“Poder clasificarme para unos Juegos es un regalo, otras ni pueden intentarlo”

Maia Llácer tuvo en 2023 el mejor año de su carrera deportiva y pretende apurar sus opciones de estar en verano en los Juegos de París 2024

Cuando a Maia Llácer se le pregunta por el año que estamos a punto de cerrar, al instante se le enciende una sonrisa que ilumina todo su rostro, señal inequívoca de que 2023 quedará para siempre en su memoria como la anualidad en el que hizo realidad muchos de sus sueños, no todos, porque alguno se le quedó en el camino, pero sí fue la constatación de que logró subir ese escalón que le faltaba, al que solo tienen acceso las elegidas, con momentos en las que fue una más de ellas.

Maia Llácer podría considerarse como el eslabón perdido de la gimnasia artística femenina española. No entrena en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid, donde se ejercita a diario el grueso del equipo nacional bajo la supervisión de la seleccionadora y de sus ayudantes. La alcoyana lleva siete años en Mallorca, actualmente es la capitana del Xelska, el equipo con más títulos en la Liga Iberdrola, bajo las indicaciones de Pedro Mir, uno de los gurús de la gimnasia española.

Su edad, 20 años, tampoco es la habitual en un equipo en el que tras acabar el último ciclo olímpico en 2021 (ese verano se celebraron los Juegos de Tokio 2020), se rejuveneció considerablemente y ella fue la única superviviente de aquella criba. Para muchas componentes del equipo nacional, Maia Llácer significa algo más que una compañera de selección, un apoyo como veterana del equipo a la que se encomiendan en los momentos más difíciles, cuando las cosas terminan de salir.

Maia Llácer tampoco es el típico talento natural que llega a la élite sin demasiado esfuerzo y todo lo que ha conseguido ha sido a base de perseverar, de luchar contra los elementos, el más grave para ella fue la doble operación de tobillo que puso contra las cuerdas su carrera deportiva, justo después de terminar el ciclo olímpico de Tokio 2020 y empezar el nuevo de París 2024.
Sin embargo, su amor por la gimnasia, un entorno que le protege –su madre es Montse Sirera, fundadora y presidenta del Club Gimnàstica L’Esport y su padrastro, Pablo Carriles, es juez internacional y estará en los Juegos de París–, le anima y está siempre a su lado, en los buenos momentos, pero sobre todo en aquellas situaciones difíciles que requieren de la máxima atención.

El año que estamos a punto de finalizar es la constatación de que Maia Llácer es una gimnasta diferente, que se ha quitado de encima algunos complejos y en su madurez deportiva es sabedora del rol que tiene en el panorama de la artística española.“Si echo la vista atrás y miro lo que he conseguido en este 2023, solo puedo que estar agradecida. Ha sido el mejor año de mi carrera deportiva”, afirma con rotundidad la alcoyana. Solo le falto la guinda del Mundial de Amberes, al que no pudo acudir porque dos semanas antes se lesionó de un ligamento del tobillo que le obligó a parar en seco, cuando su cabeza no procesaba otra cosa en aquel momento que formar parte del equipo nacional femenino que iba a acudir a la ciudad belga y jugarse allí el billete para París 2024, su gran sueño desde niña.

“En aquel momento lo pasé muy mal. Había trabajado mucho durante tantos meses, todo enfocado a un único objetivo que era el Mundial. Cuando te dicen que tienes que parar, que no puedes ir, se te viene el mundo encima. Al principio no te lo crees, vas en muletas y sigues pensando que aún lo puedes conseguir. No me hice a la idea hasta que la seleccionadora nos convocó a todas y dijo el equipo que iba al Mundial”, rememora.

“Intentas asimilarlo pero es difícil, solo con el paso de los días vas procesándolo todo. Ahora mismo estoy tranquila, sé que lo intenté con todas mis fuerzas y no me arrepiento de nada de lo que hice. Lo di todo y es con lo que me quedo. En gimnasia a veces consigues lo que te propones y otras no. Es como la vida mismo”, reflexiona Maia Llácer, que por primera vez en su carrera deportiva acudió a la ayuda de un profesional de la psicología, decisión de la que se siente muy satisfecha y considera que le ha ayudado mucho a priorizar y relativizar las cosas. “Estaba fatal. Si quiero ir a unos Juegos no puede ser con esa mentalidad”, ha reconocido.

