No somos un número
Al paso que va la informática es muy posible que dentro de poco tiempo cuando nazca un niño se le atribuya un número, y a partir de ese momento su vida esté controlada y con sus datos archivados en algún ordenador en su disco correspondiente y así se iría grabando todo.
Desde su lactancia bien sea de forma natural o bien a base de biberones, pasando por sus revisiones médicas, vacunas, enfermedades que haya pasado, estudios realizados con sus correspondientes calificaciones, el deporte que haya practicado, sus amores, sus diferentes aficiones, gustos culinarios, su preferencia por la moda, la música. En fin, todo lo que pueda definir su personalidad en todos los sentidos.
Y no creo que esté exagerando nada. Alguien me dijo que ya estamos controlados por el D.N.I. con la huellas dactilares, el número de la Seguridad Social, el numero secreto de la tarjeta de crédito, el pin del teléfono móvil, el de Instagram, Facebook y otros muchos números para identificarnos. Me asusta pensar en que la masificación nos reduzca a un simple número y la verdad es que ya estamos camino de ello, para cualquier cosa lo necesitamos.
Un partido político gana unas elecciones según el número de votos conseguidos, menos en el caso de España que ha sido por la unión de diferentes partidos. Una sociedad es más importante cuanto más número de asociados tenga.
Un terremoto, una guerra, gente que muere de hambre, al final sólo es un número, Pero detrás de cada número hay algo de vital importancia.
¡Hay una persona! Y tenemos que tomar conciencia, acostumbrarnos a contar así. Ver que siente, que necesita, porqué llora o porqué ríe. Y eso será posible, en tanto que cada uno de nosotros veamos que detrás de cada uno de esos números hay una persona. No somos un número, nosotros tenemos sentimientos, amamos, sufrimos. Que nuestros amigos, padres, nuestros hijos sean más que ese dichoso número de identificación o de teléfono, esos hijos que son las únicas personas de las que nos sentimos orgullosos de que sean mejores que nosotros.
En el libro de Proverbios que encontramos en la Biblia nos dice “En el agua se refleja el rostro, y en el corazón se refleja la persona”. Así que a poner en práctica el tener un buen corazón para poder ver bien el reflejo de las personas.