Alcoyano forma parte de mi vida. Mundo, Ribera, Ramonet, Prieto, Doménech, Castillo, Gandía… Todos esos momentos pueden quedar reducidos a cenizas por culpa de una controvertida gestión empresarial y política.
Eso de que un equipo de fútbol es una empresa, y su dueño puede hacer con su empresa lo que quiera… es muy relativo. No todo es blanco o negro. La vida suele ser gris y en este asunto, hay tantas luces como sombras. Ilusiones, sentimientos, esperanzas, alegrías, moral… todo eso también es la “empresa” del Alcoyano. El hecho de que un empresario de fuera de nuestra ciudad asumiera la deuda existente del club podía ser una buena noticia. El poder no tiene por qué ser malo. Es la forma de ejercer el poder lo que convierte a los gobernantes en tiranos. Los empresarios no tienen por qué ser malvados. Es la forma de dirigir sus empresas lo que los convierte en indeseables especuladores.
Sabiendo lo revueltas que estaban las cosas, hace unas semanas, contacté con los máximos dirigentes del Alcoyano para ofrecer mi ayuda. Simplemente, quería explicar que la propiedad del club debía acercarse a la masa social, a los aficionados, tener gestos con la alcoyanía y tender puentes con un Ayuntamiento que, efectivamente, se había mostrado muy reticente. Esto no es nuevo. En Alcoy, siempre sospechamos de “todo lo que viene de fuera”… (¡Cuánto echamos de menos a empresarios como Lionel!) El caso es que en esta situación de bloqueo y conflicto, creo necesario que se encuentren soluciones y se lleguen a acuerdos. El problema es que, sinceramente, pienso que el empresario propietario del Alcoyano ya no quiere llegar a ningún acuerdo. ¿Lo ha querido alguna vez?
Me ofrecí, por supuesto de forma gratuita, a mediar en el conflicto y buscar sponsors y patrocinadores relacionados con el mundo audiovisual (que es mi mundo) de cara al futuro. No obtuve una respuesta afirmativa y, a los pocos días, estalla la noticia de la “desaparición” del Alcoyano.
El actual propietario del club es un tiburón de los negocios. Y tiene todo a favor para ganar. Desde un punto de vista meramente empresarial, incluso puede ser entendible su postura. Ahora bien, ética y moralmente, lo que pretende hacer es una aberración. ¿Para qué sirven los 95 años de historia del club? Por otro lado, quien también sale muy mal parado de esta situación es el Ayuntamiento. ¿Va a
permitir el gobierno municipal que nuestro club se hunda de esta manera? ¿Para qué sirve entonces un Ayuntamiento si no atiende a los problemas de sus ciudadanos?
Nosotros no podemos luchar contra un tiburón usando sus mismas armas, porque no las tenemos. Pero el Alcoyano tiene algo de valor incalculable: alma. Ese alma nos debe dar alas para volar por encima del conflicto, para encontrar las soluciones adecuadas, para llegar a acuerdos en los que todos cedan y para demostrar que el Alcoyano es inmortal.
Por eso, es fundamental que el próximo 25 de mayo, antes del último partido de Liga, sea un éxito la manifestación convocada para protestar contra este maquiavélico plano de derribo del club. La ciudad tiene que volcarse. Debe existir un clamor popular. El color blanquiazul debe teñir las calles. Sólo el grito desesperado de los alcoyanistas puede evitar que el Alcoyano se convierta, a partir de
ahora, en el equipo de la moral y la derrota.
Tirso Calero es dramaturgo, guionista, director y productor de cine y televisión