La lesión que le apartó del último Mundial está olvidada y ya ha empezado a preparar la nueva temporada, donde el objetivo será conseguir el billete para los Juegos del próximo verano en París. Sabe que posiblemente sea su último tren para cumplir ese sueño de niña, la que le hizo dedicarse plenamente a la gimnasia artística. Es consciente de que las Olimpiadas de Los Ángeles 2028, ya con 24 años, le pille algo mayor para lo que son los estándares de la artística femenina.

“Al menos una vez en mi carrera deportiva me gustaría poder disfrutar de unos Juegos Olímpicos, que es lo máximo a lo que puedes aspirar en mi deporte. Voy a intentarlo con todas mis fuerzas, sé que no será fácil, pero ya que estoy aquí, quiero disfrutar del camino. Para mí poder pelear por esa plaza olímpica es un regalo. Hay muchas gimnastas que ni siquiera pueden intentarlo, por lo que me siento una privilegiada. Si al final lo consigo, seré la persona más feliz del mundo. En caso que no pueda ser, quiero quedarme con la conciencia tranquila de haberlo intentado con todas mis fuerzas”, confiesa para finalizar.

 

Su futuro en la gimnasia

Maia Llácer, además de contar con una carrera deportiva labrada a fuego lento, es una mente inquieta. Compagina competir con el Xelska, la Selección Española y la Serie A italiana con el SG Estate 83, con sus estudios universitarios. Comenzó un Grado en Dirección y Administración de Empresas para pasarse este curso a la Universitat Oberta de Catalunya y hacer psicología.

Además ha empezado el Nivel 2 de entrenadora y también quiere hacer el de juez. “No es la norma habitual con mi edad seguir en la gimnasia. Las chicas empezamos más pronto que los chicos. Muchas niñas, en ese tránsito entre la ESO y Bachiller se lo acaban dejando. Mi caso es algo raro, ni te cuento lo de Néstor Abad y Ray Zapata, que siendo padres y con 30 años siguen a pleno rendimiento”, destaca.

Son siete años los que lleva fuera de Alcoy, donde siempre que puede no duda en volver, ya que sigue manteniendo unos vínculos muy fuertes con la ciudad que le vio nacer hace 20 años. Recuerda con cariño cuando con apenas 13 años se fue a Mallorca para entrar en el Centre d’Alt Rendimient Illes Balears. “Fue un impacto muy fuerte para mí. Era la novata, una niña en un club con una base muy fuerte que no paraba de conseguir títulos en la Liga Iberdrola. Veías a Cintia Rodríguez, Claudia Colom, Eva Pérez, Natalia Ros y Carolina Sánchez y pensabas que eran de otro mundo. Aquello me vino muy bien para crecer y poco a poco hacerme un hueco en aquel equipo que lo ganaba todo”.

De ser la niña mimada, la recién llegada que tenía que hacerme un nombre, a ser la actual capitana del Xelska y su referente. “A veces se hace difícil, estás a muchos kilómetros de casa, de tu familia, pero he conseguido hacerme con unos vínculos muy fuertes. Compartimos muchas horas al día con compañeras que ahora son mis mejores amigas. Es el caso de Ofir Netzer, que es israelí, o de la panameña Victoria Castro, que es mi compañera de piso. Acabas formando tu propia familia”, admite.

Sabe que la gimnasia le ha dado una segunda oportunidad y quiere exprimirla al máximo después que tras dos operaciones en el tobillo su futuro pendiera de un hilo. “Quiero vivir este momento y disfrutarlo todo lo que pueda. Lo que me ha venido después de las dos operaciones ha sido un regalo para mí. Después de París se abrirá un nuevo ciclo olímpico y no sé que sucederá. La gimnasia es mi vida, mi pasión y en lo que más disfruto. No me planteo ahora mismo una retirada. Solo me preocupa hacer una buena preparación, para ello estoy subiendo el nivel de dificultad en algunos ejercicios”, para a continuación hacer mención a Pedro Mir, su entrenador y padre deportivo: “Me dice que merezco terminar bien en la gimnasia por todo lo que me ha costado llegar hasta aquí, que debería tener un final feliz, que fuera yo quien decida cuándo me retiro y no al revés, que sea la gimnasia quien me retire. Hay gente que termina odiando su deporte. No es mi caso, yo amo la gimnasia. Por eso, ahora mismo no me planteo una retirada, sino unos Juegos Olímpicos”, apostilló.

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